Por una vez en la vida, Hermione estaba agradecida de que su habitación no tuviera ventanas.
Los rayos de luz solar que se filtraban a través de las ranuras que dejaba la puerta, indicaban que era casi media mañana, y aún así, Severus, el incansable madrugador, seguía dormido a su lado.
Ella estudió su rostro en la tenue luz y trató de no pensar en las noticias que les aguardaban en el periódico de la mañana.
No tenía sentido.
Como si percibiera la creciente tensión que se acumulaba en la habitación, él abrió los ojos. Alzó la cabeza y echó una mirada preliminar alrededor de la habitación. Sus ojos terminaron posados sobre las cajas apiladas en una esquina.
Así que había estado empacando.
Severus no sabía que decir al respecto.
No quería preguntarle y no estaba seguro de poder soportar tanto como para ofrecerle ayuda. Además, ahora tenía a la familia Weasley completa a su disposición y muy pocas posesiones.
¡Mierda! ¡Estaría fuera de su casa en menos de una hora!
No había necesidad de preguntarle a dónde iría, pero parte de él, hervía en deseos de forzarla a mirarlo a los ojos y decírselo en la cara. Además, ¿no sería feo también si no le preguntaba? Después de todo por lo que habían pasado, él ciertamente tenía derecho, aunque sea, como amigos, a saber cuáles eran sus planes, ¿verdad?
Ella salió de la cama de inmediato, envolviéndose rápidamente con la bata rojo Gryffindor que él le había obsequiado en San Valentín.
Severus recordó la brillante sonrisa cuando abrió la casa y encontró la bella bata en lugar de encontrar alguna pieza de lencería incómoda y pseudo erótica.
Ese regalo había sido adquirido pensando en ella, no en él.
Además, había puesto un collar con una piedra de los sentimientos en uno de los bolsillos y había bromeado que ese sí era un obsequio para él mismo ya que ella se había hecho tan buena oclumante.
Ella lo había visto tal cual era.
Era una pieza de joyería muy hermosa y muy costosa, pero que dejaba ver un evidente gesto romántico.
Esas piedras mágicas eran una rareza, y a Severus le había complacido ver que casi siempre, en el tiempo que estuvieron juntos, estaba en los tonos púrpuras o azules, la zona que indicaba que se sentía en un estado romántico a feliz.
Sin embargo, esa mañana la piedra brillaba con el blanco más puro y radiante, como un diamante. Nunca había visto ese color antes y no sabía que podía significar.
¿Era acaso felicidad absoluta o terrible excitación ante el prospecto de poder ser liberada de él? O tal vez, lo contrario, ¿era miedo a no poder concretar el divorcio y no poder dejarlo?
Ella estaba tironeando del cinturón de la bata, asegurándola apretadamente alrededor de su cuerpo. Luego abrió la puerta y la luz del día penetró en la habitación. El condenado haz de luz parecía enfocarse mayormente en las cajas.
Hermione alzó los ojos desde las dichosas cajas hacia los ojos de Severus, que la observaban expectantes.
"¿A dónde vas?" Preguntó él en voz apenas audible.
"A preparar té." Fue la única respuesta, ignorando el profundo significado de la pregunta, para luego casi huir de la habitación antes que la conversación pudiera siquiera comenzar.
¡Por Merlín! ¡Ni siquiera sabían si la posibilidad de separarse existía! Tal vez, ella no iría a ningún lado, quisiera él o no.
¿Sería muy incorrecto el rezar por ello?
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𝔐𝔦́𝔞 || 𝔖𝔢𝔳𝔪𝔦𝔬𝔫𝔢
FanfictionEl Ministerio proclama la Ley de Matrimonios y une a la gente como mejor les parece. Algunas personas no pueden creer con quien fueron unidos y Hermione es una de ellas. #Sevmione SS/HG. 【Los personajes reconocibles son propiedad de J.K Rowling. Tr...