Capítulo 8: Ladrillos

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"Siempre esperaré por tí, porque no hay nadie más con quien prefiera estar."

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He estado esperando en el auto por ocho minutos y estaba comenzando a ponerme nerviosa.

Tenía mi pistola lista en caso de que la necesitara.

9 minutos.

10 minutos.

Estaba preparándome para salir del auto e ir por ella, cuando la ví acercándose.

Apunté mi pistola detras de ella, para poder disparar si alguien la seguía.

Cuando entró al auto la miré.

"11 minutos Romanoff"

Ella sólo me dedió una pequeña sonrisa.

"Vámonos."

"¿A dónde?" Pregunté.

"Nos quedaremos en algún lugar esta noche e iremos a S.H.I.E.L.D. mañana" Dijo ella.

Asentí.

"Hay algo que necesito hacer también, lo resolveré mientras estés en S.H.I.E.L.D."

Parecía curiosa, pero sólo asintió.

Después de alrededor de dos horas de manejar, nos detuvimos en un pequeño hotel. No era el mejor, pero serviría.

Hicimos el check in y fuimos nuestra habitación, había sólo una cama.

Perfecto, pensé sacástica. Esto lo haría más fácil.

"¿Por qué no tomas una ducha?" Sugerí.

"¿Me estás diciendo que apesto?" Preguntó ella levantando una ceja.

"Todo lo que digo, es que no haz tenido una ducha adecuada en semanas. Como decidas interpretar esa información depende de tí." Le dije sonriendo.

Ella rió y fue a la bañera.

Regresó vestida y oliendo a jabón.

"Está mejor" Bromeé.

Ella rodó los ojos.

Cuando terminé de bañarme y vestirme, la acompañé en la cama.

Nos sentamos en silencio por un tiempo, hasta que ella preguntó

"¿Por qué lo hiciste? ¿Que tenían ellos que tú necesitabas?"

La miré, debatiendo lo que debería decirle.

Después de varios minutos por fin dije

"Información sobre un caso. Una persona que amé fue asesinada y ellos sabían quien lo había hecho."

Ella asintió.

"Son ellos, el asunto del que dijiste te encargarías mañana ¿Cierto?"

Asentí.

Ella me sorprendió acurrucándose a mi lado. Me tensé. He estado tratando de no tocarla de ninguna manera.

Ella suspiró.

"Por favor no hagas eso." Dijo ella

"¿Hacer qué?" Pregunté.

"Alejárte. Contenerte."

"Dices eso como si yo no fuera la responsable que lo que sucedió, cuando en verdad lo soy"

"No es tu-" Comenzó a hablar ella.

La giré, de modo que ahora ella estaba debajo de mí, mis brazos a cada lado de su cabeza.

Ella se veía sorprendida.

Bien. Estaba por moverme cuando sentí sus manos en mi cadera, deteniéndome.

Bajé mi mirada y la ví sonriendo.

"¿Qué estás haciendo Romanoff?" Pregunté.

"Dejándome llevar." Respondió ella, después me dí cuenta de la posición en la que estábamos.

"¿Te gusta ésta posición?"

Me giró, quedando ella arriba de mi.

"Sí, ahora me gusta."

Sonreí.

"¿Te gustaría escuchar una broma?" Pregunté.

"¿Justo ahora?" Preguntó sonriendo.

"¿En qué se parecen un ladrillo y una pelirroja?"

Se veía confundida, no sabía la respuesta. La besé y ella correspondió inmediatamente. Hizo un camino de besos y se detuvo cuando llegó al cuello de mi blusa, me observó, pidiéndo permiso con la mirada.

Asentí y ella comenzó a desabotonarla, cuando terminó besó mi abdomen.

Pusé mis manos bajo mi, bueno ahora su sudadera y la retiré. Abajo sólo tenía un sostén y acaricié su espalda con mis manos. 

Regresó sobre el camino de besos que había hecho, llegando nuevamente a mi boca. Recorrió con sus manos la cintura de mi pantalón, asentí de nuevo y ella los retiró. Hice lo mismo con ella. Estabamos en las mismas condiciones ahora.

La miré, sus pupilas estaban dilatas, sus ojos casi negros de deseo.

"¿Quieres escuchar el resto de la broma?" Pregunté sonriendo.

Ella se veía molesta y confundida.

"La similitud entre un ladrillo y una pelirroja, es que ninguno tiene sexo" Dije y nos giré, dejé un corto beso en su labios para después levantarme de la cama.

Comencé a vestirme de nuevo.

Pareció que ella por fin estaba regresando a la realidad cuando me miró, su expresión sólo reflejaba enojo.

Me reí.

"Deberías vestirte Romanoff, no quiero que te de un resfriado." Dije.

Y después recordé, donde había estado, por lo que había tenido que pasar, varias veces por mi culpa y dejé de reír inmediatamente.

Ella pareció darse cuenta y caminó hacia mí.

"Lo que acabas de hacer no se quedará así." Dijo ella tratando de cambiar el tema.

Funcionó.

"Ya lo veremos." Respondí.

Una vez vestidas, ambas nos acostamos en la cama por debajo de las cobijas.

"¿Tienes frío?" Pregunté.

Ella negó con su cabeza y se acurrucó más cerca de mí. Una adorable sonrisa adornaba su rostro.

"Lo siento." Dije mirándola.

"Prometo protegerte, y sé que no lo demostré haciendo lo que hice, pero mejoraré desde ahora, por tí. Te protegeré con mi vida. Lo prometo." Dije, aún sentía culpa por lo que le había hecho.

Me miró directo a los ojos y asintió. Me acerqué más a ella.

"¿Tienes frío?" Pregunté otra vez.

Ella se rió.

"No. Quédate así, me gusta el calor de tu cuerpo." Dijo ella.

"Como ordene mi lady."

Nos quedamos dormidas así, sosteniendo a la otra. 

No la dejaría ir otra vez.

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