◆ ◇ ◆ ◇ ◆ ◇ ◆ ◇ /Capitulo 8/ ◆ ◇ ◆ ◇ ◆ ◇ ◆ ◇

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 Pov. 3ra persona.

Despertó en casa de su padre si, pero no dentro de esta; se encontraba en la puerta hecho bolita tanto por el frió como por el dolor que sentía al rededor de todo su cuerpo, veinte segundos fueron los que pasaron para que Michael se diera cuenta donde se encontraba e intentara levantarse e huir de ahí, pero antes de eso, noto una pequeña nota en la puerta que decía: "Gracias por su pago. Esperamos que utilice nuestros servios, pronto."

Comenzó a caminar, sin darse cuenta del frió que hacia, gracias a esa temporada (otoño), ni de las lagrimas que recorrían a lo largo de sus mejillas hasta su barbilla que, después se perdían en el pavimento. Llego a su casa, pero antes de entrar vio las luces apagadas; "claro,¿quien estaría despierto a esas horas... Esperándome?", fue lo que pensó un agotado Michael, y justo al abrir la puerta dos pares de brazos corrieron escaleras abajo para poder confirmar que era Michael, no un sueño, ni una pesadilla, en realidad era su pequeño que no había visto en seis meses, al cual habían estado buscando día y noche, del cual su ausencia era el causante de las constantes noches llegas de lagrimas por parte de Laura, Liz y Cristal.

-¡Dios mio! *dijo Laura en un sollozo ahogado* realmente eres tu... *y puso sus manos acunando la cara de Michael, causando así que Michael soltara un leve gemido de dolor que solo alcanzo a escuchar el, pues le dolía pero extrañaba en exceso el calor con cariño que solo le podía brindar su madre*

-Ma', creo que lastimas a Michael *dijo Liz con una mueca de preocupación*

-¿Es así, Michael? *pregunto Laura, alejándose apenas lo suficiente como para mirar a los ojos a Michael; a lo cual este asintió* ... Entra, antes de que te enfermes.

Los tres entraron a casa y Liz ayudo a Michael a subir las escaleras para que este pudiera descansar en su cama. Por fin después de unos largos seis meses, Michael pudo dormir en su cama, pero no descansar.

Pasaron algunas hora, mientras Michael dormía; sin embargo estaba inquieto, moviéndose de un lado a otro de la cama y sudando frió, ¿la razón? Estaba teniendo una pesadilla, o mas bien recordando los últimos seis meses, entonces despertó, con un grito que se quedo a mitad de su garganta y con

la cara llena de lagrimas, las cuales limpio con su antebrazo apenas se dio cuenta de ellas.

Siguieron pasando los días y las pesadillas iban en aumento; "oh, vamos,¿porqué intentas escapar? ya lo has disfrutado antes,y ademas... Nadie vendría a ayudarte"; eso era lo único que recordaba de sus continuas pesadillas, diez semanas tardo su madre para devolverle a como estaba antes, le había estado curando las heridas físicas, alimentándolo cinco veces al día, consolándolo en las madrugadas por sus pesadillas. Todo para que viera una sonrisa en el rostro de su pequeño, ella sabia perfectamente de que era una sonrisa falsa, vacía, pero se empeñaba en creer lo contrario.

Era viernes, había un excelente clima, pues el cielo estaba adornado con algunas nubes blancas, el aire estaba fresco, pero aun así había un sol que tan solo con salia al patio trasero te podía dar una sensación cálida; y la familia Brooks estaba en la mesa, tomando el desayuno, el ambiente no era incomodo por que simplemente no había uno.

-Michael, hijo, creo que ya es hora de que regreses a clases. *intento decir con todo el tacto que podía*

Michael solo se quedo mirando a un punto fijo en la pared, dando a entender que, se negaba a regresar a su vida normal, tranquila y feliz, Laura suspiro pesadamente, no quería obligarlo a ir. Pero ya había perdido mucho tiempo de estudio, pero aun podía salvar el año escolar, ya que hace tres semanas había ido y conseguido que sus faltas no le causaran baja.

-Michael, se que me escuchaste, así que... El próximo lunes regresaras a clases. *dijo, en un intento de sonar firme*

-Pero... Mamá... Aun es muy pronto *dijo con la cabeza agachada* ¿verdad, Liz?

-Lo siento, pero estoy de lado de mamá, necesitas regresar a clases, para que no pierdas el año escolar, es decir... Ya es el ultimo; a no ser que quieras clases particulares *esto ultimo lo dijo en un susurro*

-¡Bien!, creo que clases particulares estarán bien, perfectamente *dijo, lo mas apresurada y convincentemente*

-Michael,¿¡en serio!? *dijeron Laura y Liz al unisono*

-Claro, ¿porqué no? *y forzó una sonrisa que paso como verdadera para Liz y su madre*

Nadie comento nada mas y continuaron con la rutina de siempre:

◆Desayunar.

◇Recoger la mesa.

◆Llevar a Liz a la escuela.

◇Ir por las cosas para la comida.

◆Y, finalmente regresar a casa.

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Iban camino al supermercado, por las cosas para la comida, pero Laura susurro sutilmente un "Es necesario" y cambio de ruta.

Michael no noto el cambio de ruta, estaba un tanto enfrascado en su mente, por lo cual se asusto un poco al ver el panorama en el que se encontraban. Estaban dentro de su camioneta azul, en el estacionamiento de lo que parecía un alto edificio lleno de oficinas carentes de de decoraciones, no paso mucho tiempo cuando Laura bajo de la camioneta y estando enfrente de ella, le hizo señas a Michael para que bajara y entrar de una vez en ese edificio. Michael dudo un poco, pero bajo con la cabeza agachada ¿cuando había sido la ultima vez que había caminado con la mirada perdida, pero derecho y seguro?; siguió a su madre dentro del edificio, Michael se sentía cual niño pequeño, que había hecho una travesura dentro de la escuela y tenia que ir a la oficina del director.

Entraron e inmediatamente subieron al elevador para llegar al tercer piso, ninguno rompió el incomodo silencio dentro del elevador, al abrirse las puertas Laura fue directo a la recepción de ese piso, y hablaba como si hubiera hecho una cita con anterioridad, después de un momento, la recepcionista le dijo el numero de consultorio a Laura, la cual agradeció con una sonrisa un poco preocupada. Comenzó a caminar para el consultorio numero nueve que al lado izquierdo tenia una placa con el nombre: Edwin Fawn.

Laura se sentó en un sillón que estaba justo en frente de la puerta dejando a un desconcertado Michael parado entre la puerta y el sillón, Laura señalo la puerta y le indico que entrara que le esperaría justo en ese sillón. Michael, resignado tomo la perilla con su mano temblorosa y entro, justo después de ver a su madre por el rabillo del ojo.

El cuarto era de un color azul y gris, ambos neutros, con un sillón color chocolate que estaba del lado derecho del un escritorio algo grande con detalles clásicos color caoba; con una sillas detrás de el, en la que estaba sentado alguien algo grande para llamarle joven pero muy joven para llamarle viejo... Probablemente rondaría los treinta años de edad, con el cabello rubio con algunos destellos cafés que le llegaba hasta la mitad de las orejas, con una mirada algo compasiva..., y una sonrisa llena de nostalgia, le señalo el sillón a Michael y este tomo asiento casi automáticamente.

-¿Como te llamas? *dijo para después sacar una libreta de uno de los cajones del escritorios*

-M-michael... Michael Brooks.

-Bien Michael *levanto la mirada de su libreta* ¿com-

-¿Porqué estoy aquí? *pregunto un ansioso Michael interrumpiendo a quien le acompañaba en esa habitación*

-Eso lo sabremos con el paso del tiempo, Michael *dijo y de nuevo puso una cálida sonrisa que adornaba su rostro*

-¿y quien es usted? *dijo ahora algo tenso, mirándole directamente a los ojos*

-Edwin Fawn, ¿que no leíste la placa que esta afuera? *cuestiono Fawn levantando una ceja*... ¡Ah! y soy tu actual psicólogo.





Amor...¿que es eso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora