Capítulo 11: Un viaje romántico

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Un año después...

Era otoño y aquella mañana Jimin y Yoonie estaban en el salón de su nueva casa decidiendo la distribución de los muebles y la decoración del resto de las habitaciones.

Ese día Namjoon tenía una exposición importante así que no volvería hasta después de comer.

La joven había colocado unas flores en el centro de la mesa cuando Jimin pasó por su lado.

—Jimin, ¿puedo hablar contigo un momento?

—Claro, cielo. Dime.

—Jungkook y yo habíamos pensado hacer un viaje juntos a la montaña.

—¿Un viaje? —Jimin la miró con una ceja levantada—. Los dos solos.

—Sí...

—¿Por qué me da la sensación de que me lo cuentas a mí primero? —Jimin la miró con una sonrisa divertida.

La chica rodó los ojos.

—Ya sabes, Jimin. Mi padre no me dejará ir así como así. Tú eres el único que me puede ayudar a convencerlo.

—¿Qué es? ¿Un viaje romántico?

—¡Jimin! —la joven se hizo la ofendida.

—Vale, vale. Intentaré convencerlo, pero no va a ser fácil. Tu padre está muy protector contigo últimamente.

—Con más razón todavía. Necesito que me ayudes a persuadirlo.

—Está bien —Jimin asintió—. Veré qué puedo hacer.

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Jungkook y Yoonie habían vuelto a la casita rural después de haber estado todo el día fuera perdidos por el bosque. Había llovido mucho y los dos estaban empapados de pies a cabeza.

—Ve a darte una ducha en lo que yo preparo el chocolate caliente.

—Te vas a resfriar —Yoonie acercó una mano hasta su pelo húmedo y lo acarició.

—No te preocupes, en cuanto salgas entro yo.

—Vale —la joven sonrió y le dio un beso rápido en los labios—. No tardo nada.

—Ten cuidado.

La chica desapareció por el pasillo y Jungkook se metió en esa cocina tan rústica y acogedora y empezó a calentar la leche y el chocolate. Sacó dos tazas y las dejó encima de la mesa de madera. Al cabo de un rato Yoonie apareció con una toalla enorme alrededor de su cuerpo y el pelo mojado cayéndole por los hombros.

—¿No te has secado el pelo?

—No encuentro el secador.

—Espera, creo que sé dónde está.

Jungkook salió de allí y echó un vistazo por el cuarto de baño.

—Toma —le tendió el aparato y volvió a entrar para ducharse él también.

Cuando los dos terminaron de secarse y vestirse, se sentaron en el sofá y degustaron el chocolate que Jungkook había preparado hacía unos minutos.

—¿Te gusta?

—Mucho, está muy rico. Gracias.

—Me alegro —Jungkook sonrió mostrando todos sus dientes—. Mmm, no te muevas.

—¿Qué pasa? —la chica lo miró desconcertada.

Jungkook dejó su taza sobre la mesa de centro y se acercó a su novia con cuidado. Acercó su pulgar a sus labios limpiando el chocolate que dibujaba un bigote divertido.

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