Cap.24: Expulsada

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-¿E-e-está casado?- susurré. Sentí que mi sicópata interna se convertía en un demonio. La sangre se me subió a la cabeza como juego de martillo en una feria. EL demonio interno salió a flote.
-Te dije que no lo abrieras- dio dos pasos hacia atrás- No, no estoy casado.
-¿Y qué significa eso? ¿Iba a casarse con ella? ¿O está en espera para cuando regrese?- cerré la gaveta de un golpe.
-Jane, no es lo que piensas, por favor, déjame explicarte- se acercó a mí, yo levanté mis manos indicándole que no me tocara- No puedo creer que esté en manos de una niña de 17 años- rodó sus ojos. ¡Oh no! Está despertando.
-Yo no te retengo. No quiero estar ser la sombra de ningún fantastama. Si conserva todo eso es porque aún tiene valor para usted- Estoy demasiado calmada ¿Qué pasa conmigo? Creo que es más dolor que enojo.
-Jane, no voy a engañarte. Te amo, te lo dije, pero aún quiero a Paulette, ella fue muy importante en mi vida y no puedo olvidarla así por así- se encogió de hombros.
-¿Sabe que me apartaré de usted, verdad?- Resoplé, presionaba mi mandíbula. No voy a decirle nada, yo no soy de palabras, sino de actos.
-Lo sé, y me duele pero, no quiero empezar lo nuestro con una mentira- estaba diciendo la verdad. Pero no, yo no estoy para compartir nisiquiera en pensamiento.
-Perfecto....director- salí rápidamente y di un portazo. Me lancé en mi cama y comence a llorar con rabia. Lancé toda la ropa de cama y las almohadas furiosa. Volqué todas mis gavetas furiosa, tomé la lámpara de noche y la lancé contra la ventana quebrándola.
-¡Jane! ¿Qué te pasa?- gritaba Ryan.
-¡Lárgate! ¡Vete al demonio, Ryan! ¡Te odio, maldito! ¡Ojalá te hubieran abortado! ¡Eres un desperdicio de este mundo!- lancé un libro contra la puerta.
-¡Cómo quieras! ¡¡Eres una loca!!- supuse que se fue. Me senté en el suelo contra la pared que daba hacia el cuarto de Aidan.

Narrador:
Jane estaba sentada en el suelo contra la pared, justo donde se sentaba Aidan desde su habitación. Jane apoyaba su cabeza en sus rodillas mientras lloraba sollozante.
-Maldito...me mentiste...no me amas- susurraba en sollozos, su voz nisiquiera era audible. Aidan permanecía en el suelo apoyado contra la pared con una pierna flexionada y su cabeza descansaba en su propio hombro.
-¿Por qué?...No me dejas ser feliz contigo ni sin tí...¿Por qué, Paulette?- susurraba. Aidan tuvo una idea que no descartó, pero que sabía que le traería muchas consecuencias con Jane. Consideró ir a buscar a Paulette y arreglar de una vez por todas las cosas...Saber si los sentimientos por ella aún perseveraba o sólo vivía enamorado de un recuerdo, o probablemente se había metido tanto en la cabeza que la amaba y que debía esperarla que su cabeza se acostumbró a pensar que la amaba. Cuando Jane llegó; Aidan olvidó su mundo, su vida, su sentido...porque ahora todos ellos se habían convertido en una partícula del cuerpo de Jane, la deseaba en cuerpo y alma y aunque su mente le prohibía acercarla a su corazón fue imposible detener los sentimientos. Ya que lo que él sentía no era por algo que ella haya dicho o hecho, era simplemente destino, química. No era algo de ella, lo era todo. No eran sus ojos verdes, su cabello castaño, o sus labios carnosos, era toda ella. Cada nuerona, cada gota de sangre, cada célula de su cuerpo, cada una de las pequeñas situaciones en la que la envolvían la atraía hacia él. Su silencio, su presencia, su habla, su ausencia; todo lo atraía a ella. No era algo que él decidiera, o algo que ella habiese hecho, era magia...De la que se dá porque el maldito destino decide sin siquiera uno poder objetar. Caryol mantenía cerradas las heridas junto con las demás, pero sólo Jane pudo coserlas, pero él se culpaba sólo de no dejarlas cicatrizar...Tenía miedo, miedo a enamorarse ciegamente de Jane y abrir sus ojos si algún día alguna noticia de Paulette aparecía. Hary quería estar completamente seguro que no sentía nada por Paulette para entregarse completamente a Jane sin una sóla duda, pero eso sería algo que Jane no entendería con palabras, y tal vez comprobarlo le costaría el amor de Jane, pero prefería perder su amor que alguna vez dejarla o herirla por no tener claros sus pensamientos. ¡Mierda! Aidan la necesitaba, nunca tuvo tanta necesidad de alguien en su vida como en este momento, quería abrazarla, llorar con ella, acariciarla, amarla sin pensarlo ni hablarlo, sólo amarla. Justo lo mismo que necesitaba Jane. Ella pensaba en cuanto necesitaba sus brazos, su piel y su presencia. Ambos se levantaron inmediatamente, abrieron la puerta de sus habitaciones y se miraron el uno al otro, intensamente, profundo, diciéndose con miradas todo lo que no se atrevían a decirse con palabras. Era algo rápido para sentir pero, es que no era algo que ellos decidieran o que se diera con el tiempo, no. Esto era aun hechizo, instantáneo, biofísico. Apenas podian verse, las luces estaban apagadas, seguro Ryan ya estaba en su habitación. Las luces ténues eran las provenientes de los faros ubicados en la parte de afuera de la casa. Jane sintió una corriente fría entrando por la ventana de su habitación. Aidan agachó su cabeza un segundo. ¿Pensar o actuar? Se miraron el uno al otro por un segundo o una eternidad, ninguno de los dos podía confirmarlo. Aidan dio tres pasos hacia atrás y volteó hacia la gaveta donde guardaba las cosas de Paulette. El anillo, ese anillo que era de su madre y se lo dio antes de morir, haciéndole prometer que se lo entregaría a la mujer que más amaba, Aidan estaba dispuesto a dárselo a Paulette cuando regresara. Hace mucho que no abría esa gaveta y por eso no mantenía la llave, pero hoy encontró las llaves en un antiguo cajón y para no perderla simplemente la pegó en el cerrojo sin ponerle mente, nisiquiera recordaba lo que había dentro hasta que Jane intentó abrirla. Aidan volteó hacia la puerta y ahí estaba Jane, de pie con los ojos inflamados. Aidan corrió hacia ella y la abrazó con mucha fuerza, no le importaba si ella lo rechazaba o lo mandaba a los mil demonios. Jane correpondió su abrazo.
-Aidan...yo...-Aidan puso su dedo en sus labios.
-Shhh- atrapó su boca con un beso, un tierno y mojado beso entre sollozos. Aidan la empujó hacia él para cargarla, Jane enrrolló sus piernas en su cintura- Hoy no haremos el amor bajo las estrellas, lo haremos sobre la luna, y debajo de ella. Cierra los ojos y déjame introducirte entre el cielo por una noche- Jane lo miró y cerró sus ojos- Recuéstate- Jane se recostó en su hombro. Aidan bajó con ella y la subió a su auto. Jane mantenía sus ojos cerrados mientras Aidan puso una canción lenta 'Heart of Stone' de fondo. Luego de unos minutos Aidan bajó a Jane y caminó unos metros- Abre los ojos- susurró en su oído. Jane los abrió y quedó impresionada al ver aquél campo lleno de flores de Luna, el cielo abierto donde no aparecía ni una estrella, pero la luna estaba llena y grande. Todo era como lo prometió. Aidan apartó el cabello de Jane y comenzó a besarla dúlcemente en el cuello mientras Jane se derretía ante el toque de sus labios. Luego de lanzarse entre la grama y las flores de Luna entre besos y caricias se deshicieron de su ropa y se entregaron el uno al otro entre piel y piel. Aidan la tocaba tan delicadamente como si fuese un vaso de cristal, el deseo era enfriado por el amor. Él sólo podía sentirse completo en ese momento, sin ningun nombre en su cabeza, sólo la persona que amaba en sus brazos. Jane acariciaba el cabello de Aidan mientras él entraba en ella con delicadeza, al terminar Aidan se postró a su par a ver la enorme luna que los alumbraba.
-Déjame contarte una história...-susurró Aidan viendo hacia el cielo, ella lo miró y se derretía-...Hace millones de años. Cuando la tierra no existía, el sol y la luna se juntaron y se apasionaron tanto que se enamoraron perdidamente el uno del otro- suspiró. Jane seguía viéndolo con atención-...Cuando Dios creó al mundo, este necesitaba luz porque no tenía propia. Decidió que el Sol la iluminara de día y la luna de noche, y fueron obligados a vivir separados y los invadió un gran desconsuelo cuando se dieron cuenta que no iban a volver a unirse jamás, pues uno sería el opuesto del otro...La luna se llenó de tanta tristeza que se opacó, así que el Sol le dio el reflejo de su luz para iluminar la tierra. La luna tambien encantaba a los enamorados, iluminaba la noche e iba a ser la protagonista de muchas poesías. Sin embargo el Sol iba a dar calor e iluminar potentemente. La luna es como la mujer que amo, cambiante, tiene facetas y controla las mareas, los hombres han intentado ir a ella pero regresan solos y no pueden conquistarla. El sol sería fuerte e imponente, pero siempre extrañaría a su amor. Era imposible que volvieran a unirse...porque eso sería anti natural. Pero...Dios decidió que en la vida, ningun amor sería imposible...nisiquiera para los astros, menos para las personas...El amor puede lograr cualquiero cosa...Se dice que Dios les dio una oportunidad de encontrarse y amarse, una posibilidad de verse. En el que el Sol y la Luna se reclinaran el uno con el otro y se amaran por unos minutos, unos pocos minutos...donde no es recomendable verlo porque puedes quedar ciego ante su derroche de amor...el que sólo se da dos veces al año...La Luna y el Sol pasan todo el año esperando ese momento para unirse y amarse, mostrarse cuanto se han extrañado y necesitado...-miró a Jane, ambos tenían los ojos llenos de lágrimas-...El eclipse- Jane sintió una punzada en su corazón. No quería apartarse de él ¿Cómo podía hacer esto tan rápido? ¿Cómo podía causar esto en ella? ¿cómo desaparecía su insensibilidad?- Mi madre me contaba esta história de pequeño- se voltió hacia ella y se recostó en su pecho, Jane loguardó en sus brazos y al cerrar sus ojos un par de lárgimas cayeron de sus ojos. Sentía tanto, cosas que jamás sintió ni imaginó, pero no estaba segura de decir, pues pensaba que sentiría y parecería débil diciéndolas y prefirió guardárselas. Permanecieron así durante una eternidad, ninguno de los dos querían apartarse del otro, Jane comenzó a temblar del frío.
-¿Tienes frío?- preguntó Aidan, ella asintió. Aidan vistió a Jane y la subió de nuevo al auto pero el frío se había apoderado de su interior así que Aidan decidió ayudarla a calentarse más. Fueron a una cafetería en el centro de Mánchester, una pequeña que con suerte encontraron abierta a esa hora. Estaba sola, eran los únicos clientes en ella y esta canción sonaba de fondo http://www.youtube.com/watch?v=M0xNVAy1gkQ
-¿Te sientes mejor?- preguntó él frotando los brazos de Jane. Ella permanecía abrigada con la chaqueta que Aidan traía en su auto, asintió.
-¿Usted no tiene frío?- dijo frotando sus manos, él sólo le ofreció una sonrisa. Jane bebió el café de su taza- ¿Qué pasará ahora?
-No pensemos en eso...disfrutemos nuestro eclipse- susurró. Jane entendió que sería la última vez que estarían juntos. Ella sólo se trago el nudo que mantenía en su garganta y volvió otra punzada en su pecho- ¿Cómo van las clases?
-Bien- sonrió- Sabe que sé más que todos los profesores que contrató.
-Creo que le quitarías el empleo a todos...
-Inlcuso al director- bromeó. Ambos sonrieron, aunque siempre contenían ese nudo en la garganta.
-¿Te irás con tu madre?- preguntó Aidan luego de un suspiro.
-No lo sé, depende de su estado, no quiero dejarla sola más. Ya que mi padre la abandonó yo no quiero hacerlo.
-Jane, tu padre no la abandonó, él sólo...
-Basta- lo detuvo-...No quiero hablar de él, me amarga la la leche del café- Jane permanecía con ese rencon interno sobre su padre.
-Está bien- se acercó a ella y ella se acurrucó en sus brazos.
Entre charlas personales, anécdotas y bromas inocentes se terminaron el café.
-¿Dónde vamos?- dijo Jane en el auto al ver que iba en marcha desconocida.
-A verte- sonrió ¿Verme? pensó Jane.
Luego de unos minutos el auto se detuvo frente a un puente. Aidan se bajó y tomó de la mano a Jane hasta llega a la mitad del puente, un río pasaba bajo él. Aidan sentó a Jane en el borde del puente y él se situó entre sus piernas para abrazarla y besarla. Disfrutaban su eclipse, reían, hablaban y se amaban sin pensarlo, porque sabían que todo sería olvidado cuando el sol saliera.
-Te amo- dijo Jane de repente. No necesitó escarmiento, presión, nisiquiera lo hizo por conseguir algo a cambio. Lo dijo porque lo necesitaba, lo sentía y si no salía de su boca en ese instante se lanzaría por el puente. Aidan la miró a los ojos y la luna se reflejaba en ellos.
-Te amo, Jane. No importa mi pasado, nisiquiera importará mi futuro...Te amo, hoy, esta noche, ahora- acarició su cabello. Unieron sus labios en su primer beso de amor, luego de unos segundos separaron sus labios pero sus frentes permanecían unidas con sus ojos cerrados y lo único que se escuchaba era el sonido de sus respiraciones y cada uno sentía el latido del corazón del otro.
-Ven- Aidan bajó a Jane, la tomó de la mano y la dirigió hacia el telescopio situado en dirección a la luna, estaba encementado aferrado al puente. Aidan sacó una moneda, la incertó y el foco del telescopio se aclaró. Aidan ajustó la vista hacia la luna y sonrió- Ahi estás...mi amor, ahí estás feliz esta noche- se apartó y le hizo una seña a Jane para que se asomara. Jane toó el foco y se inclió para ver a travez de él. Observó la luna llena, y miró en un extremo...su lado oscuro. Aidan tenía razón en cuanto a sus similitudes, pero olvidó una...su lado oscuro. Jane tragó con dificultad- El anillo era de mi madre, me lo dio antes de morir para entregárselo a la persona que amaba el día que me casara. En el cajón hay todo tipo de recuerdos. De mis padres, de ella...-Jane supo que se refería a Paulette- Incluso hay una foto de tu padre- sonrió-...El que me trajo al mundo. Es el cajón de los recuerdos, el anillo de mi padre está ahí tambien, al igual que una muestra de las invitaciones de su boda...- Jane no contestó nada, sólo se guardó en su pensamiento su juicio.
Al regresar a casa; Aidan y Jane se despidieron en la puerta de la habitación de Jane con un beso mientras Jane soltaba la última lágrima. Tomaron sus manos y estas se fueron separando conforme ella caminaba hacia dentro de su habitación hasta desprenderse por completo el uno del otro. Jane estaba cansada, Aidan igual. Ambos se recostaron en sus camas, respectivamente, cerraron sus ojos y durmieron. Esa noche; Jane soño con su padre.
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-Jane....Jane...-escuchaba la voz de su padre.
-¿Papá?- lo llamaba llorando.
-Jane, no lo hagas...- le advertía.
-¿Hacer qué? Papa ¿Dónde estás?- miraba hacia su alrededor, pero sólo había oscuridad.
-No lo hagas, por favor- suplicó.
-¡¡Donde estás!!- gritó desesperada.

Niña Mal (Aidan Gallagher)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora