Narra Jane:
Han pasado una semana desde que regresé a casa con Aidan. Zachary se ha ido a Doncaster con su madre, casi le da un ataque cuando se dio cuenta. Él y yo seguimos mandándonos mensajes de texto, aunque a escondidas de Aidan porque tiene miedo que él termine matándolo, no lo creo, pero ¿él que sabe? es un gay.
No ha sido nada fácil. No han sido flores y colores; Aidan tiene pesadillas por las noches, al igual que yo. Los últimos tres días él ha tenido que dormir en el sofá. En las noches, cuando se despierta y me mira se pone como loco. Creo que me odia, pero en las mañanas se disculpa y vuelve a ser tan cariñoso como siempre. Es un círculo enfermizo. Sé que una parte de él, su subconsciente no está cómodo con mi presencia, pero tiene una lucha interna que lo hace estar conmigo a diario.
Mi madre aún no me habla, tampoco Rayan, sólo Gallagher. Seguramente él ya les hizo saber a la familia que Aidan está de nuevo conmigo. Mi padre me aconseja que me aleje, que no es el momento para retomar la relación. Pero, ¿qué puedo hacer yo? Es imposible vivir lejos de Aidan, es imposible que las heridas sanen si su ausencia las abre más.
─Buenos días ─susurro acariciando su cabello.
Abre los ojos y parpadea hasta que sus párpados se despegan por completo. Aidan es tan hermoso cuando se despierta. Se estira un poco y aspira, se voltea y sigue durmiendo.
─Aidan...ya es tarde, debes levantarte ─susurro en su oído.
Él me aparta con la mano y gruñe.
─Vamos, amor. Te preparé tu desayuno favorito ─olfateo el delicioso aroma de su cabello.
Aidan suelta un quejido y se envuelve más en la manta.
─Aidan, no me obligues a lanzarte una cubeta de agua fría ─lo amenazo.
─Lárgate ─masculla con voz de borracho. Está muerto de sueño, seguro no durmió nada anoche. Tuvo más pesadillas.
─Está bien, me largo a Londres ─lo chantejeo y abro la puerta de la calle. Él no se mueve para nada. Suspiro y cierro la puerta─. Idiota ─susurro para mí misma de camino a la cocina.
Veo la mesa; me siento a solas y desayuno íngrima una vez más. Veo que Aidan se cae del sofá en su intento de acomodarse.
─Mierda ─masculla, pero no se mueve. Se queda dormido en el suelo.
Termino de desayunar y recojo los platos. Dejo el desayuno de Aidan en el microondas por si quiere comerlo luego. Subo las escaleras y él continúa roncando en el suelo. Bueno, no, no roncaba, pero ojalá lo hiciera para grabarlo.
Tomo una ducha con agua fría y me visto. Seco mi cabello y lo plancho, lo he comenzado a hacer desde que Anto me cortó el flequillo. Texteo un poco con Zachary, su madre lo cuida más que nunca y me promete que regresara la otra semana porque trabajará en un café de mesero.
Voy camino a las escaleras cuando miro la habitación de Aidan con la puerta abierta. Desde que regresamos no dormimos ahí, ni él lo hace, siempre lo hacemos en mi habitación (dormir). Entro a su cuarto y veo que todo está revuelto, no lo ha hecho últimamente, esto tuvo que haber sido antes. Reviso los cajones y todos están vacíos. Él movió toda su ropa hacia otra habitación, pero aún permanecen ahí sus tarjetas calientes y algunas fotos mías. Supongo que es hora de limpiar un poco este basurero. Los hombres son unos cerdos, debo poner orden a este gallinero. Aspiro un poco la alfombra, quito el polvo de los cajones, tiendo la cama y saco los zapatos Armani que Aidan deja bajo la cama. Hay algo más allá abajo, ¿qué es? Lo arrastro hacia afuera y son...¿unos aros?
Sí, son dos aros metálicos del tamaño de mi palma cada uno unidos. Veo que tienen grabados unos nombres uno dice Aidan y el otro Paulette. Mieeeeeeeerda. Tiro los aros en la bolsa de la basura y la habitación queda impecable. Saco la basura y la dejo afuera, nunca supe quien la botaba, esta casa es rara.
Ya es más de medio día y Aidan sigue tirado en el suelo durmiendo. Me lavo las manos en la cocina y comienzo a preparar el almuerzo. Genial, yo viviendo con yo misma en casa de Aidan, para colmos él ya no trabaja en Mánchester y yo tampoco estudio ahí. Bonito futuro nos espera. Termino de cocina el almuerzo y lo sirvo en la mesa, tal vez Aidan despierte pronto. Me pongo a fregar las sartenes mientras tanto.
Siento un roce frío en mi cadera y doy un salto del susto. Miro hacia atrás y Aidan me está abrazando.
─Hola ─susurra en mi oído.
No le contesto, sólo enjuago la espuma de la última sartén.
─Lo hice de nuevo, ¿cierto? ─suspira.
Miro hacia él mientras me seco las mano y se da cuenta que mi mirada es como una bofetada que le afirma que se ha comportado como un idiota.
─Lo siento ─se disculpa.
Me volteo y me abraza con más fuerza. Esto es lo que más odio de mí. Estoy molesta con él, me abraza y ¡listo! No ha pasado nada.
─¿Vas a almorzar conmigo? ─señalo la mesa.
─¿Almorzar? ─abre sus ojos─. ¿Qué hora es? ─pregunta alarmado.
─Casi las dos de la tarde ─mascullo entre dientes.
Camino arrastrando los pies hasta la mesa y me siento. Aidan me sigue y miro su torso desnudo y su respiración agitada. No hemos tenido nada desde la noche que venimos, los otros días él me rechaza por las noches y cuando despierta él quiere y yo estoy demasiado molesta para hacer algo. Todo va en picada.
Aidan se atraganta con el almuerzo y termina antes que yo de el tercer bocado, se levanta de la mesa y me da un beso en la mejilla antes de subir a la habitación.
Me estoy haciendo demasiado vieja a los 18. Tengo mil décadas de no salir a ningún sitio, esta ya no soy yo. Se me cierra el apetito y tiro a la basura el resto de mi comida, dejo los platos en el fregadero y subo a la habitación.
Aidan se está bañando. Deseo estar con él, me quito la ropa y entro al baño, que importa volver a hacer todo el proceso de secado y planchado en mi caebello.
─Jane, ¿qué estás haciendo? ─se alarma Aidan.
─Quiero ducharme contigo ─sonrío.
─Estoy a punto de salir, pero puedes bañarte ─sale de la ducha y se envuelve en la toalla.
¿Qué hago? ¿Lo ahorco o lo decapito? No, Jane, no lo presiones. Recuerda lo que le hiciste, es normal que el tipo se sienta así, agradece que vives con él y te está dando una oportunidad.
Recojo mi ropa y vuelvo a ponérmela. Cuando salgo, Aidan está metiéndose la camina y echándose perfume.
─¿Vamos a salir? ─le pregunto.
─Yo sí. Iré a hablar con el comité educacional a que me reintegren en alguna otra universidad. Si quieres sal a ver a Eleanor, o a quien quieras ─se mira en el espejo y baté sus rizos con sus dedos.
─Eleanor no me habla, ni nadie más ─le recuerdo.
─Ve televisión, ve de compras o lo que sea. Puedes usar la tarjeta que te di, está en el bolsillo de alguno de mis pantalones ─camina hacia la puerta rápidamente.
─Aidan ─lo llamo, él se detiene y se voltea hacia mí─, ven.
Deja caer sus hombros y se regresa hacia mí.
─¿No puedo ir contigo? ─mi voz se quiebra.
─Jane, debo ir solo, volveré pronto, te lo prometo ─asegura, pero no me mira a los ojos. Hace mucho tiempo que no lo hace.
─Te amo ─susurro dando un paso hacia él. Siento el delicioso aroma de su perfume mezclándose con el de su cuerpo.
─Yo tambien ─dice frío. Da media vuelta y desaparece de la habitación.
Me siento una tonta, soy una tonta, él me ve como una tonta. Si no hago algo, seguiré siendo tonta. No puedo vengarme, eso haría la sicópata interna, pero desde el día del hospital ella desapareció de mi médula, y si hago alguna de esas cosas mi oportunidad de recuperar a Aidan se desvanece en el aire. Pero, ¿qué más puedo hacer? Ser una tonta, sí, claro.
Termino de limpiar el resto de la casa que estaba hecha un asco y miro la televisión. Me quedo dormida, estoy muy cansada...
─Hola ─escucho un susurro en mi oído. Abro los ojos y miro el rostro de Aidan sonriéndome. Que hermosa vista.
─¿Cómo te fue? ─me estiro y me siento.
─Bien. Te traje algo ─saca las manos de atrás de su espalda y me acerca una caja de chocolates.
─Gracias ─tomo la caja y la abro, adentro no hay chocolates, pero sí un pequeño sobre con una bolsita ─¿Qué es? ─pregunto.
─Ábrela ─se sienta a mi lado.
Abro el sobre y saco la bolsita, dentro hay un par de llaves.
─¿De qué son? ─las agito en el aire.
─Nos mudamos ─anuncia.
─¡Qué!
─Como lo oyes, me dieron un trabajo en Londres y nos vamos a vivir allá.
─¿Qué trabajo? ¡¿Por qué?! Mejor hubieras traído los chocolates ─gruño.
Aidan saca de su bolsillo una barra de chocolate quebrado y aguado.
─Se derritió un poco en el camino, pero sigue siendo chocolate ─deja caer la bola grasosa en mis piernas.
─¿Qué pasa contigo, Lí? ─me levanto─. Perdóname, pero esto es un asco.
─Jane, ¿qué te pasa?
─Ensucias la casa más de lo habitual, te levantas muy tarde, casi ni me hablas, NO DUERMES CONMIGO, sales todo el día, eres muy simple, y aparte no me consultas nada antes de comprar una casa en Londres...
─Es un apartamento ─me corrige.
─La puta mierda que sea, ¡estoy hasta las bolas que no tengo! ¿Qué pasa? ¡Esto ya no es lo mismo! ─exploto.
Aidan se queda pensativo viendo hacia el suelo. Luego de unos segundos alza su mirada hacia la mía pero no tarda en volverla a clavar en el piso.
─Ya no es lo mismo... ─repite mis palabras.
Siento que mis ojos arden y comienzan a llenarse de agua. Despego mis labios para hablar, pero temo formular una pregunta cuya respuesta va a deshacerme.
─¿Ya...no...me quieres? ─digo en un hilo de voz.
Aidan se levanta y camina hacia mí. Su rostro me previene de la respuesta, estoy a punto de hacerme nada.
─Jane ─suspira─. Estoy enamorado de tí...
─¿Pero...?
─...pero, creo que esto es demasiado para mí. Sabes de mis sueños, y en ellos tú eres lo malo de mis pesadillas, cuando abro los ojos tú estás ahí y siento que sigo en la pesadilla. No eres tú...
─Claro que soy yo. Es por todo lo que te hice que ahora no puedes ni dormir bien. Yo tampoco duermo bien, mi mente me revuelve todo lo que he hecho ─mis lágrimas comienzan a batirse en mi cara.
Aidan levanta sus manos para acercarlas a mí, pero se arrepiente y las guarda en sus bolsillos.
─Nadie dijo que esto iba a ser fácil.
─Aidan, nunca lo ha sido. Se acabó la pasión, el deseo y todo lo demás.
─Ya lo noté... ─susurra.
─Esto es todo, ¿cierto?
─Jane, no puedo dejarte ir. No puedo vivir sin tí, ¡entiéndelo! ─me agita de los hombros.
─Pues tampoco sabes vivir conmigo ─aparto sus manos des mis brazos.
─Algo está fallando. Cuando tú quieres estar conmigo, yo no puedo y cuando yo quiero tú estás molesta. Esto es una mierda ─reniega mientras camina de un lado ahcia otro.
─Entonces, ¿qué? ¿Esto no era nada? ¿Sólo algo pasajero y ya acabó? ─mi voz se quiebra y mis rodillas comienzan a temblar.
─Ya pasó la etapa de flores y arco iris, esto ya es otra cosa ─suspira.
─Aidan, tengo dieciocho años, estoy para flores y arco iris. Por esto es que nunca quise casarme; en cuanto uno se casa, esto es lo que aparece y peor aún, con un lazo de por vida.
─El trabajo comienza este lunes. Tienes dos días para avisarme si te irás conmigo o te quedaras ─dice recostado en la pared.
─Me quedo ─aseguro.
─Si esa es tu desición me voy mañana mismo.
─Por mí te puedes ir ya mismo ─me siento en el sofá con los brazos cruzados.
El Aidan que conocía antes se hubiese sentado a mi lado y me hubiera dicho algo romántico que yo hubiese convertido en algo gracioso, pelearíamos un poco de juego y terminaríamos en el suelo fajando. Pero, él de ahora simplemente subió las escaleras y desapareció.
No puedo llamar amigos porque no tengo, familia al parecer tampoco.
¿Qué está pasando? Aún el día del hospital yo le gustaba, y ahora ya no. ¿Qué ha cambiado?
Me quedo viendo las llaves en la mesa frente al sofá y jugueteo con ellas un rato. Enciendo la televisión y veo un programa idiota. Lo cambio y está la película Mentiras y Gordas. Ya la he visto varias veces, es toda una leche.
Veo las fiestas, los fajes y todo el desmadre que hacen. Me siento ligeramente...increíble y enormemente atraída por esa vida; la que llevaba hace unos meses, la que me era suficiente y que ahora se ve tan atractiva.
¿En qué me he convertido? En una mujer agria, aburrida y arrástrandose por un hombre que ha perdido el interés en ella. ¿Cuántas veces he hecho de mi vida una mierda y todos se alejan? Hoy. Ahora. Es el momento de empezar, y que el puto destino decida lo que vaya a pasar. No hay sicópata, soy Jane... y tengo un plan.
Miro sobre mi hombro y no hay señales de Aidan. No estoy lista para crecer, Lí. Pero, al carajo con las reglas y las terapias de parejas. Me desprendo toda la ropa y la dejo tirada en el suelo; he subido varios kilos, tengo más grandes los pechos que antes y mis piernas están más gruesas. Suspiro y subo las escaleras a como vine al mundo. Entro a la habitación y rebusco la ropa indicada.
─¡Jane! ─gruñe Aidan desde su habitación.
Ruedo mis ojos y corro hacia donde está. Entro y lo miro con las manos en la cintura negando con la cabeza.
─Dígame, jefe ─me burlo.
─¿Qué. Paso. Aquí? ─ruge.
¿Qué hubiera dicho la Jane de hace unos minutos? ''Arreglé tu habitación, estaba sucia. Lo siento, ¿has perdido algo?'' Pues parece que esa Jane no le agrada a Aidan.
─Arreglé tu gallinero. Deberías hacerlo más seguido ─ruedo mis ojos.
Aidan se voltea y me mira de pies a cabeza. Muerde su labio inferior y se acerca.
─¿Por qué estás desnuda? ─sacude su cabeza.
─La pregunta es por qué tú no ─doy un paso hacia atrás─. Por cierto, lindos aros guardabas bajo tu cama. Me hiciste llorar de la ternura de tu prueba de amor.
─¿Me registras la habitación? ─gruñe.
─Sí, soy un FBI y amo registrarte, es que me muero de celos ─digo sarcástica.
─¿Qué te pasa? ¿Por qué te comportas así? ─dice desconcertado.
─Haz tus maletas, Lí. Y que la puerta no te de donde yo te di hace unas cuantas noches ─doy media vuelta y desaparezco de la habitación─ Cretino ─digo en voz baja.
Enllavo mi puerta y me preparo. Uso un ventido negro corto y de escote pronunciado, un par de tacones negros y un collar brillante. Arreglo mi cabello y me pongo una chaqueta encima. Salgo lo más silenciosa posible. Llego al auto y arranco a toda velocidad.
Llego a un nightclub que no conocía, es enorme, se llama Butt Island. Muestro mi identificación por primera vez desde que la tengo y entro. Pido un par de tragos en la barra mientras miro la enorme pista azul con luces fucsia frente a mí.
─¿Disfrutando la noche? ─me pregunta el Barman.
─Aún no, apenas comienza ─doy un sorbo a mi copa.
─No es muy común ver chicas solas aquí, por lo general traen a sus amigas. Eres una gota de miel en un panal, nena.
─No me digas ─sonrío y pido otra copa.
─Hola, Nick. Dame un vodka ─dice una voz gruesa a mi lado. Miro hacia él y un chico cabello castaño y ojos azules está sentado a mi lado.
El barman le acerca un trago y él lo toma de inmediato.
─¿Cómo va la noche, Mark?
─Más o menos, apenas comienza ─ríe.
Me doy cuenta que está repitiendo mis palabras.
─Déjame adivinar, eres una abispa ─dice Nick.
─Buscando miel envuelta en tela negra ─siento su mirada sobre mí.
Lo miro y tuerzo una sonrisa.
─¿Sabes cuánto tienes que hacer las abejas para conseguir una sola gotita de miel? ─alzo una ceja.
─Supongo que no más de lo que yo puedo hacer ─se acerca─. Pero, podemos comenzar con un vodka ─mira a Nick y este le da un trago. Mark lo arrastra por la barra frente a mí.
Vodka, no puedo tomarlo. Perderé el control.
─No tomo vodka ─me niego.
─¿Cómo te dejaron entrar, pequeña? ─se burla.
─Definitivamente no ofreciendo vodka ─contraataco─, eso ya está pasado.
─Uuuh ─escucho alrededor.
Me doy cuenta que no estamos solos, hay tres chicos y dos chicas detrás de nosotros. Inconfundiblemente, son amigos suyos.
─¿Casada? ─mira hacia mi anillo.
Echo un vistazo al anillo que me dio Aidan y esta volteado haciendo parecer un anillo de bodas. Lo delizo rápidamente y muestro el diseño para evitar desmentir que es de matrimonio.
─¿Intimidado? ─pregunto.
Otro Uuuh fue emitido de atrás.
─¿Quieres bailar? ─se rinde.
─Tal vez luego que haya tomado un trago ─rio. Unas carcajadas fueron emitidas de atrás.
El chico sonrió decepcionado y se levantó. Otro de los chicos que estaba atrás se acercó.
─Hola.
─Hola ─rodé mis ojos.
─Has bateado a mi amigo, y muy alto ─negó con la cabeza sonriendo. Este tenía el cabello negro y los ojos grises, era de tez blanca y tenía los labios finos. No de mi gusto.
─¿Y tú bienes por otro homerun? ─me burlo. Miro hacia Nick y le pido un martini. Las risitas de atrás no cesan.
─Martini. Interesante elección ─susurra.
─Anótalo en tu lista, y le pasas el tip a tu amigo bateado ─le guiño un ojo.
─Mira, no trato de ligarte, sólo quieor que seamos amigos ─intenta.
─Claro, te llamo mañana para que vayamos de compras, los gay siempre saben de moda.
Las carcajadas de atrás se vuelven cada vez más intensas.
─Ven ya, John. La chica no quiere barnizarte las uñas ─bromea una chica de atrás.
John se levanta y regresa con ellos. En tres egundos ya hay otro chico a mi lado.
─Andas muy a la defensiva hoy, ¿eh? ─cabello negro, ojos marrones y tez oscura.
─Sí, ¿quieres ayudarme a batear al siguiente que venga? ─me tomo el martini y doy la vuelta sobre el asiento. Miro a los chicos que están viendo y las chicas riendo.
─C-Claro ─balbucea.
─Bien, hazme un favor y diles que en todo lo que han fallado es que han creído el cuento de que a las mujeres se les entra por el oído...
─¿Y cuál es la realidad?
─Por la vista, y lo que veo tiene menos de diez centímetros ─hago un cuadro con mis dedos viendo hacia las entrepiernas de los chicos. Luego hacia el chico de mi lado y hago un ruido con mis dientes ─Existen bebidas que ayudan en eso. Viagra, clásico ¿no? Pueod recomendarte a un amigo que las vende ─me burlo.
El chico se levanta y yo me volteo de regreso a la barra. Esta vez es una chica la que se sienta a mi lado.
─Soy heterosexual ─la bateo inmediatamente. Los chicos de atrás estallan a carcajadas y ella se levanta.
Esto ya me está fastidiando. Si se sienta uno más le digo mil y un cosas que le entumecerá hasta el purro. Alguien se sienta a mi lado, es un chico, lo sé porque lleva pantalones. Aspiro aire y me volteo hacia él para decirle las mil y un putas que lo...
─Hola ─susurra él con una sonrisa traviesa.
Me quedo sin respiración y abro mi boca. Por Dios, se mira perfecto. La masa de chicos que estaban atrás burlándose aumentó, está más cerca y ahora son como quince mirando y esperando que me batee al que tengo en frente.
─Hola ─muerdo mi labio inferior.
─Toma ─me ofrece un trago de vodka.
─El vodka me hace... hacer cosas que no quiero ─le explico tímidamente.
Sus ojos verdes persiguen los míos. Mis manos comienzan a enfriarse y trato de esquivar mi vista de la suya.
─No te lo he preguntado ─masculla entre dientes.
Miro el vasito diminuto frente a mí y lo tomo entre mis dedos. Lo empino en mi boca y trago el líquido.
La masa de gente detrás jadea incrédulos.
─Gracias ─le devuelvo el vaso.
─No deberías estar sola aquí.
─Yo puedo estar donde quiera.
─¿Sola? ─enfatiza.
Clavo mi mirada en la suya. Sus ojos verdes me penetran los míos intensamente. Sus labios rojos y brillantes flamean.
─¿Se te ofrece algo? ─pregunto perpleja.
─Olvídalo, chico. Es una chica imposible ─se burla un chico atrás.
Venir a ligarme se ha vuelto un deporte. El chico los ignora y me sonríe. Alzo una ceja y apoyo mi barbilla en mi mano.
─¿Sabes algo, niña? Quiero arrancarte la ropa y entrar en tu cuerpo toda la noche, y quiero comenzar ahora ─masculla con autoridad.
─¿Ah si? ¿Y qué harás para convencerme? ─bufo.
─Más bien...¿qué harás tú para convercerme de que lo haga? ─susurra a un par de centímetros de su rostro. Su aliento tibio choca con mis labios y me eriza la piel. Tengo ganas de devorar sus labios rojos y enrredar mis dedos en su cabello castaño.
Mi corazón palpita a toda velocidad y mi piel se eriza ante la cercanía. Miro por el rabillo dle ojo que todos están boquiabiertos.
Vamos, Jane. No puedes ponérsela fácil, que luche.
─Yo... ─dudo─. Tomaré otro martini ─me aparto de su rostro a regañadientes y pido otro martini.
Los chicos de atrás ríen y se acercan cada vez más.
─Deberían meterte en un internado, tal vez así aprendas a portarte bien ─muerde su labio. Cuanto quisiera por mordérselo yo.
─No siempre funciona la idea de los internados, ....ni de los cuidadores ─me acercoa su rostro.
─¿Ah no? A mi me han dicho que esa es una técnica bastante efectiva.
─Si funcionara yo no estuviera aquí ─alzo una ceja.
─Si no funcionara tu respiración no estaría tan agitada ─baja la mirada hacia mis pechos que se mueven rítmica y rápidamente─. Déjame confirmarlo ─Roza su mano con mi pecho y acaricia mi cuello resbalándose hacia mi esternón y rozando mi escote─. Sí, mi teoría está bien ─alza sus ojos perfectos hacia mi rostro─. Aunque tal vez, necesite de todos mis sentidos para comprobarlo ─Agracha y rostro y clava su mirada en mis pechos, luego roza su nariz en él y los mira mientras aprisiona su labio inferior con sus dientes. Abre la boca y libera su labio, los acerca a mi escote y pasa la punta de su lengua por mi pecho ligeramente descubierto.
Jadeo ante la sensación de su lengua mojada y cierro mis ojos. Abor mi boco y dejo salir el aire contenido. Mierda, me estoy calentando. Siento una respiración frente a mi rostro y abro los ojos.
─Comprobado ─asegura el chico viendo hacia mis labios.
No puedo más. Necesito sentir su cuerpo sobre el mío. Lo deseo, como siempre.
─¿Quieres ir a un sitio más privado? ─me ofrece en voz baja.
─No tengo tiempo para ir a esconderme a un motel ─le informo.
─No hay por qué salir de la discoteca ─roza sus dedos en mi mano y baja a mi pierna. Mete su mano lentamente por debajo de mi vestido y se detiene antes de llegar más dentro─ ¿Y bueno? ─alza una ceja.
Mi respiración se agita más y me desespero. Asiento rápidamente y él expande su sonrisa. Saca su mano y se levanta. Me levanto tambien y me toma de la cintura. Caminamos a través de la masa de gente quienes están boquiabiertos y asmbrados.
Atravezamos la disco hasta llegar a los baños. Entramos a una caseta y se sienta sobre el lavabo, me sienta a horcadas sobre sus piernas y comienza a besarme apasionadamente. Acaricia mi espalda desesparadamente y yo entierro mis dedos en su cabello castaño alborotado.
Me lavanta ligeramente y me sube el vestido hasta la cintura, me vuelve a setar y besa mi cuello a mordiscos. Mete sus manos bajo mi vestido y acaricia mi trasero y mis piernas presionando mi piel con sus dedos. Desprendo los botones de su camisa y me deshago de ella. Acaricio su pecho desnudo y muerdo sus pezones. Mojo con mi lengua su abdomen plano y mordisqueo su cuello. Él desabrocha mi sostén y lo lanza al suelo. Se atraganta con mis pechos y siento cosquilleos desenfrenados recorriendo todo mi cuerpo. Jamás lo había hecho en un baño público, y menos con un extraño, bueno, no tan extraño.
─Por favor, entra en mí ahora ─le suplico.
El chico se levanta y baja el cierre de sus pantalones, quita su ropa interior y rompe la mía. Siento algo duro y caliente golpeando contra mi abdomen. Me toma de la cintura, me levanta y me sostiene contra la pared. Separa mis piernas y entra en mí profundamente. Doy un gemido fuerte y araño su espalda. Sale de mi y se estampa de nuevo contra mi pelvis. Mis tacones están en el aire y estoy contra la puerta del baño. Él devora mis labios y los muerde con fuerza. Entra y sale de mi con mucha fuerza y yo jadeo descontroladamente.
Luego de unos minutos me baja y me pone de espalda arrecostada contra el lavabo. Se posa detrás de mí y vuelve a entrar con fuerza. No puedo evitar liberar gemidos y gritos. El chico me toma de la cintura en cada embestida y me hace llegar hasta el clímax mientras siento que dentro de mí se vacía algo caliente y húmedo.
Nos separamos y él me besa apasionadamente. Siento su respiración agitada y él tambien suelta unos gemidos.
─Eres increíble ─susurra entre besos.
─Tú también. Lo haces espectacular ─me subo sobre él y rodeo mis piernas en su cintura.
─¿Quieres ir a un hotel y continuar con esto? Te puedo asegurar que esta noche no dormirás... ni querrás hacerlo ─susurra.
─Llévame donde quieras ─estampo mi boca contra sus labios.
Luego de unos segundos nos despegamos y nos vestimos incómodamente dentro de la caseta del baño. Lanzo mis bragas rotas a la basura y salimos del lugar.
El chico entra al asiento del piloto de mi auto y lo arranca, despues de todo, es suyo.
Nos estacionamos frente a un hotel y nos registramos como Mama y Papá Night. La mujer de la recepción rio pero aceptó los nombres. Pagó con su tarjeta y subimos a la habitación.
Me lanza sobre la cama y termina de romper mi vestido.
─Te quedaba hermoso, pero me estorbaba demasiado ─ríe.
Desprendo su ropa y comenzamos a amarnos en la cama del hotel. La cama daba golpes contra la pared y terminó alejándose de ella hasta la mitad de la habitación.
Él era todo un experto, y me hizo sentir más viva que nunca. Terminamos hasta que el sol salió y no pudimos más.
Cuando desperté, él estaba a mí lado. Pensé que iba a desaparecer en cuanto amaneciera, o en cuanto yo me durmiera. Rozo el contorno de su rostro con las yemas de mis dedos y acaricio sus hermosos rulos castaños. Planto un beso en sus labios y sus párpados se despegan. Me sonríe al verme y acaricia mi rostro. Nuestros cuerpos están adheridos, puedo sentir toda su anatonmía entrelazada con la mía.
─Buenos días ─susurra a centímetros de mi boca.
─Hola ─junto mi frente con la tuya.
─¿Cómo dormiste? ─pregunta.
─Ese fue el problema, que me dormí.
Él expandió su sonrisa.
─Podemos hacerlo todas las veces que quieras ─cierra sus ojos.
─Eso sería alucinante ─despego nuestras frentes para poder verlo a los ojos.
─Estuviste increíble ─me toma de la cintura y me rueda sobre él. Su pecho choca con el mío y nuestras respiraciones se mezclan.
─El mérito no es mío, alguien me lo enseñó muy bien.
─Un tal Lí, supongo ─estira su sonrisa.
─Ese mismo ─junto mis labios con los suyos y lo beso suavemente.
─Te amo ─susurra.
─Y yo a tí ─lo miro a los ojos─. Gracias por hacer esto.
─No quiero perderte, Jane. Y si eestos jueguitos traviesos son la clave para mantener viva nuestra pasión, por mí los pasaría haciendo toda mi vida.
─Fue muy divertido ─aseguro.
─Hubieses visto lo que decían los chicos que te acosaban anoche. Que por cierto, debo cobrar una apuesta ─ríe.
─¿Qué apuesta? ─frunzo el ceño.
─El que te llevara a la cama se llevaba el auto de todos.
─Debes cobrar esa apuesta, quiero un auto ─digo recostada congtra su pecho─. Pero, no es justo. Sabía que tú eras el único que podías hacerlo.
─Nadie fijó reglas ─escuché el sonido de sus risas a través de su pecho.
─¿Quieres volverlo a hacer? ─le sugiero.
─Eres insaciable ─niega con la cabeza y me rueda para quedar bajo su cuerpo.
─Soy insaciable de tí, Aidan ─uno mis labios con los suyos y comenzamos de nuevo con nuestros juego de pasión.
ESTÁS LEYENDO
Niña Mal (Aidan Gallagher)
FanfictionLas fiestas, la ropa, los chicos, la fama, el dinero, la posición social y todos los demás placeres de los que puedo gozar.7 A mis cortos 16 años he vivido muchas cosas, nada malas por suerte. Padres millonarios y viviendo la vida que me merezco.13 ...