Capítulo cincuenta y seis

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"¡Rudy!" Una mujer silba

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"¡Rudy!" Una mujer silba. "Rudy... ¡Vamos! ¡Hace demasiado calor para hacerme venir a buscarte!" Se inclina para agarrar un juguete y cuando se pone de pie, Klaus está parado a apenas un pie de distancia.

"Lo siento mucho. No quise asustarte."

"¿Puedo ayudarte?"

"Sí, mi coche se quedó sin gasolina hace un par de millas", explica Klaus fingiendo un acento estadounidense. "Eh, siento que he estado caminando desde siempre... Tu casa es la primera a la que vengo, ¿así que solo esperaba poder usar tu teléfono?"

"¿No tienes un teléfono?"

"Je, sí... La batería se agotó. Mira, te prometo que no soy un asesino en serie, solo quiero usar tu teléfono".

"Claro"

"Entonces, ¿puedo entrar?" Klaus cuestionó, siguiéndola un par de pasos.

"No, cogeré el teléfono y te lo traeré".

"Pensé que se suponía que ustedes, los campesinos, debían ser más confiados", gruñó Klaus, volviendo a su acento natural.

"Soy de Florida", dice la mujer.

"Bueno, eso lo explica," Klaus acorta la distancia entre ellos y tiene su garganta en sus manos antes de que ella pueda parpadear. "Ahora muéstrame un poco de hospitalidad sureña", le obliga. 

La mujer invita a Klaus a entrar. Los dos se dirigen a la cocina donde está cocinando otra mujer. Está hablando, pero se congela cuando ve a su novia aterrorizada junto a Klaus.

"Por favor, no te alarmes. Me dijeron que Ray Sutton vive aquí", afirma Klaus.

"Él casi nunca está aquí. Está en la carretera principalmente", dice, con el corazón martilleando en el pecho.

"Pero espero que llegue a casa una vez al mes", asume Klaus. La expresión de sus rostros confirma su suposición. "Eso es lo que pensé. ¿Dónde está ahora? Si tengo que hacer que me digas, será infinitamente más doloroso para ti."

La chica se aleja dejando a su compañera rubia sola con Klaus.

"Ella es dulce, ¿no es así?" Klaus murmura, tirando de la mujer tras el fugitivo.

"Si hay una cosa que simplemente no puedo soportar..." declara Enzo parado al otro lado de la puerta mosquitera. Sus ojos se fijan en la mujer de piel oscura. "Es deslealtad". Sus ojos se endurecieron. La mujer gime volviéndose hacia Klaus, él le da una mirada burlona.

"Está en Toll. Está cerca de la frontera. Un bar llamado Southern Comfort. Está en la autopista 41". Ella revela. Mientras Enzo está contento de que ella renunció a la ubicación, él se queja ante otra demostración de deslealtad.

"Gracias, mi amor. Ahora, ¿puede entrar mi pareja?" Klaus pregunta, acariciando el cabello de la mujer rubia.

"Sí." La mujer llora. Enzo sonríe y se pavonea en la casa.

AlvinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora