Capítulo cincuenta y uno

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A medida que avanzaba la noche, no pudo encontrar en sí mismo cerrar los ojos durante más de un par de minutos antes de que se abrieran de nuevo

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A medida que avanzaba la noche, no pudo encontrar en sí mismo cerrar los ojos durante más de un par de minutos antes de que se abrieran de nuevo. Miraría la oscuridad de la habitación rezando, por el bien de Jeremy, todo saldría bien. Honestamente, no podía esperar hasta que sobrevivieran a Elena y ya no tendría que preocuparse por ella.

"Enzo", dice Alvina, su voz tensa y estresada.

"¿Qué pasa?", Pregunta Enzo, temiendo lo peor. Lo último que quería era que Alvina se lastimara mientras él estaba aquí con Jeremy. Está rodeada de muchas personas que no conocen y en las que no confían. Se sentirá mucho mejor cuando ella vuelva a la vista.

"Jenna ha sido secuestrada y obligada a hacer la transición. Tienes que encontrar a otra persona que ocupe su lugar en el ritual", le dice Alvina.

"Yo me encargaré", le promete Enzo. Si bien se sintió aliviado, nada parecía estar mal con Alvina, sabía que tenía que actuar rápidamente para que Jenna saliera libre. "Es una cosa tras otra", murmura para sí mismo.

Sus ojos se posaron en Jeremy. Mientras que Jeremy recuperaría a Elena, si Enzo no podía salvar a Jenna, Jeremy la perdería para siempre. Además, le agrada Jenna. Ella es amable. Ama a Elena y Jeremy con todo su corazón. Puso su vida en pausa solo para cuidar de los dos.

Deslizándose fuera de la cama, Enzo tira de las mantas hacia arriba sobre Jeremy antes de salir de la habitación. Le tomó un tiempo llegar al lugar que había estado buscando, pero cuando llegó se alegró de encontrar a quien buscaba sentado en el porche.

Cuando Alvina lo liberó de Augustine, una de las primeras cosas que hizo fue perseguir a los involucrados en la organización. Sin embargo, una noche no es suficiente para involucrar a todas las ratas. De vez en cuando, se desviará de sus compañeros cuando pueda localizar a uno de los médicos. Su curso de acción habitual suele ser más personal, pero tiene otros planes para este en particular.

"Doctora Angela Brims", dice Enzo, deteniéndose al pie de los escalones que conducen al porche. Si bien su exterior permanece estoico, Enzo puede escuchar los latidos de su corazón escalar. "Tu día del juicio final ha llegado"

"Ya no soy parte de Augustine... me fui", le susurra. Sube lentamente los escalones. Su cuerpo se vuelve más tenso cuanto más se acerca.

"Bueno, espero que hayas podido disfrutar de la vida fuera de ese infierno", le dice. "Porque ahora se acabó", dice, acercándose a ella. Su boca se abre pero las palabras mueren en su garganta. "Tengo un poco de prisa, cariño, vamos a tener que hacerlo rápido".

"Espera-" Enzo ignora su breve protesta y la saca de su asiento. Ella lucha contra él, pero él le mete la muñeca sangrante en la boca hasta que no tiene más remedio que beber el líquido metálico. "Por favor-" suplica, pero Enzo la ignora una vez más. Con un chasquido de su cuello, cae inerte en sus brazos.

AlvinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora