Capítulo V | Especial

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2 días después

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2 días después.

4 de Octubre del 2012.
Miércoles, 9:35am.

¡Genial, Mikela! ¡Cuando la señora Weber te necesita de verdad llegas tarde!

Estoy corriendo para llegar lo más pronto al cafetín. Hace dos horas debía estar allá, haciendo la masa del pan pero adivinen quién se quedo despierta leyendo.

¡No es mi culpa, estaba leyendo un cuento infantil!

Y sí, es infantil, Hugo me recomendó que fuera despacio con los libros, no fue hace mucho que inicie a leer.

No sé escribir y apenas se leer bien.

Les cuento mientras voy a potencia de una bala. Después de que sucediera lo de mis progenitores, no pudieron inscribirme en la primaria a causa de mi documentación que nunca se encontró junto con el dinero. Me sorprendió todo eso ya que, mi familia nunca tuvo problemas económicos; madre siempre lo alardeaba con sus amigas de otras ciudades y las baratijas onerosas que compraba, padre se enojaba con ella por eso. Mis documentos de nacimiento, seguro y lo que seria todo eso, desaparecieron de la faz de la tierra.

Como si nunca hubiera existido.

Padre era el que trataba en sus tiempo de educarme. Madre nunca le intereso eso.

Fui educada en casa. Pase el kinder con un tutor que había contratado padre. Uno de sus tantos contactos. Y hasta ahí llegó mi nivel de educación.

Sé sumar, restar en mi cabeza, contar hasta cien; lo básico sobre animales; comida; atención en actividades específicas y uno que otro conocimiento por la señora Weber. La señora Weber no podía educarme, la frecuencia a la que debía de ir al trabajo para mantenerme era inmensa. Recuerdo que pasaba todas las tardes solita en la sala viendo su foto de joven, esperando a que regresara del cafetín, han pasado los años y aún me recibe siempre con un abrazo acompañado de un beso sintiéndose agotada. 

Con ella pude descubrir ese sentimiento que jamás experimente. Ella es tan opuesta a mi progenitora. En verdad amo a la señora Weber. Ella no me ve como un desperdicio como lo hacia madre...

Las calles están un tanto agitadas para ser las nueve y pico, paso lo más desprevenida entre las personas, pero no puedo evadir sentir  sus ojos posados en mi, esto es tan... ¡Ahh!

Todos son unos hijos de putas, hablando siempre de mi... Consíganse una puta vida

Limpio la suela de mis zapatos en el tapete a los pies de la puerta del local, chequeo mi ropa a ver si estoy sucia o mal arreglada. Acomodo mi delantal doblado, remango las mangas de mi suéter y me hago una cebolleta en el cabello.

―A ver que nos espera... ―Mascullo sin emoción alguna, acercando mi mano al picaporte de la tienda y  entrar.

El ligero tintineo de la campanita cerca de la punta de la puerta avisa mi asistencia. 

𝐃𝐄𝐌𝐎𝐍𝐒 (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora