¡¿Profesor?!

83 14 56
                                    

18 de Diciembre, 2010.

Era una mañana bastante agradable, un rubio de ojos esmeralda con grandes y gruesos lentes caminaba tranquilamente por la calle con un suave sonrisa en su rostro angelical que todos volteaban a ver, llevaba consigo una bolsa de tela color blanco mientras se dirigía a un centro comercial en donde lo esperaba su pareja, era un día especial después de todo había sido hace años de ese mismo día que iniciaron a salir cuando estaban en la universidad, distraído por sus pensamientos dos voces lo asustaron sin intención alguna, eran sus estudiantes, después de quedarse sin trabajo el y Rusia pudieron conseguir ser profesores, Colombia como profesor de matemáticas y Rusia como profesor de geometría, esbozó una sonrisa mirando a ambos preadolescentes.

- Niños, que inesperado haberlos encontrado aquí.

- Mejor dicho que inesperado es verlo aquí profesor, ¿A dónde va?. - Preguntó la chica que poseía un cabello extremadamente pelirrojo y una piel blanquecina que adornaban sus ojos carmesí oscuros de nombre Mónaco.

- Voy al centro comercial, me reuniré con alguien. - Dijo amablemente y haciendo algo de misterio en el asunto viendo las expresiones curiosas de sus estudiantes.

- ¿Podemos ir con usted profe? No hemos encontrado nada que hacer con nuestras simples vidas de adolescentes hormonales. - Sonrió bromista el chico de cabello tinturado de azul marino y de ojos color miel llamado Nauru.

- Claro, sólo no me pierdan de vista, sería muy difícil encontrarlos o que ustedes me encuentren y más en estas fechas, después de todo se aproxima la navidad. - Sonrió dulcemente a los chicos que empezaron a seguirlo y a veces jugar con sus manos o molestarlo a modo de juego algo que nunca lograban.

En unos pocos minutos llegaron al centro comercial, estaba igual que siempre como solía recordarlo Colombia en su adolescencia cuando salía con Rusia directo al último piso, con un leve instinto agarró las manos de Mónaco y Nauru para que no se separan de él, no reprocharon y lo siguieron como si el fuera el padre de ambos, hablaban de varias cosas haciendo reír en repetidas ocasiones al rubio.
Caminaron por el mar de gente aproximadamente unos 20 minutos, a pesar de todo no estaba tan repleto como en años anteriores y eso calmaba un poco a Colombia pues perder a dos estudiantes en un lugar así le podría costar realmente caro. En un impulso dejó de poner atención a sus estudiantes y subió su mirada la cual se encontró con los ojos que lo llamaban, esos intensos ojos azules que le dejaban sin habla por el portador de estos, esbozó una sonrisa particular que a la vista de sus estudiantes nunca habían presenciado, caminó junto con ellos estando cara a cara con Rusia que le dedicó una sonrisa ladina y una burlona a los preadolescentes.

- Veo que trajiste compañía, tal parece que se encariñaron mucho con el profesor que más los hace reprobar. - Se burló manteniendo una actitud un poco seria y a la vez divertida.

- ¡P-profesor Snoklivir!, No pensé que se llevará bien con el profesor Granada, digo, no creo que usted sea de esas personas ya sabe, que se relaciona con alguien con su personalidad opuesta. - El nerviosismo de la pelirroja era evidente, después de todo Rusia era temido en toda la escuela mientras que Colombia era el más querido.

- Bueno, ustedes sólo me conocen en mi ámbito laboral, que les repruebe cada vez que cometen una barbaridad no significa que no me lleve bien con alguien como Colombia. - Sonrió levemente pasando uno de sus brazos por los hombros de rubio. - Y como fueron invitados de él pueden ir por donde se les antoje con la simple condición que no nos pierdan de vista, es incluso más fácil que una suma. - Agregó dándoles su aprobación.

El día pasó con extrema tranquilidad y calma, después de todo era algo gracioso ver a sus estudiantes correr para encontrar a ambos hombres como si fueran unos pequeños niños, Rusia le dirigió una mirada interrogante a Colombia la cual el respondió negando con su cabeza, una sonrisa algo pícara se escondió en el rostro de Rusia con una intención para unas horas más tarde, el medio día se hizo presente y en un lugar se dispusieron a comer un par de cosas que Colombia había traído en aquella bolsa de tela.

- Profes, disculpen pero... ¿Cuántos años tienen? Parecen de 20. - Preguntó Nauru con algo de curiosidad en su tono de voz.

- Los dos tenemos 34, nacimos en 1976. - Dijo sonriente el rubio que al instante río un poco al ver la expresión de ambos preadolescentes.

- ¡¿34?!, !Pero se ven jóvenes!. - Exclamaron sorprendidos al unísono causando una risita por parte de los dos hombres.

- Verán, por alguna razón a nosotros los hombres los años no se nos notan, además depende como sean, la actitud y cuanto te matas trabajando te hace ver más viejo. - Afirmó el albino terminando de comer.

- El profesor Granada será eternamente joven siguiendo esa lógica. - Río un poco la pelirroja.

- El futuro es algo incierto pero tal vez tengas razón Mónaco. - Sonrió el de gafas.

Todos terminaron de comer y siguieron su rumbo incierto por el centro comercial, era agradable en realidad a pesar de que no fueran a comprar nada, unos minutos después Rusia puso inicio a su pequeño plan el cual no requería de mucho, no era alguien vengativo pero después de que Mónaco y Nauru hubieran roto su taza que le había regalado Colombia tenía que vengarse de alguna manera y a la vez disfrutar la experiencia.
En una pequeña oportunidad Rusia guío a Colombia hacia uno de los baños que estaban fuera de servicio, lo tomó desprevenido en ese instante y lo acorraló contra una de las paredes llenas de azulejos blancos, lo besó con intensidad y por respuesta el rubio correspondió como siempre con un leve sonrojo en sus mejillas, el beso se tornó altamente pasional y Colombia sabía lo que pasaría pero de igual manera no podía detenerlo, el albino subió las piernas de su contrario poniéndolas a los lados de su cadera haciéndolo sostenerse de allí para tenerlo a su altura, besos, chupones y mordidas leves recibía el cuello del de gafas, con lentitud bajaba y desabotonaba la camiseta del rubio vaciando mordidas en su clavícula y besos en sus pectorales, era inevitable para el soltar gemidos aunque lo hacía lo más bajo que podía para no llamar la atención de cualquier persona que pasara.

Mónaco y Nauru buscaban a sus profesores con algo de desesperación, aunque eso no les serviría de nada si no pensaban, con su corta memoria fotográfica concluyeron que estaban en los baños, ni cortos y perezosos se dirigieron allí aunque claro Mónaco era cautelosa después de todo era el baño de hombres, al abrir la puerta de ese baño ambos quedaron en shock al ver la escena, su profesor de matemáticas estaba sumiso completamente a las caricias de su profesor de geometría, las mejillas de ambos se calentaron de vergüenza.

- !¿Profesor?!. - Exclamaron al unísono pero siendo prudentes en que sólo ellos escucharan lo cual lograron al obtener sus miradas.

- No sé que le ven lo raro, un día agarré desprevenidos a unos adolescentes haciéndolo en la biblioteca. - Se excusó el albino con una sonrisa ladina bastante burlona dedicada a sus estudiantes, con delicadeza bajó al rubio dejándolo de nuevo en el suelo y con un sonrojo algo notable.

- Pero ustedes están casados, eso es infidelidad. - Reclamó Nauru esperando la respuesta de ambos hombres al respecto.

- Lo estamos pero ni siquiera fue una infidelidad, yo soy el esposo de Rusia. - Sonrió aún con aquel color carmesí en su mejillas.

Los dos preadolescentes quedaron boqueabiertos sin saber que decir, una risita se hizo notar por parte de ambos hombres que se dedicaron a explicarles a sus estudiantes la situación, verdaderamente Rusia anhelaba tener una cámara para fotografiar cada expresión de ellos, en cuestión de dos horas se había hecho algo tarde y la explicación acabó, se despidieron amablemente de ellos y con una leve sonrisa Rusia agarró a Colombia de su cintura mientras caminaban a casa.
No borraría por nada del mundo ese momento y el rubio tampoco pues el recordarlo sólo le hacía bastante gracia, no fue un día para nada normal pero se divirtieron y lo harían incluso más esa noche, quien diría que Rusia es el marido de Colombia, al parecer Mónaco y Nauru no.

The Assistant And The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora