Humano x Dragapult (F)

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Nací y crecí en un pueblo en una pequeña región montañosa, bastante aislado de las ciudades mayores, era un niño timido y prefería relacionarme más con los Pokémon que con mis vecinos.

Tanto tiempo estando rodeado de ellos me convenció de volverme un entrenador Pokémon, desafortunadamente no tenía los medios para ser uno, al menos no de manera legal.

En mi pueblo no había un lugar donde registrarme y obtener mi licencia por lo que solo me limitaba a convivir con Pokémon salvajes con los que he conseguido entablar amistad.

Se encariñaban conmigo, y yo jugaba con ellos e incluso los alimentaba, aunque me han dicho que eso puede ser peligroso. Ellos nunca me han hecho daño.

Un día cuando decidí romper reglas, me aleje más de lo habitual para explorar el bosque y el pie de una de las montañas, iba acompañado por un grupo de Pokémon quien fueron guiandome y protegiéndome. Tantos años con ellos podía entender una buena parte de su dialecto.

Más tarde encontramos una cueva, estaba oscura a pesar de ser de día, uno de mis acompañantes resultó ser de tipo fuego, así que pudimos explorar el interior con su luz.

Era bastante profundo, por un segundo temía que algún Pokémon grande durmiera aquí.

Pero al final encontramos algo, o más bien alguien.

Un par de ojos tan abiertos que parecía un par de platos apareció frente al grupo, flotaba en el aire y luego parpadeo un par de veces antes de chillar y retroceder lentamente.

Nadie sabía lo que era, pero con cautela nos acercamos más a eso, demostrando que no somos hostiles para que pudiera revelarse ante nosotros.

Luego, se mostró.

Era un Dreepy. Se veía asustada y confundida, se oculta detrás de una roca mientras ve con detenimiento a nuestro grupo.

Me acerqué a ella para tranquilizarla, se mostró temerosa pero al final se deja tocar.

Mi mano en su cabeza la había relajado, pero mostraba desconfianza.

Nos quedamos junto a ella por una hora, nos presentamos y jugamos con ella, poco a poco se volvió más sociable, aunque era bastante tímida. En ese momento quizás no me percate, pero Dreepy se mantuvo todo el tiempo cerca de mí.

En los días siguientes y cuando me fue posible, íbamos a visitarla en la misma cueva, intente comunicarme con ella para conocerla mejor, pero parece ser que no entiende mis palabras ni mis gestos, podría ser una recién nacida que tal vez fue abandonada o perdida por sus padres.

Investigué más sobre su especie, y encontrarlos fuera de la región de Galar eran muy raros, jamás supe cómo fue que Dreepy terminó ahí sola.

Pasando las semanas, me recibía con una tierna sonrisa, llegó al grado de dejarse cargar por mi, aunque no se sentía mucho ya que se la pasaba flotando y apenas sentía su cuerpo en mis brazos. Se volvió amiga de muchos de los Pokémon del bosque pero no convivía tanto con ellos como conmigo.

Me agradaba mucho, tanto que quise llevármelo a mi casa. Y eso fue lo que hice.

Se mostró muy temerosa cuando recorrimos la aldea, los humanos le causaba miedo al igual que las estructuras de madera y roca, fue en ese caso que si se dejaba caer en mi brazos pidiéndome que la cubra.

Mis padres se sorprendieron al verme con ella, al principio no estaban seguros si era buena idea recibirla, pero pude convencerlos de que soy muy capaz de cuidarla.

Siempre había querido tenér mi propio Pokémon, y ahora mi deseo se cumple.

Éramos inseparables, jugábamos juntos, dormíamos juntos, comíamos juntos. Todo durante mi niñez.

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