Primera parte 3

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En su niñez, Justina frecuentemente había sido acariciada por la modista de su madre. Ahora que estaba sola y abandonada, buscó a esa mujer para pedirle ayuda en aquel momento de desdicha.
La modista era una mujer de baja estatura pero corpulenta; tenía músculos que parecían los de un hombre, y casi siempre estaba de mal humor. Su rostro se iluminó ligeramente cuando vio a la encantadora Justina en el quicio de su puerta. Se iluminó todavía más cuando abrazó a la muchachita. La apretó contra su pecho y colocó su carnosa mano justo donde inicia la curva de sus nalgas sutilmente redondas.
Sin embargo, cuando escuchó las desgracias de Justina, la morena criada la apartó de sí.
- Si esta tarde quisiera escuchar historias tristes -dijo- iría a la ópera.
Y entonces cerró de golpe la puerta en la cara de Justina.

Justina o Los infortunios de la virtudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora