Primera parte 5

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Dejemos por el momento a la desdichada Justina y pongamos nuestra atención en Julieta, quien aun cuando no tenía mejores prendas que su querida hermana, se convirtió, en tan sólo quince años, en una dama poseedora de un título nobiliario, importantes ingresos, bellísimas joyas, residencias en la ciudad y en el campo, y del amor y la confianza de un respetado consejero de Estado. Por supuesto que su acenso en el mundo no fue nada fácil, pues verdaderamente sólo a través de un arduo camino puede mejorar su destino una pobre mujer. Contaremos su historia, ya que ésta habla por si misma.
Cuando se separó de su hermana, Julieta se dirigió sin dudarlo a la casa de citas de madame Duvergier, cuya fama se conocía por todo París. Aunque se presentó sólo con una bolsa bajo el brazo y un arrugado vestido azul, fue recibida como si hubiera llegado en un lujoso carruaje, pues su rostro y su figura eran deliciosamente atractivos ( o sea, el atractivo que despierta la atención para quienes la indecencia tiene un atractivo), y en la casa de madame Duvergier eso era lo importante.
Luego de relatar su historia a madame Duvergier, Julieta le solicitó que la aleccionara en las artes que habían contribuido a que muchas otras doncellas lograran triunfar.
-¿Cuántos años tienes? -preguntó con ansiedad madame Duvergier, pues pocas veces en su oficio se encuentra una presa como Julieta.
- En unos días cumpliré los quince años, madame -le respondió Julieta.
-¿Y acaso algún hombre ha...? -preguntó excitada la matrona, a la vez que desabrochaba el desaliñado vestido azul debajo del cual Julieta no vestía absolutamente nada.
-No señora, lo juro -afirmó la joven impasiblemente.
Entonces madame Duvergier besó la mejilla de Julieta, al mismo tiempo metió la mano entre los generosos muslos de la preciosa joven, hasta que la tuvo pegada firmemente a un par de nalgas desnudas, deliciosamente suaves.
-Pero he escuchado rumores - murmuró agitada la madame-, que a veces en esos conventos... un cura, una monja, o una amiga se puede convertir en... digamos... muy íntima.
- Jamás - aseveró Julieta.
- Pero necesito pruebas - replicó jadeante la Duvergier, respirando violentamente.
- Entonces debe comprobarlo por sí misma- respondió Julieta sin ruborizarse.
Inmediatamente la vieja se arrodilló y separó las columnas magníficamente labradas que eran las piernas de Julieta, introdujo la lengua en el triángulo suave y atezado de vello que dominaba el vértice.
- Mmmmmmm - suspiró la madame abochornada, cuando logró rozar su lengua con el coño ardiente y palpitante de la joven. Por su parte, Julieta disfrutaba por completo de esa sensación y comenzó a oscilar y a menear sus caderas portentosamente flexibles de manera tan seductora que por poco desfallece la Duvergier del éxtasis.
Al concluir el acto, la vieja madame rodeó con su brazo los hombros de Julieta y le dijo:
- Querida niña, por supuesto que eres bienvenida en este lugar, sólo tienes que poner atención en lo que yo diga, y comportarte según mis indicaciones. Insisto en que debes mantenerte con pulcritud, vivir frugalmente y ser leal con tus compañeras. Si así lo haces, dentro de diez años serás la mujer más rica de todo París.
Luego de este discurso, Julieta fue presentada a sus futuras compañeras de pecado; le asignaron una recámara de la casa, y al siguiente día, su cuerpo fue ofrecido en venta. Durante los siguientes cuatro meses la mercancía fue comprada por más de cien clientes.
Una vez que pasó la etapa del aprendizaje, Julieta se convirtió en pupila titular de la casa, con derecho a participar en la pérdidas y ganancias. Se dedicó completamente a sus actividades, realizando perversiones indescriptibles con gran vehemencia; esta dedicación a la vida crapulosa despertó el interés de un anciano y acaudalado caballero. A su vez, las recomendaciones de éste le procuraron otras citas con hombres de su mismo nivel social. Al paso del tiempo, la licenciosa joven se convirtió en una de las predilectas de la élite. De hecho, eran tales sus habilidades que, en menos de cuatro años seis hombre se suicidaran porque no pudieron soportar la idea de compartirla con otros. Finalmente consolidó su prestigio.
Cuando Julieta cumplió veinte años, un caballero, el conde de Lorsange, se enamoró de ella de tal manera que le ofreció matrimonio, a la par de formidables ingresos, casa y servidumbre. Además, generosamente, estaba dispuesto a olvidar su pasado y le brindaba todas las posibilidades de reanudar la vida de mujer honrada. Pero Julieta se sintió infeliz frente a las restricciones que impone el matrimonio, y por tanto, algunas semanas después de la ceremonia nupcial decidió que no tenía otra salida que recuperar su libertad asesinando a su esposo benefactor.
Una vez que el conde fue eliminado, y todos los indicios del nefasto acto desaparecidos, la viuda, madame Lorsange, se entregó a sus anteriores costumbres, acostándose con cualquiera que pudiera pagarle doscientos luises e incluso menos, según su capricho. En los siguientes seis años agregó a su lista de amantes a tres embajadores, dos obispos, un cardenal y cuatro caballeros a la orden del rey. Durante el mismo periodo cometió dos asesinatos más, y a estos crímenes- ya repugnantes de por sí mismos - habría que añadirle tres o cuatro abortos, pues tenía miedo de que el embarazo pudiera deformar para siempre su bella figura.
Las aventuras de Julieta nos dejan ver que los seres más corrompidos pueden encontrar en la profundidad del vicio y la depravación lo que comúnmente llaman "felicidad". No obstante, que esta brutal verdad no espante a los justos y a los honestos, pues la "felicidad" que se encuentra en el crimen es falsa. Sin olvidar los castigos que la Divina Providencia reserva para los criminales, éstos alimentan en su alma un gusano que nunca deja de corroer sus sentimientos, impidiéndoles disfrutar plenamente sus actos y produciendo en ellos únicamente el penoso recuerdo de los delitos que los han llevado a su actual "bienestar".
En cambio, la infortunada víctima del destino conserva en su corazón un verdadero sosiego, consiente de que sus propias virtudes le compensarán en el cielo de las injusticias humanas.
Ahora, regresemos a la historia de Justina...

CHICOS ESPERO LES ESTÉ GUSTANDO ESTA INTERESANTE HISTORIA. COMO MUCHOS SABRÁN, ÉSTA HISTORIA FASCINANTE ES DE DONATIEN ALPHONSE FRANÇOIS O COMO GENERALMENTE LO CONOCEN: EL MARQUÉS DE SADE.
DISFRÚTENLA 😉

Justina o Los infortunios de la virtudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora