Dicimbre 20 de 2021

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04.00 a. m. Me he sorprendido pensándolo otra vez. Lo extraño y eso es triste porque él jamás me hizo daño, se portaba bien conmigo; siempre fue respetuoso, cariñoso, atento, comprensivo, amable, soñador, apoyador, sensible, amoroso, protector... Y tanto más que no sé como describir.

Pensé que ya lo había dejado atrás, sin embargo, me descubro pensándolo en plena madrugada como si fuera lo único que pudiera hacer, no puedo concentrarme en algo más, no puedo pensar en nadie más... Inevitablemente, mi corazón vuelve a él incluso cuando he tratado de dejarlo en el pasado.

Siempre fue bueno, siempre estuvo ahí, siempre se quedó...

Él es lo que podríamos llamar el auténtico amor de mi vida, el amor de mi joven y alocada vida. No soy tan vieja, no obstante, en los pocos años que he vivido, jamás he conocido a alguien como él. Era todo lo que necesitaba y más, era lo que me faltaba y más, era el complemento perfecto para mi yo de entonces, era la persona justa en el momento justo.

Calzabamos perfecto en toda área, él era mi complemento y yo el suyo... Pero tan solo un aspecto no concordaba entre nosotros, tan solo un momento... Nos llevo a decirnos adiós de la forma más abrupta que podría imaginar.

No murió, para nada. Está muy vivo, solo que no sé que tan bien.

Honestamente, cuando lo conocí, pensé que jamás me iría de su lado, pensé que ya no necesitaba nada más, pero me equivoqué tan rotundamente... Un alma rota jamás no puede sanarse a costa de otros, un alma rota nadie más la sana que ella misma y ese fue mi error, dejar que otra alma viniera a arreglar lo que llevaba roto tantos años... No podía repararlo y tampoco podía dejar que lo hiciera, ese mérito me correspondía... Me corresponde; no podía ni puedo dejar que alguien más me sane.

Sanar a raíz de otro significa depender de aquella persona y cuando eres alguien con alta dependencia emocional, eso no ayuda... Tristemente, eso no ayuda.

Él me hizo bien mientras estuvo a mi lado y verdaderamente espero que yo haya hecho lo mismo con él. Le agradezco tanto, lo extraño también y muchas veces desearía tenerlo de vuelta... Supongo que de eso trata el proceso de duelo, de aceptar todo esto que sentimos por alguien y comprender que el pasado fue suficiente, que ya no necesita estar en el presente...

Muy internamente, agradezco su presencia en mi vida, me enseñó muchas cosas que hasta entonces no podía siquiera imaginar. Tantas cosas de mí, de mis procesos, de lo que puedo alcanzar, de mi potencial y mi visión del mundo, me hizo comprender partes de mí que no sabía que existían y siempre le agradeceré eso.

Finalmente, puedo decir que fue el amor de mi vida. Lo quise tanto, lo amé con locura cada minuto que nuestras vidas estuvieron juntas, impactó tan fuerte en mi corazón, jamás podría olvidarlo, jamás quisiera olvidarlo... Fue el hombre casi perfecto.

Casi perfecto...

Estoy muy segura que siempre lo amaré, a mi manera, locamente y de forma espontánea... Pero también sé que necesito crecer, sanar esa herida que nos dejamos y seguir adelante. En verdad deseo que sea feliz... Y quisiera poder decirle lo mucho que lo siento, lo mucho que lo recuerdo y lo mucho que hizo por mí...

Quisiera tener un final apropiado, después de todo, creo que nos merecemos eso, un final que sí sea final, uno que nos ayude a pasar la página por fin; o por lo menos a mí, porque después de todo, no sé si él pasa por lo mismo que yo en estos monentos o si ya siguió su camino... Aunque, sinseramente, espero que haya seguido, que sea feliz, y que me sostenga como un vago recuerdo de bellos momentos de felicidad.

Espero, algún día, poder recordarlo con cariño y sin dolor de la partida, espero, en un futuro cercano, poder decir que sí, que lo quise mucho, que fue un punto de inflexión en mi vida tan grande, que me marcó para siempre, pero que solo es parte del pasado, que fue mi inicio de alegrías, y que siempre estará ahí como el inicio, mas no en el final.

Honestamente, espero que sea feliz.

Espero que sea feliz...

Y que yo también.

~ . ~

Con amor, a Fernando A.

NOR MA LIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora