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Ninguno dijo ni media palabra, no era necesario, simplemente se conformaron con mirarse, analizando cada expresión del rostro del otro. Mirándose con ganas y anhelo, entendieron que aquello era inevitable, así como lo que sentían el uno por el otro.

Vicente, mirándola, comprendió que, por más que ahora quisiese a Natalia, nunca dejaría de querer a su esposa y eso estaba bien, lo supo en el momento que ella le sonrió y pasó los dedos índice y corazón por sus labios mientras lo veía, aquella caricia propiciada para calmar el ardor provocado por su beso desenfrenado. La contempló, estaba preciosa usando una franela de algodón rosada, un pantalón de pijama del mismo color y un albornoz que caía libremente por su cuerpo de color gris, era una combinación perfecta para hacer contraste con los labios rojos por los besos que él le había dado minutos atrás. Su rostro no tenía nada de maquillaje y agradeció aquello, así se pudo grabar en la memoria el perfecto rostro del que era dueña. Tenía el cabello un poco revuelto, lo cual también era culpa de él. Sonrió. Alzó la mano hacia su rostro, con tanta lentitud que Natalia sintió que perdía un latido del corazón, y le apartó un mechón de su cabello, que le impedía verla mejor, y lo colocó detrás de su oreja, pasando el pulgar por su mentón acariciándolo.

Natalia cerró los ojos otra vez ante aquel contacto, la piel se le ponía de gallina con solo tenerlo cerca, pero cuando la tocaba, su cuerpo ardía en llamas que, siendo honesta consigo misma, no quería apagar ni dejar de sentir. Ya no había vuelta atrás. Se habían besado y parecían cómodos ante aquello. Él seguía mirándola de la misma forma, solo que más apasionada y ella estaba disfrutando de eso. Pasó sus manos por los musculosos brazos descubiertos de él, pues solo llevaba una camiseta de tirantes y sus pantalones de pijama. Era guapísimo. Bajó la mirada a las pecas que adornaban los hombros y parte de los brazos de Vicente y las acarició, la volvían loca aquellas manchitas en su piel y deseó poder quedarse ahí para siempre y así tener tiempo de besar una por una con dedicación y mimo.

Vicente carraspeó, no muy seguro de querer terminar con aquel encanto. No quería arruinar las cosas con ella como tantas veces lo había hecho. Ahora existía un beso entre ellos, existían sentimientos y un montón de palabras no dichas, pero que quería decir y escuchar, por eso la abrazó, y hundió su nariz en el cabello de ella, guardando en su memoria el olor de esa mujer que quería tanto, tratando de alargar ese instante. Natalia lo entendió, ella sentía igual que él, así que se dejó llevar, otra vez, y escondió su rostro en la curvatura del cuello de él y se quedó quieta, no sabía cómo actuar o qué decir, no quería romper aquella burbuja que habían construido hace algunos minutos, donde solo existían ellos dos y el nacimiento de su amor.

El sonido del movimiento de la calle que ya indicaba que todo el mundo seguía su curso y empezaba un nuevo día de rutina y el sol asomándose por la ventana, fue lo que obligó a Natalia a volver a la realidad. No sabía cuánto tiempo estuvieron así, respirando el aroma del otro y acariciándose en ese abrazo, pero era hora de iniciar el día. A regañadientes lo soltó y lo vio una última vez, y lo besó también una última vez, antes de desaparecer por las escaleras.

— Buenos días a todos —apareció un risueño Vicente en la mesa del desayuno, saltándose el muro.

— Vaya, pero el gañán amaneció contento —espetó Claudio, esposo de Teresa, la mamá de Natalia. Un hombre bastante arrogante, que no hacía más que complicar las cosas, no solo en el ambiente de la casa, sino fuera de ella con sus acciones egoístas. Utilizaba a su esposa solo por el dinero y, ahora que no tenían nada, no hacía más que preocuparla y beberse todo el dinero que ella ganaba leyendo cartas a las personas del barrio en donde ahora vivían.

Vicente lo fulminó con la mirada, pero no respondió nada. Nadie iba a empañar la alegría que había adquirido desde que entró en la cocina esa misma madrugada.

Mi Destino Es Amarte | VinaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora