Capítulo 1: Detrás del Espejo

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Dentro de una habitación que huele a muebles viejos, paredes de tapiz que va perdiendo fuerza y decoradas de fotografías familiares, sumida en sus pensamientos sentada en su viejo escritorio, la abuela Elena suspira después de finalizar su escrito, con sus manos temblorosas cierra su pequeña libreta y retira sus grandes anteojos.

Se queda pensativa mientras ve sus manos arrugadas y manchadas con el paso de los años, su historia le brinda esa aura nostálgica hiriente. En secreto le duele envejecer.

Escucha unos pasos ligeros detrás de ella, no puede evitar sonreír.

-¿Ya te vas?- pregunta suprimiendo sus sentimientos melancólicos.

-Deseame suerte- responde una voz joven.

-Pase lo que pase, tu no necesitas suerte. Tendrás éxito, Mikasa- voltea hacia atrás y observa a su nieta.

Una joven de rasgos orientales, de cabellos negros medianos y mirada tímida disfrazada de seriedad.

-Estoy muy nerviosa, pero necesito ese empleo- se acerca hacia el escritorio mientras juega con sus manos.

La mujer sonríe y alcanza una mano de la chica.

-Recuerda lo que dice tu abuelo: necesitas lanzar varios intentos para que un pez caiga. Confía en ti misma.

Mikasa aprieta la mano de su abuela, mira sus ojos con arrugas y su vista se enfoca en el pequeño libro de escritos.

Quiere despejarse un poco.

-¿Sigues escribiendo sobre la princesa suicida?

Elena suelta la mano y le brinda un manotazo como regaño, a veces su nieta suele molestarla por diversión.

Las historias de la abuela son tan viejas como todo lo que habita en su casa y que se espera pasar a la próxima generación familiar. En su momento, sus historias eran lo más entretenido para todos los miembros de la familia Ackerman, pero después... solo cuentos de fantasía, excepto para Mikasa.

Ella siempre solía escuchar alegre sus historias y sus ojitos brillaban con cada nuevo relato, hasta la fecha lo sigue haciendo, pero sabe disimularlo muy bien. 

Desde entonces, su sueño es tomar ese pequeño librito de su abuela y publicarlo para que los demás se deleiten sus historias al igual que ella. Su abuela merece reconocimiento.

Volviendo a la realidad, que no daría por que fueran reales los relatos de los duendes que confiscan ollas de oro y las monedas de platino que se multiplican al contacto. La vida sería maravillosa.

Ella a su memoria la primera historia que siempre suele contar su abuela como introducción: la boda que no se realizó. 

Ya ha perdido la cuenta sobre cuántas veces ha contado la historia del príncipe plantado en el altar por la princesa, pero nunca pierde el toque semi amargo pero digerible. 

-No es una princesa suicida, ella se sacrificó por su reino- remarcó la mujer ofendida-. Por ello reencarna para poder solucionar los problemas que presenta.

La joven le echa un vistazo a su teléfono y al ver que se acerca la hora, se apresura en cerrar conversación.

-Si abres bien los ojos y crees en la magia, serás una digna invitada- continuó la mujer con una pizca de ternura en su voz. 

-¿Tomaste tus medicamentos?- como con un cuchillo filoso, Mikasa cortó conversación.

-Todos y sin falta.

-Tengo que retirarme Abuela, ya casi es hora- le brinda un beso en la mejilla.

La joven Ackerman se da la media vuelta y comienza a trotar.

La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora