Capítulo 2: La guarida de mamá rata

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Se siente en un remolino de náuseas y dolor, como la resaca del al día siguiente de cuando bebes hasta llegar al punto que el estár ebrio hace que abras un tercer ojo y todo se vuelva de colores.

Demonios, le duele bastante la cabeza, se debió golpear con algo. No logra recordar nada, ni está segura si se encuentra en su habitación.

Escucha un chillido leve pero agudo cerca de su oreja derecha, está tan mareada y desorientada que no logra abrir sus ojos y averiguar que sucede.

Seguramente es producto de la resaca.

–¿Niña, estás viva?– hace eco una voz delicada y tierna, como la de su abuela.

Gime en modo de respuesta. Logra mover una mano hacia su nuca y se masajea para aliviar el dolor.

Vuelve a escuchar el chillido, pero ahora siente un ligero peso en su pecho.

–Pobrecita, apestas a lluvia y estas empapada. Te resfriarás- siente un minúsculo toque en la frente.

Mikasa abre lentamente sus ojos y lo que encontró no fue agradable a primera vista.

Una gran rata parada en dos patas qué viste con un mandil rosado de cuadros le esta tocando la frente. Vaya, algo muy común de ver.

La joven se sentó deprisa y gritó asustada mientras la pobre rata caía sobre las piernas de la chica.

–¡Oye niña, tranquila!- exclamó preocupada la rata.

La chica movió violentamente sus piernas llevándose consigo al animal.

La rata exclamó algo en otro idioma y de pronto comenzó a flotar. Mikasa se detuvo y observó confundida la escena.

La criatura flotó hasta quedar justo a la altura de la cara de la joven y cruzó sus pequeñas patas. Pero que alucinación tan rara.

–Eres muy ruidosa para alguien que no tiene mucha presencia mágica.

–Esto debe ser un sueño- susurra asustada.

La rata le brinda un golpe inmediatamente en la frente para que compruebe que no lo es.

–¡Auch! ¡Oye!– se queja sobandose.

–Escucha niña, necesito que te tranquilices. Estás a salvo conmigo, pero no puedo ayudarte si no dejas de gritar.

–¿A salvo?

La rata niega con la cabeza preocupada y se va flotando hacia una mesa de madera.

Mikasa observa a su alrededor y el lugar y demasiado acogedor. Las paredes son de madera (y se atrevería a decir que parecen raíces de árbol antiguo), puerta de madera desgastada,  hay una gran mesa con platos, vasos y un gran queso en el centro; puede observar una pequeña cocina rústica sin ningún electrodoméstico y una chimenea de piedra con leña encendida en el centro de la habitación.

El lugar es pequeño pero muy iluminado con múltiples luces amarillas (como si fueran luciernagas) y hay muchos espacios con cobijas y almohadas, de hecho, ella está sobre unas.

Mira hacia arriba y encuentra un espejo con marco dorado.

¿Porqué hay un espejo en el techo? ¿Qué no los moteles eran los únicos que hacían eso?

Esperen... ya está logrando recordar algo.

–¿Dónde estoy?- pregunta sin perder de vista su propio reflejo.

–Estás en mi hogar, muchos refugiados terminan aquí– la rata comenzó a cortar rebanadas de queso–. Acércate al fuego, estás empapada.

Mikasa obedeció y se acerco a la chimenea. Colocó sus manos para calentarse un poco y una vez entrando en calor, comenzó a procesar lo que estaba viviendo en su "sueño".

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⏰ Última actualización: Sep 03, 2022 ⏰

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