Una nueva vida para An Zhue Hi
S
i nos ponemos a pensar detenidamente el ser humano no disfruta al cien por ciento su vida, quiero decir siempre tiene que pasar algo para que empieces a disfrutarla como se supone debías hacerlo desde el principio. Confieso que, pensaba que mi vida era tan aburrida y monótona que más de una vez me cuestioné “¿De qué sirve vivir?” “¿Mi vida le aportará algo a alguien, o simplemente vivo en vano?”, no esperé que mi respuesta llegaría más rápido de lo esperado.
Mi nombre es An Zhue Hi, estudiante de relaciones internacionales en la Universidad Rahi de Taipéi, para darles más contexto les contaré un poco de mi apariencia; mi cabello pueden imaginarlo de un largo y brillante negro, tengo tres lunares en el rostro; uno de bajo del ojo, otro en el costado izquierdo de la nariz y uno en el inicio de la mandíbula. Mis ojos son de un castaño oscuro que al verlos con detenimiento parecen color almendra, tengo labios finos y nariz respingona, uso unas gafas redondas negras y mi corpulatura es delgada, nada en especial dentro de las personas. Ahora puedes imaginarme un poco mejor ¿no es así? Bien, sin más puedo contarte el porqué debes apreciar tu vida desde el primer día en que ves a tu alrededor.
Leucemia mieloide (o mielógena) crónica, ese fue el diagnóstico que hace tres años se me fue dado en un hospital de la ciudad, un sollozo, eso fue lo que solté cuando el doctor terminó su explicación. El sollozo más desgarrador de toda mi vida, aún no me moría y ya sentía que lo había hecho, mi pecho se oprimió de una manera tan sofocante que mis ojos se cerraron dejándome inconsciente un lapso de cinco horas. Muchas personas preguntan qué se siente el tener que oír un diagnóstico de tal magnitud, yo les puedo contestar que sientes como si te dieran un balazo en el estómago, que te va dejando sin vida segundo a segundo, un dolor agudo que se extiende por todo el cuerpo y parece no parar, un ruido imparable en los oídos que censura todo lo que suceda en el exterior, un entumecimiento en las manos que después se va dejándote un gran temblor. Eso fue lo que sentí en un período de cinco minutos, un cúmulo de emociones que me abrumó a tal grado de dejarme inconsciente. Muy pocas personas lo entienden.
Ese 12 de Agosto del 2018, fue uno de los peores días de mi vida, al salir del hospital mi cerebro terminó de procesar la información dada, me iba a morir, fue lo único que pude pensar, y ahí es donde sentí como mi mundo se derrumbaba ante mis ojos. No hay una manera exacta de cómo tomarse dicho diagnóstico, pero el cómo yo lo hice fue llegar a mi casa y abrazar a mi madre, padre y a mis pequeños hermanitos. Los abracé fuerte, guardándome lo más que pudiera de su esencia, recordando todos esos momentos vividos, momentos que ahora sólo eran recuerdos, recuerdos que ya no se crearían después de mi muerte. Ese 12 de Agosto decidí algo sumamente importante; cambiaría mi estilo de vida, viviría al máximo al menos lo que me quede de vida.
Y así fue como empecé a vivir sin miedos, viéndole el lado positivo a mi enfermedad, tratando de ocultárselo hasta a la mosca que pasaba por mi cuarto. Sin embargo por más que quisiera la leucemia seguía ahí, recordándome que me quedaba poco tiempo, haciéndose presente en cada mechón de pelo que se me caía, en cada sangrado de nariz, en cada mareo insoportable, en cada desmayo, y en mi aspecto enfermo y gris. Pequeños aspectos que iban alertando a mi familia, hasta que un día llegando de la Universidad cuatro pares de brazos se prendaron a mí sin querer dejarme ir. Lo sabían, ese fue el primer pensamiento que tuve, y lo confirmé al oír los llantos estruendosos de mi familia, lo único que pude hacer fue llorara silenciosamente, tratando de consolarlos y abrazarlos fuertemente. Todo va a estar bien, fue lo que les dije, aun cuando sabíamos que eso no iba a ser posible.
El tratamiento tenía sus altas y bajas, a veces funcionaba y otras no tanto, mi única opción era un trasplante de médula ósea pero que para mí desgracia parecía no llegar prontamente, mi cuerpo cambiaba cada vez más, esa bella cabellera que algún día tuve fue desapareciendo a lo largo de los meses, esos hermosos ojos llenos de brillo se opacaron a lo largo de los días, y mi corpulatura que un día fue delgada ahora lo era mucho más, mi tono de piel se volvió grisáceo y sin vida. Esos cambios me pegaron fuertemente en mi autoestima, deprimiéndome por varios meses, sin embargo con la ayuda de mi familia pude salir y seguir disfrutando de los días que me quedaban.
Es abrumante, no lo negaré pero como les decía en un inicio éstas situaciones son las que te hacen abrir los ojos y tomar la decisión de vivir, vivir como si ni hubiera un mañana.
Me despido aquí porque ya no siento la vida en mí, lo más probable es que pronto muera y es ahí donde una nueva vida empieza para mí.
Cuerpo del texto: 878 palabras.
☁La temática que decidí utilizar en ésta ocasión fue “Una confesión de enfermedad terminal” la razón es mi corazón y el sentimiento que tengo acerca de dicha enfermedad, la leucemia –en sí el cáncer- es algo que francamente no se le desea a nadie, y que en lo personal me gustaría que nadie tuviera, siento que es un calvario lento y doloroso. En el reto de ésta semana la única dificultad emocional que tuve fue mi corazoncito de pollo, no la superé. También otra dificultad fue el narrar en primera persona, nunca lo había hecho :D Lo que disfruté del reto fue que pude darle vida a un sentimiento y personaje que decidiera vivir al máximo lo poco que le quedaba de vida, también traté de dar un mensaje motivacional a todas esas personitas que sufre algo emocional o físico.
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Get Dumb Awards | Escritura
Random사랑 | ❝Un lector vive muchas vidas antes de morir. Y un escritor muere por escribir muchas.❞