01. Doyoung.

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El bullicio fuera de la tienda era hasta cierto punto sorprendente para Doyoung, quién sólo estaba ahí gracias a la señora Park y sus excéntricas especias que no tenía en casa. 

Hoy era una de esas veces que lograba escabullirse de los grandes alfas que cuidaban su jardín trasero. Y es que el pelinegro pocas veces tenía el consentimiento de su padre para salir, por eso escapaba.

Pero ahora sólo buscaba una salida segura en medio de tanta gente, porque era eso, o llegar tarde a casa e inventar que lo secuestraron dejándolo salir por mera suerte. Algo bastante creíble para él. 

Sin embargo,  antes de salir del establecimiento, un cuerpo chocó contra él haciéndolo caer de espaldas.

Levantó la mirada encontrándose con unos ojos bastantes conocidos — ¡Por todos los luceros del cielo, hasta que te encontré! — exclamó el rubio recién llegado — He recorrido todo el pueblo por ti, tu madre te está buscando y no podía decirle que su querido y amado hijo había escapado de casa. ¡Vamos tenemos que irnos, levántate!

El brazo del pelinegro fue jalado con brusquedad hacía la puerta trasera, ¿Por qué a él no se le había ocurrido ir por ahí? Bueno, aún era nuevo en esto de salir y saber justamente salidas como éstas. Necesitaba un buen asesoramiento de su amigo en el futuro. 

— Bien, pero al menos merezco una disculpa, eres un grosero, Lee Taeyong — el menor habló con desdén e intento zafarse del agarre del contrario.  

— Lo siento, pero tú padre está llegando al pueblo y debes de empezar a correr o un severo castigo te espera.

La tersa piel del azabache palideció y no pidió más explicaciones para empezar su rápido andar. El rubio corrió tras él esquivando todo tipo de obstáculo que interviniera en su camino. Eso incluía a la viejita que fue empujada y casi caía de no ser por un joven que le ayudo. 

"¡Podrían fijarse por donde van!" Escucharon a lo lejos, pero era demasiado tarde como para regresar y pedir disculpas. Esta vez la diosa luna podría perdonarlos, ¡Era una situación de vida o muerte! 

Desenfrenados cruzaron la última cuadra logrando ver la fachada de la enorme casa. 

Sus respiraciones se detuvieron brevemente al darse cuenta de la llegada de un auto. Sin embargo, de éste bajó la hermana menor del pelinegro, y la nula tranquilidad embargó sus cuerpos. 

Tomaron una bocanada de aire y caminaron sigilosamente en dirección a la menor, quién parecía un poco distraída.

—¡Buuu!— un grito femenino resonó por el lugar, seguido de un golpe en la cabeza del rubio.

—Eso te pasa por chistosito. ¿Dónde estaban? Acaso, ¿Saliste de casa, Doyoung? — indagó buscando algo que pudiera delatar a su hermano. 

Jennie era alguien muy observadora, demasiado para el gusto de cualquiera. Sus ojos almendrados miraban curiosos a los mayores esperando una contestación a sus interrogantes.

—¡Ah, sí! Se nos escapó un bonito minino, lo quisimos atrapar pero no se nos dio la oportunidad...— la pelinegra levantó una de sus cejas dudando de lo dicho por su tonto hermano. 

—¡Era tan bonito! ¿Cierto, Dongs? — ambos asintieron nerviosos, lo que también fue notado por la chica. 

El sonido de un motor aproximarse los saco de su amena plática y los tres entraron de forma sorprendentemente rápida a la casa de paredes blanquecinas. Pues sabían quien venía en ese elegante vehículo.

Subieron al cuarto de la menor, que era el más cercano a las escaleras, y se quedaron quietos esperando que sucediera algo interesante, cosa que –para la suerte de los tres– no sucedió. 

— Bueno, ya que estamos aquí...— Jennie caminó con emoción hacia su armario sacando lo que parecía ser una pequeña caja color azul, y entregando ésta a Doyoung — Johnny me pidió que te la entregase. 

—¿Qué, para qué o por qué?— confundido tomó la caja. Era raro cuando el mayor le daba ese tipo de obsequios sin alguna razón aparente. 

Doyoung asimilaba que era por ser buenos amigos, lo cuál se le hacía bastante lindo. 

Lo que no entendía del todo era la palpable emoción de Taeyong y Jennie, ¿Se estaba perdiendo de algo? O tal vez era en demasía distraído y se le había escapado algo de su campo de visión y entendimiento.

No obstante, un par de voces lo hicieron salir brevemente de sus confusos pensamientos.

Gracias a todos los dioses existentes estás se fueron alejando al pasar de los segundos, y de nueva cuenta volvió su hipotética tranquilidad. 

Doyoung puede jurar que hasta hoy, no había tenido tanta suerte. Ni siquiera en los juegos de mesa o las apuestas que hacía, donde él siempre terminaba perdiendo. 

—¡Ya, Doyoung! Quiero ver lo que hay en el regalo, ábrelo — Taeyong movió eufóricamente sus manos intentando llamar la atención de su amigo.

Al ver lo ensimismado que éste se encontraba, le arrebató la pequeña caja e intentó abrirla.

— ¡Dame eso, Lee Taeyong! ¡Es mío! — Kim se acercó al omega con intenciones de recuperar lo suyo, mas no fue posible, pues el otro escapó despavorido del cuarto con el regalo en mano. 

Su extraña y al parecer divertida persecución recién iniciaba. 

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A dark dawn ✦ Jaedo !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora