¿Su mejor decisión? Haberlo invitado a almorzar.
La imbécil que tiene por mejor amiga cuando se enteró de su hazaña prefirió irse bien temprano por la mañana para dejar el almuerzo familiar bien cerradito, por un lado la odio porque aún no estaba tan confiada y por el otro la amo porque sabía la condenada podía decir algo que la dejaría en vergüenza.
Conocer –de nuevo- a Senjuro fue una joyita, es más penoso de lo que recuerda pero también más vivaz si le das ánimos, deberían preservarlo. Es un Santo. Conoció mucho más de ellos de lo que esperaba, ahora sabe que sus progenitores viven en la ciudad pero en un área más apartada, su padre tiene un dojo donde enseña el arte de la espada y cultura japonesa, su madre es graduada en derecho pero no ejerce directamente en el juzgado, prefiere estar en casa con su señor, es ella quien se encarga del papeleo y otros asuntos legales del dojo. Quizás sea muy rápido decirlo pero desea conocerlos, quiere saber qué tipo de personas son, no pudo saber nada de ellos en su sueño así que tiene curiosidad ¿A quién habrán salido así de iguales? ¿Papá? ¿Mamá? Es un misterio que quiere resolver.
Desde ese día del almuerzo afianzaron amistad y hablaban con más frecuencia.
Claro que no todo es tan bello como parece y es que ella después de ese fin de semana estuvo hasta el cuello, primero yendo a la editorial, después le dieron la agenda de las próximas dos semanas y eran un montón de viajes a ciudades vecinas e incluso estados para hacer publicidad, también firmas del libro, aún quedaban muchas pendientes desde que el libro salió a la venta y se hizo tan popular. Por un lado le alegra, por el otro... Desearía estar en casa. No es como si fuese a ver a cierta personita todos los días porque él también trabaja sin embargo después del trabajo quizás podían sentarse a tomar café y hablar y esas cosas. Aún no se maneja bien. El único plus entre tanto estrés y viajes es que podía hablar con él por mensaje, pedirle el número para "cualquier eventualidad" igualmente fue una buena decisión, con solo saber lo poquito que hacía en sus clases le daba paz mental.
Tampoco puede decir que el viaje fue malo, en un paseo por un parque en Yokohama consiguió ciertas caras conocidas que casi la hicieron brincar de felicidad ¡Eran Tanjirou y Nezuko! No andaban solos, había dos adultos con ellos que supuso eran sus padres porque se parecen muchísimo y no solo eso, también estaban con otros cuatro niños –tres varones y una niña-, todos se parecían tanto que casi le dio una subida de azúcar por tanta cosa linda, no se acercó directamente y es que sería extraño pero tuvo de nuevo esa paz interna rara que a veces siente, solo los vio de lejitos, estaban todos jugando, una escena conmovedora; no fue las únicas caritas que vio, no, en una firma en Kamakura se consiguió al pequeño niño que era pilar de la niebla, él más una sorpresa, tenía una figurita repetida muy seria que por un momento creyó era el propio Tokito pero no, el niño sonriente era el que vio en su sueño, se confundió todita. Aprovecho decirles para sacarse una foto con la excusa de subirla a la página oficial del libro, se lo enseñaría a Aiko para seguir asustándola.
Para el día que regreso a Tokio que fue un sábado si no mal recuerda estaba totalmente destruida, se había dormido tarde por una pequeña fiesta de celebración por el éxito del libro y levantarse antes de las seis de la mañana con el fin de tomar un vuelo temprano solo empeoro su estado físico, por el estrés de volver se le olvido comentarle a su vecino y es que tampoco quería la viera, tenía unas ojeras horribles y prefería dormir para ocultarlas un poco antes dé. E igual todo se lo volteo porque tan pronto salió del ascensor lo encontró saliendo de su apartamento, como siempre el mundo la odia. Bueno, no tanto. Tan pronto cruzaron miradas fue hasta ella y la abrazo, obvio se le pego como koala al sentir los ojos aguados, fue la segunda vez que lo pudo abrazar desde que lo volvió a ver y eso la hizo muy pero muy feliz.
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Persiguiendo El Destino
FanfictionEn algunas ocasiones simplemente debemos seguir al corazón y dejar el miedo atrás.