14- ¿Celos?

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“¿Quieres volver a rogarme? Porque yo no perdono dos veces”

Axel se encontraba en su habitación recostado en la cama, no podía dejar de pensar en las palabras que Samara le había dicho. Ni siquiera sabía qué pensar al respecto ni cómo sentirse, sólo sabía que tenía que aceptar que le había hablado de una mala manera cuando ella no tenía la culpa.

Axel era alguien a quien sus emociones controlaban muy fácilmente y para su desgracia había conocido a Natasha de la misma forma.

Dos años atrás, una chica pelirroja se había acercado a Axel tras verlo solo en una banca a media noche, a preguntarle quién era y el motivo de su soledad

—Aléjate, no te me acerques —gritó Axel molesto en ese entonces.

Había salido de aquel lugar al cual llamaba casa, donde lo habían enseñado a pelear, a defenderse para su bienestar, y que lo habían apreciado por cómo era. No tenía a donde ir.

—Tranquilo —susurró la chica sentándose junto a él—, no vengo a hacerte daño.

Axel miro con atención a la chica este tenía unos ojos azules, la luz de la luna y los cantos de los grillos los acompañaban en ese lugar. Mostraba sinceridad en su rostro, disposición de ayudar.

—Salí de casa, no tengo a dónde ir —susurró el triste.

—Puedo darte hospedaje unos días —pensó la chica sonriendo—, mi casa está cerca.

—¿Tus padres no te van a regañar? —cuestionó confundido.

—Soy huérfana, vivo sola —Sonrió—. Vamos.

—¿Por qué debería confiar en ti? —cuestionó el alzando una ceja. La chica no dijo nada, solamente sonrió.

—Bueno, yo solo quería ayudarte. Corres más peligro acá afuera que en casa de una desconocida huérfana —dijo encogiéndose de hombros—. Si te arrepientes de quedarte aquí, sígueme.

La pelirroja comenzó a caminar hacia su casa, Axel lo pensó unos momentos.

—Espera —susurró él, la chica sonrió y se giró hacia él—, ni siquiera sé tu nombre.

—Natasha —Sonrió la chica— ¿Y tú?

—Axel —dijo levantándose.

—Entonces Axel —habló Natasha— ¿Aceptas mi invitación? Si ves cosas raras puedes irte —dijo ella resignada, Axel sonrió.

—Bien… Pero si quieres hacerme daño no tendré piedad por que seas mujer —Ambos rieron y se dirigieron a la casa de la chica.

Fue así como se convirtieron en buenos amigos, pasó el tiempo y Axel apoyaba mucho a Natasha, incluso la enseñó a pelear y defenderse. Ella también lo apoyaba e incluso, cuando sus padres fallecieron, lo apoyó muchísimo.

A pesar de que Axel no sentía tristeza, sentía inseguridad e inquietud por el dinero que le habían otorgado por ser el único hijo y por la falta de testamento. Al principio él se negaba a aceptarlo, pero Natasha lo alentó a hacerlo ya que después podría servirle.

—Axel, ¿estás bien?  —gritó Samara desde el otro lado de la puerta, sacando a Axel de todos sus recuerdos, el inmediatamente se teletransportó y abrió la puerta.

—Perdón, si, ¿qué pasa?

—Quería… Saber si estabas bien —dijo ella—, por lo que pasó en el auto.

—Solo que esa chica no me cae muy bien —dijo él caminando hasta su cama.

—Dijiste que la conocías —habló ella mientras entraba a la habitación, Axel asintió.

𝘈𝘹𝘮𝘢𝘳𝘢. 𝘔𝘪 𝘔𝘦𝘫𝘰𝘳 𝘊𝘰𝘯𝘥𝘦𝘯𝘢 ⚠️2da publicaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora