Poder

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— ¿Podrías ser un poco menos arisco Rogers? Solo intento ayudarte — sus manos intentaban hacer un nudo en la corbata, mientras sus labios estaban peligrosamente cerca.

— No es eso — traté de explicarme.

— Desde que nos besamos estas raro Steve... ¿Te pongo nervioso? — comenzó a reírse y negué divertido.

— ¿Vas a seguir con eso? Ya superalo Romanoff, lo único que sucede es que invades mi espacio personal — ella sonríe de lado y se ve completamente hermosa.

Y aquí estoy, amando en silencio a la mujer que puso mi mundo de cabeza. A mi compañera y amiga, a la increíble y bellísima Nat.

Según las instrucciones de Banner, debía poner la gema en una especie de santuario. Esto debería ser lo menos complicado de todo lo que me había tocado hacer por devolver alguna gema, así que me dispuse a entrar y colocar la gema en su lugar.

Al finalizar me senté sobre una roca, este lugar era asombroso. Aún no concebía que estaba en otro planeta, habían criaturas extrañas que me recordaban a esas películas que Tony me había obligado a ver sobre el espacio.

Tony...

Extrañaba a mi gran amigo, sabía que hizo lo que cualquiera de los dos hubiera hecho. Pero no podía evitar pensar que debía ser yo.

Cuando escuchamos el mensaje que dejó por si moría, recuerdo perfectamente la cara de su pequeña Morgan, ella me veía curiosa y se acercó para poder hablar conmigo.

— Capitán... ¿Papá estará bien? — ver a esa niña era verlo a él.

— Sí, él está en un lugar donde se siente tranquilo — porque estaba seguro que feliz no estaría, no dejando a su familia.

— Mamá dijo que tú eres su amigo ¿Quieres ser mi amigo también? — la abracé y me permití llorar un segundo. ¡Maldita sea Stark! cuánta falta nos haces.

— Claro que quiero ser tu amigo linda — ella me sonrió y luego besó mi mejilla. Al instante corrió hacia su mamá y Pepper me sonrió agradecida, en ese momento supe que antes de partir tenía que dejar todo en orden para que ambas siempre estuvieran protegidas.

Vi la última gema, la gema que me había quitado mi vida. La tomé entre mis manos y sentí el enojo que no me había permitido sentir. ¿Por qué Nat?

Ajusté mi brazalete con la nueva información y respiré profundo antes de mi última misión. 

La última misión [Steve Rogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora