Un molesto pitido, constante y repetitivo me despertó. Estaba en la cama de un hospital. Mi madre estaba dormida en un sillón a mi lado, y me agarraba de la mano, de la que no llevaba una vía intravenosa. Quería hablar pero no me salían las palabras, no podía moverme, estaba muy cansada, así que me volví a dormir.
–“…y solo espero que esto no vuelva a pasar nunca y que podamos estar juntas siempre, porque no sé que haría sin ti y…” –
Era la voz de mi madre, me hablaba mientras me acariciaba suavemente el pelo. Abrí los ojos, no dije nada.
–“¡OH, CRIS! ¡POR FIN DESPIERTAS!”– dijo mi madre mientras me estrujaba entre sus brazos.
–“Shhhh…”– estaba gritando y me molestaba.
Vi como una lágrima descendía lentamente por su rostro.
–“¿Qué me ha pasado?”–pregunté yo.–“Lo último que recuerdo es estar yendo de camino a casa y…¿Cuánto tiempo ha pasado desde entonces? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué me pasa? ¿Qu-“
–“Tranquila, Cris.”–me interrumpió mi rueda de preguntas – “ahora te cuento todo.”–tosió para aclararse la garganta y yo me mantuve en silencio, intrigada por escuchar la historia que estaba a punto de contar. – “Verás, es complicado…A ver por donde empiezo…Bueno, lo mejor será que empiece por el principio. El día que estabas volviendo a casa, alguien te secuestró. No sabemos ni quién es ni por qué lo hizo, todavía…Unos días después recibimos una llamada desde una cabina de teléfono pidiendo una fianza de 500.000 euros para que tú pudieras seguir con vida. Hicimos lo que nos dijeron, obviamente. Después de eso dejamos de tener noticias tuyas, hasta unas semanas más tarde, que nos llamaron para pedir otra fianza, esta vez de 600.000 euros. Nos mandaron también un video tuyo diciendo que estabas bien, pero…”–se me hace un nudo en la garganta, y por lo que veo, a mi madre también–“tenías moratones por todo el cuerpo, se te veía tan delgada y tan débil…No nos quedaba otro remedio que pagarles, queríamos que siguieras viva a toda costa. La policía mientras tanto trataba de rastrear las llamadas o seguir cualquier pista, pero nada. Hace dos días recibimos una última llamada: ellos te liberarían si pagábamos una alta suma, no te lo voy a decir, pero por supuesto era mucho, aunque ya sabes que por ti daríamos todo. Ayer te encontramos inconsciente en la carretera de al lado de casa y te trajimos aquí. Tienes dos costillas rotas y un tendón desgarrado. Por lo demás estás bien. ¡Cielo, te echaba tanto de menos!”–y una vez más me abraza.
Yo me quedo muda. No lo comprendo. Una frase se escapa de mis labios: –“¿Por qué?”
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Reconstruyendo mi pasado.
Teen FictionSólo recuerdo estar encerrada en una habitación oscura. Después, me despierto en una cama de hospital. ¿Qué ha pasado exactamente? Y lo más importante, ¿por qué?