Eterna Tormenta

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Decreto de Amor

[ETERNA TORMENTA]


Las olas chocaban con el bote y se perdían en la inmensidad del océano. Los tripulantes celebraban con poco alcohol su perfecto viaje que no tuvo contratiempo alguno. Con su largo pelo rubio algo mojado por la lluvia, Aether se despidió de sus "camaradas" de la odisea marítima y su capitana Beibou. Las tierras de la Arconte Electro no se distinguían demasiado desde la última vez que las había visto. Los árboles de cerezo dejaban caer infinitamente sus hojas al suelo. El viento las levantaba y las arrastraba a todos los rincones de Inazuma sin excepción alguna. Los pétalos rosas sobrevolaron la cabeza de Aether hasta caer cobre su hombro. Mantuvo su casi recto trayecto hacia la residencia de la Shogun Raiden —aunque no fuese a ella a quien fuese a buscar—, cada paso que daba le daba cierta sensación de pesadez.

La ausencia de la pequeña hada dejaba que su mente se distrajera con pensamientos propios. Aunque no la podía culpar, quedarse con Lumine para probar toda la gastronomía de las demás naciones era el sueño más anhelado de Paimon.

Sin embargo, un destello fugaz de color azul cayó a tan solo unos cuantos metros de él. Algo asombrado miró el cielo y se percató de que pronto volvería a llover. Las nubes se acomodaban a la vez que resonaban como una bestia al asecho, esperando a que su presa se distraiga. Su pelo se elevaba por las fuertes corrientes oceánicas que empezaban a tomar cada vez más impulso. Los árboles eran sacudidos con fuerza y sus ramas se negaban a ser separadas. No era la primera vez que llovería, y tampoco sería la última.

Tiene sus ventajas crecer en las tormentas de Shogun-sama.

Varios guardias se inclinaban ante el chico mientras se disculpaban con prisa. El pelo goteaba al estar completamente empapado al igual que su traje. La leal seguidora de la Arconte Electro fulminaba con la mirada tanto al rubio como a los hombres encargados de la seguridad de Tenshukaku. Sus ojos dorados buscaban la respuesta coherente del chico el cual solo reía algo nervioso por la intensidad. Kujou Sara se giró notoriamente molesta y sin mirar a nadie dio instrucciones.

—Vuelvan al trabajo, no quiero que este incidente vuelva a ocurrir —la frialdad de esas palabras hizo parecer que la lluvia era buen cobijo—. Aether, ven conmigo.

—S-si...

Iniciaron su pequeño trayecto mientras dejaban un camino de agua. El rubio evitaba que su mirada se cruzara de forma alguna con los ojos indescifrables de la Kujou. Aunque lo logró, su meta final se vio truncada a medio camino.

—¿Por qué no avisaste que venías? No era necesario armar un alboroto con los guardias, Tú también tendrás un castigo, no por ayudarme saldrás impune de esta.

—Bueno... no sabía cómo convencer a un mensajero que viniera hasta Inazuma y decirle que tenía correspondencia para la Arconte Electro... o cualquier otro cargo de alto nivel.

Sara bufó molesta y se cruzó de brazos. Sabía que Aether tenía un buen punto, demasiado más de lo que le hubiese gustado. <<Menos mal no sabe nada de Yoimiya>> celebró con un pequeño zapateo. La peli corta y el chico siguieron caminando sin volver a intercambiar palabra alguna. El golpe constante de la lluvia contra el tejado era lo que más presencia hacía. Giraron un par de veces hasta que llegaron a una puerta de madera que tenía tallado un pequeño árbol de sakura al lado del pomo.

One Shots Viajero en DerivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora