El Mejor Escudo

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De la Luna a la Tierra

[EL MEJOR ESCUDO]

—Noelle —susurró en busca de sus labios—. Te amo...

—Aether —fue arrinconada contra el tronco de árbol y fue besada por su superior.

El mover de ambos a medida que profundizaban aquel beso desbordaba el amor de ambos por toda la pradera. El actuar de sus sentidos solo daba motivos para continuar de manera infinita.

La luna en su punto más alto acompañaba la desenfrenada escena, y las estrellas eran los únicos confidentes de los caballeros de Favonius.

La brisa característica de las tierras del arconte Anemo recorrieron de forma continua todo el terreno trayendo consigo un pequeño frío que fue opacado por fervor de ambos cuerpos.

La fogata que habían hecho parecía un simple juguete con el arder interminable de sus corazones.

Se separaron en busca de aire, pero sin separarse del todo.

—Lo siento, no debí —sentía la respiración agitada de su amor y eso solo lo descontrolaba todavía más—. Fu-fue precipitado...

—Calla en tu boca mis besos, guarda en tu corazón mi recuerdo. Acobija mis manos entre las tuyas —recitó con su cara roja como una rosa, ardía como un volcán en el corazón del planeta.

Con su mano desnuda de cualquier artilugio acarició la mejilla del rubio que la miraba jadeante y deseoso de volver a probar sus labios. Aunque sea por un mísero segundo, sería capaz de darle tanta felicidad para toda una vida.

—T-te amo, Aether-san —guardó su rostro en el pecho del rubio.

Nuevamente el sonido que salió de su boca terminó por cortar la cuerda que sostenía al viajero de su accionar total.

Con una de sus manos libres tomó el mentón de la peli gris y lo elevó para que los ojos de ambos chocaran. Y sin más esperar volvió a conectar su cuerpo con el de ella. El mecer de los dos fluía como el agua de los ríos.

Entre tantas caricias al alma no se dieron cuenta cuando los dos estaban el piso mezclándose entre la hierba sin cortar. O que ya la fogata se había quedado sin madera que quemar. No se detuvieron más que para disfrutar del momento.

Se fundieron en un cálido abrazo que acercó de forma casi imposible todavía más sus corazones. No les bastó con ser él latir del otro.

Tomaron una pequeña pausa y abrieron los ojos para verse reflejados en el del otro.

Una pequeña sonrisa por parte de la antigua criada dejó en el forastero de aquellas tierras, una sensación que en ningún otro mundo pudo lograr sentir.

—Los libros no saben explicarlo del todo —soltó una pequeña risa que hizo sentir envidia en la luna.

—¿Qué cosa?

—Explicar el amor es como contar las gotas lluvia en una tormenta interminable —contra lo que se negaba mentalmente, esta vez fue su cuerpo es hacer lo que quería.

Una extraña sensación inundó el estómago del chico que creyó estar volando por los cielos.

—Eso creo... no soy bueno estudiando.

—No importa —se levantó de manera rápida y sacudió sus ropas—. Ven. Aún no acaba mi celebración por ser recién ascendida, ¿verdad?

Estiró la mano hacia el caballero honorario con la cara roja que irradiaba completa felicidad. No tardó demasiado en aceptar la propuesta de la oji verde.

—Vamos.

Ambos corrieron mientras reían colina abajo. A lo lejos divisaron el gran árbol que daba sombra de una extensa zona. Y frente a el, una de las Estatuas de los Siete.

La luna brillante como siempre fue tapada tapada por las hojas verdosas del árbol. Sin detener sin andar llegaron hacia el pequeño lago de agua cristalina.

Ansiosa de lo que pasaba, la peli gris se retiró su calzado de manera fugaz y entró en el cuerpo de agua a la vez que daba pequeños saltos. El viajero no tardó en unirse para que ambos terminaran con los pies remojados.

—Está fría —reconoció Noelle dando otro salto mojando un poco a Aether que agachó la mirada—. ¿Estas bien?

Su respuesta fue un chorro de agua que casi la tumba.

—Si la guerra empieza, el primero en haber atacado se arrepentirá de no haberla acabado —dijo Aether volviendo a mojar a Noelle—. Jeje.

—¡Aether-san! —respondió con un puchero y pateando el agua en dirección al rubio—. Te acabas de meter en una batalla con una caballera de Favonius, prepárate.

—Te amo.

De las orejas de la chica pareció salir humo y su rostro tan pronto como cambio de color, fue cubierto por ambas manos de la oji verde.

—¡N-no se vale decir eso!

—En el amor y la guerra todo se vale, para su mala suerte, hoy lucho por ambas —y con cuidado alzó a la chica para ponerla entre sus brazos—. Ahora que gane es hora de mi premio.

—¿Pre-premio? —separando un poco sus manos dejando a la vista sus labios rosados que estaban temblando.

—Con solo mirarte bastaría, pero como hoy es tu día, hay que hacerlo a lo grande —besando a Noelle que se quedó estática.

El ardimiento de la fogata serviría para sus ropajes, y el calor de sus cuerpos era para ambos...

{...}

En definitiva quedaba un poco corto la simplicidad de las palabras en los libros, de todo un mar de sentimiento que podía ser el amor.

El latir de un corazón, los suspiros de una enamorada, la trayectoria de unos sueños, el cruce de una miradas.

Solo letras acomodadas por un persona no podían acercase en lo más mínimo a él sentir de un enamorado.

Oh satélite natural, quien diría que entre todos los confidentes, tu que observas todos lo detalles, eres el que más calla, y el que más apremia.

Tal vez el campo se quede sin verde, o el agua sin el azul.

Pero no hay nada más eterno, que los segundos dorados entre nosotros dos.

Atentamente y con el corazón en la mano: Noelle, Caballera de Favonius y amadora del amor.

[EL MEJOR ESCUDO]

FIN

GottoCatch

One Shots Viajero en DerivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora