Capítulo 18

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Draco había sido incapaz de comer. Su farol había permanecido apagado, como todos los demás de la plaza, pero una sensación de silenciosa anticipación le impendía leer un libro o distraerse con otra cosa.

Cuando oyó los pasos de Remus resonar en la escalera, volvió la cabeza hacia la puerta.

—Mi señor general y mi señor Longbottom desean hablar contigo —anunció Remus—. Abajo, en la sala de estar.

Draco palideció. Se preguntó qué asunto sería tan serio como para requerir la formalidad de un encuentro en la sala de estar. Nunca la usaba, la encontraba oscura y triste; la alcoba, con sus tonos amarillos, le resultaba más cómoda. A lo mejor Harry pensaba que ahora que estaba bien no era apropiado recibir a Neville arriba.

Comprobó su maquillaje y tomó un abanico antes de bajar con Remus a sus talones. Cuando entró en la sala de estar, se puso de rodillas y se postró como era adecuado delante de Harry. Después, aún de rodillas, se inclinó profundamente frente a Neville.

—Saludos, mis señores. ¿Deseáis tomar té?

—Puedes levantarte y sentarte... con nosotros —indicó Harry, como si apenas pudiera contenerse para decirle que se sentara a su lado. Parecía fascinado de verle de nuevo—. Siempre olvido lo hermosa... —Harry se detuvo de repente y miró a Neville, que parecía estar muy ocupado examinando con atención los bordados de sus mangas.

Modestamente, Draco mantuvo los ojos bajos y se sentó en el borde de la silla manteniendo el abanico de manera que ocultaba su rostro de la mirada de Neville. Nunca había recibido a ningún hombre aparte de Harry en su casa y no sabía muy bien qué implicaba aquella visita y cómo debía comportarse, a pesar de que Neville le había visto en su peor momento. Los oráculos parecían haberle abandonado desde que había sido obligado a viajar a aquella tierra extranjera, pero de nuevo sentía el arrastre de la familiar sensación interna que los acompañaba. No sabía lo que significaba, pero la excitación de recobrar su clarividencia era difícil de disimular mientras esperaba temblando a lo que los dos hombres tuvieran que decir.

Neville empezó a hablar escogiendo las palabras cuidadosamente.

—Habéis debido oír que la segunda esposa Belatrix ha iniciado su viaje al más allá donde los dioses sin duda le ayudarán a recibir la recompensa por sus hazañas y fechorías en esta vida.

Draco asintió sin decir palabra y Neville añadió:

—Su padre, Corvus, que vive en Knockturn, no se alegró cuando el mensajero le llevó las noticias de su muerte. No cree que Belatrix se suicidara. Fue él quien hizo que el enlace fuera una cuestión política y con su muerte se siente libre de los términos del tratado.

—¿Knockturn? —dijo Draco, sorprendido.

—Precisamente —confirmó Neville, que parecía satisfecho con su rápida comprensión—. Es la provincia fronteriza a la de tu hermano.

—Draco, ¿qué crees que hará tu hermano, Marvolo? —Harry se inclinó hacia delante y le miró intensamente.

Draco dejó caer el abanico en el regazo.

—Marvolo intentará convencer a Corvus de que su resentimiento contra ti es una razón válida para ir a la guerra. Le prometerá que le ayudará y una vez que Corvus haya comprometido sus fuerzas, esperará hasta que sea demasiado tarde para que se retire. Puede ayudarle como le había prometido o no, según sople el viento.

—Entonces coincides con nuestro juicio. —Harry se recostó en el asiento. Estaba claro que estaba pensando más en las eventualidades de una peligrosa invasión que en Draco.

La concubina [DRARRY/HARCO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora