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CAPITULO VI

Estoy buscando el libro para llevarlo, pero no lo encuentro, lo único que recuerdo es que lo puse en mi mesita de noche, pero no está, mi última sospecha es que esta debajo de la cama, y no me puedo agachar, me desmayo del dolor en cuanto intente bajar un poco la espalda, mi única opción es hablarle a mi mamá, o a mi papá, y no sé si sea buena idea, pero vamos a intentarlo.

Cuando bajo los 20 escalones, si, 20 escalones, me concentre en intentar contar los escalones, no en el dolor cada vez que bajaba, pero ya estoy abajo voy directo a las oficinas de mis padres, bueno ahora solo de mi papá, pues no tengo idea de porque mi mamá renuncio, espero que no sea culpa mía, aunque ella ya necesitaba un descanso, el punto es que cuando llego, mis padres están peleando, y mi mamá está llorando.

¿Qué estaba pasando?, no sé, ¿me importa?, talvez, ¿quiero saber?, sí, pero sé que si me llegan a descubrir, todo va a ir de mal en peor, así que subo a mi cuarto.

Veo la cama y me acerco e intento sacar el libro con el pie y nada, de ningún lado, pero estoy segura de que está ahí, decido que iré donde el chico pues por la curiosidad y para explicarle lo del libro.

Tomo una ducha y me visto, llevo un vestido, ya que estaría muy difícil ponerme unos pantalones sin agacharme, pero tengo que admitir que el vestido es uno de mis favoritos, es amarillo, con puntos negros, es algo escotado, pero hace calor así que está bien, pero obvio antes de ponérmelo me puse las cremas y la faja que mi mamá me dijo, mi pelo es lo que más me encanta de mí, ¿Por qué?, pues porque no tengo que hacer mucho para que se vea bien, me pongo unas sandalias porque no puedo atarme los tenis.

Voy bajando con cuidado las escaleras y veo a mi papá en la cocina.

—¿Todo bien? —Se notaba demasiado tenso y nervioso.

—Si bonita, todo bien— me dice sonriendo.

Obvio sé que no es cierto, algo lo está afectando al igual que a mi mamá,

pero si quiero ir donde el chico, así que por hoy finjo que le creo.

—Está bien papá, ya regreso, te quiero—

—También te quiero, con cuidado—

—Siii, gracias— Le grito porque ya estaba afuera de casa.

Voy a la cafetería, voy feliz, y voy triste, feliz porque no me escape de ningún lado, y triste por mi espalda, y por no traer el libro.

Dentro a la cafetería y estoy a punto de sentarme cuando lo veo, siempre me encanta su ropa, la verdad no sé si es de marca o algo, pero lo que sé, es que le queda tan bien, y usa unos outfits buenísimos.

­—Hola Amy—Habla el desconocido

—Hola desconocido, muero de curiosidad por saber tu nombre—Le digo

—Primero siéntate, hoy te invito yo—Me dice

Estaba a punto de hacerlo cuando siento una punzada en la espalda que hace que me quejar del dolor

—¿Qué pasa? —pregunta el confundido y Dios tiene una cara que casi estoy llorando por no reírme fuerte.

—Nada, todo bien, solo que no me puedo sentar—le explico

—¿Que? —Pregunta siempre confundido

—Vamos a fuera, te explico — Le digo

—Pero ya pedí dos jugos — Me dice haciendo pucheros

—Entonces los esperamos, los pagas y después nos vamos — Le digo riendo

—Está bien— Se ríe también

La Luna Fue Mi GuíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora