Capítulo veinticuatro: "Tensión sexual"

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Charlie Puth sonaba en el club de los italianos cuando Frigdiano y Damiano entraron, el primero movió su cabeza al ritmo de la conocida canción que tantas veces había escuchado ya en Spotify, el segundo sonrió al darse cuenta y buscó con la mirada a sus compañeros. Victoria se acercó con dos vasos en mano y le tendió uno, después miró al pelinegro indecisa.

—¿Tú vas a querer lo mismo?

—No, yo no bebo.

—¿No bebes? —inquirió divertida con el único fin de molestarlo.

—Si bebo, pero me refiero a que no bebo aquí, es decir...

—Te ha entendido, muñeco, no necesitas darle más vueltas porque te va a poner nervioso para después reírse de ti —puso su mano en su espalda baja y miró de nuevo a la rubia—. Thomas dijo que harías una escena hoy, ¿que haces que no estás en ello?

—A mi no me hables así, gilipollas —bebió de su vaso antes de dejar este sobre el mostrador—. Estaba esperando a que llegarais para que también lo podáis disfrutar, ¿tu muñeco es muy sensible al sexo en público?

—¿Lo eres? —inquirió Damiano volviendo a mirarlo.

—No lo sé...

—No lo sabe —respondió.

La chica soltó una risa al escucharlos, en sí la escena le había parecido tierna, nunca había visto a su amigo tan embobado con un sumiso hasta que llegó este. Le gustaba verlo así, feliz y enamorado.

—Bien, tendré eso en cuenta —asintió ella—. Es con dos personas, voy avisando para que él no se espante.

—No lo haré —prometió—. Siempre quise ver a una mujer dominando, creo que lo hombres ya están sobrevalorados.

—¿Qué acabas de decir, muñeco?

—¡No lo decía por ti! Me refiero a que ya todo está muy visto, no se le da tanta visibilidad a las mujeres dominantes.

—Que suerte vas a tener entonces esta noche al poder verme a mi —le guiñó un ojo—. Iré a preparar todo, Ethan acompañó a una chica al baño después de una fuerte e intensa sesión, no creo que tarde en volver. Thomas está en la mesa bebiendo, dejó a la sumisa hace ya un rato así que no tendrá problema en acogeros allí con él.

El italiano le agradeció y le deseó suerte en su escena, acto seguido guió al pelinegro por el club hasta llegar a la mesa en la que siempre solía sentarse con sus compañeros. Efectivamente, el rubio estaba allí bebiendo mientras miraba las tendencias en Twitter. Al verlos llegar les ofreció asiento a su lado, Damiano fue el primero en sentarse y después tiró de Frigdiano para que imitase la acción en sus piernas.

—El sofá es más cómodo —opinó el rubio mientras bloqueaba su teléfono y lo guardaba en su bolsillo.

—Nada es más cómodo que mis piernas, Thomas, ya deberías de saberlo.

—Descuida, muñeco, que tu mente no te juegue una mala pasada —pidió soltando una risa—. No ha pasado nada entre tu novio y yo, y si sucediera no me dejaría dominar.

—No le hagas caso, soy más dominante que él.

—Mentira.

—No me interesa quien dominaría a quien —admitió.

—Me cae bien —sonrió llevando una de sus manos a su pierna para acariciarla con sutileza—. Cuéntame, ¿te ha gustado Italia?

—Me ha encantado —le hizo saber.

—¿Ya te preguntó Vic por Jacopo o puedo hacerlo yo? —cuestionó con diversión.

—Thomas, no empieces...

—Contexto, please —los miró, primero a uno y después al otro, con una expresión de confusión en el rostro.

—Victoria estuvo a nada de ser mi cuñada —habló Damiano soltando una risita—. Salieron durante un tiempo pero no se entendían, los dos son demasiado dominantes y ninguno quiere ceder, supongo que eso fue más fuerte que el aprecio que sentían el uno por el otro.

—Un amor imposible que a todos nos llamó la atención —confesó el rubio mientras sus dedos jugaban sobre el muslo del español—. Quizá algún día vuelvan a intentarlo.

—No lo creo, se matarán el uno al otro y a nadie le conviene otra ruptura de su parte.

Charlaron un rato más, ahora centrándose en Italia, sus tradiciones y todo lo que Frigdiano había aprendido por ese país. Thomas no dejó de aumentar la tensión sexual entre ambos mientras este hablaba de su país natal, era un juego divertido para él y sabía que para su compañero también.

—¿En serio que no quieres compartirlo conmigo? —inquirió—. Te digo que podría complacerlo mejor que tú.

—Lo dudo —respondiendo sonriendo de lado—, nunca me gustó compartir, cuando era niño mis padres me regañaban por no prestarle a mi hermano mis juguetes... ¿Crees que ahora te voy a dejar a mi muñeco para que te diviertas con él? No, lo siento pero no. Lo tendremos en cuenta para cuando nos apetezca hacer un trío, serás el primero en saberlo.

—Te tomo la palabra —besó sus labios de manera breve antes de repetir la acción con Frigdiano, dejándolo anonadado. Después les guiñó un ojo y se levantó, al parecer había entrado alguien que le causaba interés.

No se quedaron solos por mucho tiempo, Ethan no tardó en unirse a ellos para poder disfrutar todos juntos de la escena que Victoria había empezado a hacer en público. Ver a la rubia dominar al hombre y a la mujer que se sumían a ella sin poner pegas era más excitante de lo que creía, tuvo que apretar sus piernas e intentar que su polla no se pusiera erecta. Damiano al notar esto se lo impidió y él mismo le desabrochó el pantalón.

—No te reprimas, no conmigo —pidió dejando un beso en su cuello, dándole permiso para tocarse allí mismo, justo cuando Victoria miró en su dirección con seducción. Sabía el lugar que ocupaba y el efecto que causaba en las personas, sería tonta si no lo aprovechaba.

Cuando todo finalizó fue el propio Ethan el que sacó un pañuelo para brindárselo al pelinegro, aumentando todavía más la tensión sexual en el ambiente. Damiano palmeó su culo para que se levantase.

Todo se disipó cuando vieron a Thomas en la entrada prohibiéndole el paso a alguien, Damiano le pidió a su amigo que se ocupase del muñeco mientras él iba directo al ojo del huracán.

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