Hacerte el amor. (Parte 1)

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Bebimos un poco, no lo suficiente como para emborracharnos pero nos dio el empujón que necesitábamos. ¿De qué estoy hablando probablemente se preguntan? Bueno... aquí estamos, junto a la puerta del dormitorio de Wanda. Estábamos contra la pared, frente a frente y nuestras miradas llenas de pasión.

Me incliné, con ganas de arrancarle los labios pero al mismo tiempo vacilante, nuestras miradas chocaron y me congelé al instante. No había necesidad de palabras, solo nuestros ojos, que lo expresaban todo. Cerré la distancia entre nosotras y nos besamos. Al principio nuestro contacto fue suave, pero el beso se profundizó y nuestras lenguas bailaban con fiereza, el calor se extendió por todo mi cuerpo, mientras que Wanda se empujaba contra mí y nuestros pechos se tocaban a través de nuestra ropa.

Abrió la puerta con vigor y me condujo al interior hasta que choqué con algo y caí de espaldas con ella cayéndome encima... Sí, era su cama, lo supe cuando abrí los ojos y me posicioné mejor.

Sus manos fueron a dar debajo de mi camisa, levantándola. Frotó sus manos en mi piel desnuda y pegué un grito ahogado ante sus toques. Mi pecho subía y bajaba mientras la miraba, tenía los ojos llenos de deseo y lujuria. Sus uñas raspaban a través de mi piel, cerré los ojos y apreté los dientes de la necesidad que sentía.

Agarré el dobladillo de su camisa y la tiré rápidamente, ahora las dos estábamos solo con nuestros pantalones de pijama y sujetadores.

-¿Estás segura? - murmuró contra mis labios. Me gustaría que dejara de preguntarme eso.

-Sí. - susurré. Inmediatamente se subió encima de mí, haciendo que sus pechos presionaran con los míos. Mientras yo recorría cada parte de su bien tonificado cuerpo, estaba fascinada por la forma suave de su piel, explore todo y me detuve en sus redondas nalgas.

Gimió, así que continué, subí mis manos tirando de sus caderas para que pudiera sentir su centro contra el mío. Nuestro beso se había profundizado aún más y ahora estaba casi sin aliento, me aparté un poco y su mirada vidriosa y llena de deseo me llevó al límite.

Cada centímetro de mi cuerpo me gritaba que la follara, pero yo tenía que respetar si ella quería alejarse en un determinado momento, pero por suerte, no parecía ser así...

Le di la vuelta, así que ahora yo estaba en la parte superior, nuestros ojos se encontraron. Sus ojos verdes que la hacían lucir tan increíblemente hermosa, tan atractiva. Me incliné hacia su rostro, mis labios apenas rozando su lóbulo de la oreja.

-¿Puedo hacerte el amor? - Susurré y noté que su cuerpo tembló en el momento que esas palabras salieron de mi boca. Tomé el lóbulo entre mis dientes en broma, a la espera de su respuesta. Cuando lo dejé pasar, me eché hacia atrás y vi su visto bueno, esa fue toda la confirmación que necesitaba.

Mis labios colocaban pequeños besos, haciendo un camino hacia su cuello hasta que llegué al principio de su escote. La miré y ella asintió una vez más, dándome el permiso para desabrocharle el sujetador, por la parte delantera. Al llegar a ahí, mis manos temblaban, por fin iba a poder demostrarle lo mucho que me importaba, y lo mucho que la amaba.

Contuve la respiración y luego desabroché el sujetador, sus pechos ahora estaban libres de su prisión. Está bien, yo usualmente no sabía acerca de tipos de pechos de una chica, pero los de mi chica eran perfectos. No eran tan grandes pero si mas que los míos. Sus pezones eran rosaditos. Di una miradita rápida a Wanda y me hizo estar segura de que podría ir más allá.

Coloqué besitos alrededor de todo su pecho, evitando deliberadamente sus pezones, haciendo que me excitara mucho más. Cuando pensé que ya había tenido suficiente tortura, mi lengua bailó hacia las puntas sensibles. Pensé que iba a explotar por la forma en que gimió, no quería hacerla sufrir más, así que tomé un pezón en mi boca, estaba duro y delicioso. Empecé a chuparlo, mordisquearlo, saborearlo mientras disfrutaba de sus reacciones.

Los ruidos que hacía sólo alimentaron mi deseo de comerla entera y añadieron una gran humedad en mis bragas. Sus gemidos eran alcohol que iban directamente a mi cabeza y me embriagaba totalmente de ella. Sentía mi cabeza mareada, pero controlada al mismo tiempo. Todavía no tenía suficiente de ella, mis manos se movían por la suavidad de su estómago mientras mis labios besaron y comieron cada pulgada de esos pechos deliciosos.

Sonreí cuando sentí sus manos en mi cabeza, enrollando los dedos en mi cabello y apretándome allí. Una vez que terminé en sus pechos, me incliné para mirarla, respiraba con un poco de dificultad, así que llevé mis uñas por todo su abdomen hasta que llegaron a sus pantalones de pijama, la oí jadear y aguantar la respiración antes de mirarme con incertidumbre.

Me recosté para susurrarle al oído.

-Las dos nos preocupamos por los demás... Escucha a tu mente, tu cuerpo. - Le susurré con voz ronca - Ellos saben cuando estas lista... ¿Estas lista? - Me aseguré de repetir exactamente lo mismo que había dicho a mí, la noche que se quedó en mi casa. Cuando me incliné hacia atrás, vi su sonrisa y luego tomó una respiración profunda antes de asentir.

Mis dedos encontraron su cintura y comencé a bajar sus pantalones de pijama mientras seguía ocupada besándola cariñosamente. Cuando no pude bajarlos del todo, tuve que dejar el beso y posicionarme mejor para quitárselos por completo.

Mis ojos se abrieron como platos y se asentaron en sus bragas de encaje negras igual que su sexy sujetador. Era lo único que quedaba en su cuerpo, era como un sueño tener a Wanda de esa manera en esas braguitas que eran lo más sexy del mundo. Pronto tenían que salir volando de aquí. Pero primero, hice un camino de besos desde su rodilla hasta la cara interna de su muslo. La vi mordiéndose el labio, preparándose para que yo dejara besos en su centro, pero no lo hice, simplemente salté esa zona y me dirigí hacia su otra pierna, sonriendo a su gruñido de frustración y el ligero movimiento de sus caderas.

Conecté nuestros labios una vez más, el fuego entre nosotras aún más fuerte y la interminable corriente de electricidad a través de todos mis nervios me estaba volviendo loca.

Por el rabillo del ojo vi como seguía meneando sus caderas, así que puse mi mano sobre su vientre y la deslice hasta el fondo, hasta que llegué a su centro palpitante y caliente. Sus ojos una vez más buscaron los míos, vi otra leve vacilación y un atisbo de nerviosismo, y sentí aprehensión inundar mi corazón una vez más. ¿Estaba realmente lista? deshice la presión de mi mano sobre su centro y la dejé flotar ahí, dándole a entender que no estaba segura de si ella lo quería. Mi otra mano acariciaba su pelo. ¿Fue demasiado y demasiado pronto? Finalmente, después de lo que pareció una década, dijo con labios entreabiertos.

-¿Tienes alguna idea de lo mucho que te necesito? - sonó casi como un susurró.

Sonreí y apreté de nuevo mi mano sobre su centro, empecé a usar mis dedos para frotar suavemente su clítoris. La reacción fue casi instantánea, se quedó sin aliento y luego gimió en voz baja, creo que estaba avergonzada, pero pronto eso cambiaría.

La froté bastante duro y sus caderas se movían al mismo ritmo, besé su estómago mientras que mi otra mano masajeaba sus pechos. Su aliento era irregular, así que dejé mi mano abajo y la vi apretar los dientes repentinamente.

Bajé hasta instalarme entre sus piernas abiertas, inmediatamente arqueo sus caderas con entusiasmo como si se acercara al orgasmo. Para hacerla sentir mejor, le quité las bragas y sonreí ante la humedad que tenían, luego las tire por ahí.

Ella gimió mientras el aire frío golpeaba su clítoris. Le miré y estaba tratando de cubrirse un poco, tal vez era tímida y contando que ella era la única que estaba desnuda. Para que se sintiera más cómoda, me quité el sujetador y lo tiré, también mis pantalones de pijama y quede solo con mis bragas, completamente empapadas. Sus ojos sondearon en cada centímetro de mi piel, miré hacia su centro y se había vuelto aún más húmedo y goteando.

Me enloquecí, inmediatamente besé sus muslos burlonamente hasta que llegue a su centro húmedo, estaba tan mojada, la evidencia de su deseo recubría las partes superiores de los muslos. Dios, el olor que emanaba inundó a través de mí, y de repente no existía nada en el mundo solo nosotras.

Lujuria Oculta; ScarletWidowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora