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A su corta edad Minatozaki Sana ya era lo suficientemente consciente de que el mundo no era un lugar lindo en el que le gustara vivir, fue esa la razón por la que en múltiples ocasiones ella misma usaba su brillante imaginación para crear mundos llenos de fantasía, mundos en los que ella pudiera reinar y ser dueña de su propia felicidad. Pero todo había mejorado cuando conoció a Im Tzuyu, su compañera y fiel heroína en cada una de sus atrevidas aventuras. Juntas, su mundo imaginario se fortaleció y Sana creyó que después de todo quizás la vida real podía ser linda, en lo que cabía.

— ¡Oye, Chewy, espera! —gritó, su voz tensa por la falta de aliento y una serie de ahogadas risillas, luchando por perseguir a la niña más alta, las largas piernas de la menor le proporcionaban la habilidad de que sus zancadas fueran mucho más distantes que las suyas, por lo que alcanzar a Tzuyu le agotaba un tanto a comparación de ella.

— ¡Chewy nunca se rendirá ante ti, reina malvada! ¡No temas, porque debo liberarte de este horrendo hechizo en el que haz caído! ¡Debo hacer que vuelvas a ser la reina más hermosa y más tiernas de todos los tiempos! —Grita en respuesta, agitando la manta que estaba atada a lo largo de su cuello a modo de capa mientras continúa corriendo por las calles llenas de charcos, provocados por la lluvia que llegó a la ciudad horas atrás por la madrugada.

Una pequeña sonrisa aparece en su rostro, revelando los hermosos hoyuelos en sus mejillas ligeramente rellenitas, el simple gesto hizo que algo dentro del pecho de Sana golpeara con fuerza, le encantaba ver como sus ojos se escondían detrás de sus mejillas y se formaban en dos líneas curvas — ¡¿De qué hablas, heroína tonta?¡ —exclama siguiéndole el juego— Nunca me rendiré ante ti —dice Sana, y Tzuyu no puede evitar reírse de lo linda que suena cuando ella trata de dar miedo.

Las mejores amigas continúan persiguiéndose la una a la otras a través de los mojadas calles, creando una variedad de efectos de sonido de batalla y reacciones dramáticas. Por un segundo, Sana se distrae, demasiado hipnotizada por los hermosos ojos ajenos, demasiado que incluso se olvidaba de seguir con el juego o siquiera de recordar algo más que estuviera pasando a su alrededor. Claro, puede parecer cursi y demasiado afectuoso solo para su querida amiga, pero Im Tzuyu significaba mucho más para ella.

La mejor parte de todo era que si no le hubiera hecho caso a su hermana mayor Jihyo (tutora y básicamente única imagen materna, por así decirlo) de hacer audiciones para ser parte de un grupo de baile, no hubiera conocido nunca a Tzuyu, pues ese mismo día casualmente ambas niñas irían por primera vez a mostrar sus movimientos, solo para darse cuenta de que meses después compartirian las mismas clases en la escuela secundaria también. Durante un año después de conocerla, ella se convirtió en su único escape, la única forma en que podía fingir que no tenía que enfrentarse a la realidad que tenía. La única forma en que podía manejar la intimidación constante en la escuela y las cantidades dominantes de estrés era recordando que siempre podía ser reconfortada por sus abrazos y sus cálidos intentos de animarla.

Y su hermana Jihyo no tardó en darse cuenta también. Antes de que todo el asunto de la academia de baile ocurriera, vio cuántas noches volvía a casa llorando de la escuela, cuántas veces se negaba a levantarse de la cama por las mañanas, es por eso que agradecía y consentia a la tierna niña de hoyuelos por todas esas veces en las que Sana le había dicho que Im Tzuyu era la única persona que existía que lo había entendido y que era su único lugar para sentirse a salvo. Vio la forma en que se mantenía eufórica cuando era casi la hora de ir a sus clases para verse, y la forma en que sus ojos marrones se iluminaban cuando regresaba a casa después de todas sus actividades juntas. Sabía lo mucho que la niña significaba para ella y que Tzuyu era la única forma posible de mantener feliz a su pequeña hermanita.

Sabiendo que sacrificaría cualquier cosa para hacer lo mejor para Sana, había aceptado que las dos hicieran un movimiento drástico. Fue un gran ajuste trasladarse al otro lado de la ciudad (después de todo su hogar anterior se sentía bastante vacío por la ausencia de varias personas), y en realidad fue bastante costoso al principio, pues con su trabajo no lograba cubrir la cuota entera para pagar la renta, pero mudarse cerca de donde Tzuyu podría ayudar a que Sana estuviera bajo buenos cuidados mientras Jihyo salía durante el día para cumplir con sus pesados horarios de trabajo; había conocido a las hermanas Im gracias a la cercanía de las menores y no tardó en sentir un poco de confianza y apego hacia ellas cuando estás se compadecieron de su situación, sin sus padres Jihyo tenía muchas limitaciones para tratar de que Sana llevara una infancia digna, o al menos eso intentaba, por lo que la niña de grandes mejillas siempre era bien recibida por ellas.

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