Capítulo 1: El Inicio de la Historia

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*No One POV*

La lista de cosas que Elizabeth sabía podía llenar un libro. Su conocimiento sobre el Mundo Mágico era producto de los constantes viajes que Thomas Wyatt tenía que hacer en su rol de rompemaldiciones para Gringotts, los cuales Cassandra Amerys aprovechaba para enseñarle a su hija todo lo que necesitaba saber sobre el lugar en el que se encontraban. Thomas no tenía que preocuparse por los peligros que implicaba su trabajo, no cuando su esposa había sido la mejor Auror de su clase. Lizzie sabía esto, así como sabía que los constantes viajes eran la razón por la que no tenían una casa fija. El control sobre su magia también era parte de sus conocimientos, sus padres le habían enseñado a usarla desde temprana edad. Es así como Eli sabe el hechizo que le permite cambiar el color de sus ojos de rojos a marrones, al igual que el rito de sangre que le permite dejar flores en las tumbas de James y Lily Potter todos los años en sus aniversarios de muerte. Thomas y Cassandra nunca se lo pierden, no importa en que parte del mundo estén, y Liz sabe que extrañan a sus amigos. Por sobre todas las cosas, Elizabeth sabe que sus padres la aman y que harían cualquier cosa por ella. 

La lista de cosas que Elizabeth no sabía podía llenar una biblioteca. ¿A qué se refería su mamá cuando le hablaba de tipos de magia antiguos y poderosos? ¿Por qué nunca especificaba nada? ¿Por qué su papá y su tío Remus siempre peleaban cuando se juntaban? ¿Qué había pasado realmente con su tío Sirius? ¿Por qué sus padres quemaban las cartas que provenían de la oficina del director de Hogwarts? ¿Qué secreto le ocultaban? A Eli no le gusta no saber. Es solo cuando su madre empieza a toser sangre que se da cuenta de que hay algunas cosas que preferiría dejar en la ignorancia. 

-Los viajes van a parar por un tiempo, peque. Solo hasta que mamá se sienta mejor. Mientras tanto, podemos vivir en esta asombrosa mansión. ¿Qué te parece?

La mudanza ocurrió unos meses después de su cumpleaños número 9. Lizzie no sabía lo que era vivir en una casa propia, pero no le molestaba. Tenía su una habitación para ella sola, una biblioteca personal enorme y muchos lugares para recorrer. Pasaba tiempo con su mamá en el jardín y su papá le estaba enseñando a cocinar con magia. El cambio fue tan gradual que Eli no se dio cuenta de que algo realmente malo pasaba hasta que fue muy tarde.

Cuando su madre dejó de ir a tratarse a San Mungo y Thomas pidió tiempo libre en su trabajo, Liz supo que había llegado el momento que tanto habían temido. La Mansión Wyatt, una vez repleta de vida, pronto encontró a sus miembros frecuentando las mismas habitaciones. Cuando Cassandra comenzó a deteriorarse con mayor rapidez, una cama fue añadida en la pieza de sus padres a pedido de Elizabeth. 

-¿Recuerdas lo que te enseñé?

-La Muerte es una vieja amiga que solo está haciendo su trabajo.

-Nunca lo olvides, Lizzie.

Elizabeth se aseguró de recordarlo. Así como también intentó grabar para siempre en su memoria los abrazos de su madre y el sonido de su voz.

-¿Te da miedo? ¿Morir?

-No mucho. Me ayuda pensar que voy a ver a mis padres de nuevo. Y a mis amigos.- Cass abrazó más fuerte a su hija.- Lo que realmente lamento es tener que dejarte. Nuestro tiempo fue demasiado corto, pero te amé cada segundo y voy a seguir amándote cuando la Muerte me lleve a su reino. Lo sabes, ¿verdad? ¿Qué voy a amarte por toda la eternidad y que estoy orgullosa de que seas mi hija? 

-Lo sé, mamá. Yo también te amo y voy a seguir amándote siempre.

Cuando Cassandra Amerys dejó el mundo de los vivos a mediados de agosto, Thomas y Elizabeth estaban a su lado sosteniendo sus manos. Liz no la vio morir, pero la sonrisa en la cara de su madre le aseguró que había sido una muerte pacífica.

El funeral no había sido lo más difícil. Con lo rápido que se había deteriorado la salud de Cassandra, Thomas lo había planeado con tiempo. De hecho, Eli hubiese preferido seguir en el funeral. Su tío Remus nunca se había apartado de su lado y juntos observaron como Thomas tiraba las cenizas de Cassandra a la orilla del mismo río donde le había propuesto casamiento. Después de despedir a los invitados, los tres habían regresado a la Mansión y Remus se había quedado por un tiempo. Eso no había sido difícil. No, difícil fueron las primeras fiestas sin su mamá. O el aniversario de un mes de su muerte. El primer viaje, donde Eli se tuvo que quedar en una habitación con hechizos protectores porque Remus no los había podido acompañar y Thomas tenía que trabajar en un lugar peligroso.

-No está mal que la extrañes, o que te sientas triste todo el tiempo. A mí me pasa lo mismo, peque. El duelo implica aprender a manejar todo el amor que sentimos por mamá y que ahora no tiene lugar a dónde ir.  Pero quiero que sepas que, siempre que necesites hablar, estoy dispuesto a escucharte.

Así que hablaban. Thomas le contaba a su hija historias sobre Cassandra, sobre su tiempo en Hogwarts, sobre la guerra. Su tío Remus también le contaba historias, sobre el mundo mágico y su historia. Y si Eli se despertaba de una pesadilla a la mitad de la noche, siempre había alguien listo para escucharla y para tranquilizarla con una canción en el piano. Liz pronto se dio cuenta de que, si bien su mamá ya no estaba, no estaba sola. La voz de Cassandra y el recuerdo de sus abrazos permanecerían con Elizabeth por toda su vida.

A pesar de no desear festejar su cumpleaños número 11, Thomas y Remus la sorprendieron con un picnic en el jardín. Eli pasó el día rodeada de regalos, con miles de historias y sin ninguna duda de que su familia la quería. Un mes después, en Egipto, una lechuza le entregó su carta de Hogwarts. Thomas le dijo que estaba orgulloso de ella y que Cassandra seguro se sentía igual. Al volver a casa, Eli recibió una búho real de regalo. Rubí pasó a ser parte de su familia, haciéndole compañía a Orión, el búho de Thomas, cuando ellos no estaban.

El primer aniversario de muerte de Cassandra, Thomas y Eli fueron al río a dejar flores hechas con ritos de sangre. Pasaron el día en la sombra del árbol que llevaba el nombre de Cass grabado en oro, poniendo al día al único miembro de la familia que  ya no podía acompañarlos físicamente.  Los días siguieron pasando y Eli nunca dejó de extrañar a su mamá, pero se dio cuenta de que cada vez era más fácil pensar en ella sin ponerse triste.

-¿Lista para ir a Hogwarts mañana?

-Sí. Solo tengo una duda, ¿voy a tener que esconder mis ojos de nuevo?

-Sí, peque. Es tu única regla, ¿está bien?

-¿Eso quiere decir que puedo hacer travesuras en el castillo?

-¿Vas a dejar de hacer travesuras si te digo que no las hagas? 

Elizabeth lo pensó un momento y negó con la cabeza con una sonrisa. Le gustaba hacer travesuras y sus padres nunca se lo habían impedido. Thomas siempre bromeaba de que, si la dejaban sola más de cinco minutos, Lizzie podía meterse en grandes problemas con caóticos resultados. Los artículos para bromas que su papá le había comprado en Zonko y que ahora descansaban en su baúl indicaban que Eli iba a tener un buen año en el castillo, Thomas estaba seguro de eso. 

El tren escarlata salió de la estación a las once en punto. Lizzie saludó a su papá por la ventana hasta que lo perdió de vista en la primera curva. Su compartimiento estaba vacío, sin contar la compañía de Rubí, pero a la chica no le importaba. Cassandra siempre había dicho que la vida estaba llena de aventuras y Eli no podía esperar para descubrir que le deparaba esta.

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Me di cuenta de que la segunda mitad del capítulo parece apresurada. Es porque son momentos en el tiempo, una forma de posicionarnos en el inicio de la historia: la vida de Eli como una estudiante de Hogwarts.

Espero que les guste, gracias por leer :)

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