VII

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-Las he reunido aquí para anunciarles que ya he decidido que solo Akane es mi única prometida.-informó decidido el chico de cabello trenzado.

-No, Ranma!
-no nos dejes!
-te necesitamos!-las tres chicas lo rodearon con ojos llorosos, pero el joven Saotome ya había tomado una decisión.

-Lo siento, confío en que encontrarán a un buen tipo para compartir sus vidas. Por supuesto, no sería tan apuesto y fuerte como yo, pero ya me decidí por Akane y no hay vuelta atrás

-No!-gritaron al unísono las mujeres

Sin darse cuenta, su padre se acercó y lo golpeó tan fuerte en la espalda que lo hizo perder el equilibrio y caer de bruces al estanque.

-Pero qué demonios te pasa, viejo inútil!-gritó molesta la pelirroja

-Estabas muy distraído muchacho, en qué demonios estás pensando ahora? Llevas desde ayer igual-cuestionó Gemma

-En nada que te importe-respondió saliendo del agua mientras torcía su camisa.

Akane apareció justo en ese momento atando su delantal rosado. Les dio una mirada breve-tan linda- y siguió su camino a la cocina donde supuestamente empezaría con lecciones de cocina bajo la  supervisión de Kasumi y el estricto ojo crítico de Nabiki.

-Esa torpe, cuando entenderá que cocinar no es lo suyo-murmuró Ranma

Sí, lo había hecho. Por fin había confesado su interés en Akane.

La había besado, por todos los cielos.!

Y ella le había correspondido. Y eso era, era algo totalmente fuera de cualquier otra cosa en el mundo. Besarla fue un deleite único...saber que ella sentía lo mismo fue todavía mucho más increíble... Y sin embargo, ahora estaban en una especie de punto muerto, incluso peor que el anterior. Y sólo le quedaban unas cuantas horas de tregua.

[-Ya les dijiste?-Akane le impidió colarse por la ventana de su habitación y lo miró llena de desconfianza.

Ella le había pedido, exigido más exactamente, dejar las cosas en claro la noche anterior, cuando él la siguió a casa de Kota. Y él, en un arrebato causado por sus sentimientos por Akane, aceptó, pero no tenía idea de cómo enfrentar a esas tres locas.

-Aún no, es que el U-chan y el café Neko estaban muy ocupados hoy, pero se los diré mañana mismo, lo prometo-intentó excusarse a la vez que desarmaba a la chica de su espada de madera y se lograba meter en la habitación.

Había algo que estuvo anhelando hacer todo el día y ahora que la chica por fin había regresado a casa, planeaba tomar tanto como sentía que necesitaba de ella. Aunque de ser así, quien sabe si algún día se separarían.

Ambos estaban en sus veinte años y los últimos cuatro, casi cinco, habían estado comprometidos. Antes era fácil resistirse a la tentación, pero desde que lo hizo la primera vez, no podía dejar de pensar en cuándo, cómo y dónde, pero sobre todo cuánto podría volver a besarla.

-No siquiera lo intentes, Ranma-le advirtió la chica al ver como él se acercaba, con clara intención de unir sus labios a los de ella.

-Por favor, Akane, no me hagas esto. Te necesito-Alcanzó a decir abrazándola y hundiendo su rostro avergonzado en el cuello de la chica de cabello corto.

-No me digas? Solo fuiste a que te dieran de comer-Akane apretó los puños molesta e intentó sin éxito librarse de su abrazo.- Sueltame, apestas a comida de esas dos!]

No podía negarlo, fue con toda la voluntad de aclarar que su único interés amoroso lo tenía Akane, pero nada más entrar en el café Neko y el U-chan las dos señoritas le ofrecieron tanta comida que habría sido delito rechazar. Y por eso no pudo decirles nada. Y por eso Akane se molestó con él, lo sacó a empujones de la habitación y lo amenazó con romper definitivamente si no aclaraba todo en las próximas 24 horas, de las cuales le quedaban apenas la mitad. Y por eso también, Akane se había empeñado en aprender a cocinar ese día.

MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora