Enojos por mil

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Mayo, día 4.

En toda relación existe una altísima probabilidad de que todo termine mal, incluso muy mal. ¿Pero esto? ¿En serio estoy viviendo esto? Los primeros días solo lloraba, pero creo que ya no tengo corazón, no tengo dolor, no tengo amor propio ni voluntad de salir de esta. Parece que ahí viene.

- Te traje comida.

Imbécil. Mejor mátame. Yo ya te descubrí, no me puedes dejar salir porque contaré todo. No me puedes mantener amarrada de por vida en tu casa. Lo pensé, no lo dije.

- ¿Te quieres duchar?

Solo negué con la cabeza. Llevo dos semanas acá, amarrada. Tendré que seguir esperando que mi familia me extrañe y aparezca a rescatarme. Pero ya al 6° día así, de solo llorar, de casi no comer, perdí toda la energía para querer salir de esta.

- Mira, tu sabes que te quiero...

Maldito imbécil. Lo pensé, no lo dije.

- ... pero nunca debiste hacer eso. Voy a pensar en una forma de arreglar esto que provocaste.

¿En serio me está echando la culpa? ¿En serio? No, la falta de azúcar y luz me está nublando la razón. Pero ¿cómo voy a tener la culpa de que él sea un sicópata? Qué ridícula.

Imbécil. Lo pensé, no lo dije.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora