Capítulo 20

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Bailamos. Platicamos. Nos reímos.

<Me gusta mucho Alexander. Me hace reír bastante, eso me hace olvidarme un poco de los problemas que tengo. Me gusta distraerme con él, no sé cómo le hace. Pero estoy segura de una sola cosa... Él jamás me dejará sola. O por lo menos eso me prometió, y yo le creí porque veo la verdad en sus ojos. Si me deja sola... No sé de lo que soy capaz>.

Seguimos diviertiéndonos en el evento. Me dí cuenta de que la gente se empezaba a reunir en un lugar, alrededor de una mesa.
-Es hora del pastel. -me dijo Alexander. -¿Vámos? -me preguntó.
-Si. -dije.
Nos dirigimos y el pastel era enorme, claro porque había muchos invitados. Se partió el pastel y a cada quién le tocó un pedazo. Me dieron el mío y rápidamente mis pensamientos me bloquearon.

<¿Vas a seguir comiendo? ¿Acaso no te haz cansado? ¿Todavía te cabe?>. Me dijo mi mente.
<Indirecta: Gorda como una ballena>. Me dije.

Me siento mal. Soy culpable por comer tanto. No puedo evitarlo. Tomé mi pedazo de pastel con culpa y fuí con Alexander. Nos sentamos en una de las mesas del jardín.
-El pastel esta buenísimo. ¿Ya lo probaste? -me preguntó.
-No. -dije mirando el pastel.
-No me digas que lo vas a dejar... ¿Isabelle? -me dijo.
-Si. No puedo evitarlo. -contesté.
-¿Qué no puedes evitar? -me preguntó.
-No puedo evitar sentirme culpable por comer demasiado... A este paso jamás bajaré de peso... ¿No te das cuenta? Sigo, sigo y sigo comiendo. -dije culpable. -¡No puedo comer! -grité.
-Isabelle, no te alteres. Es un pastel. -me calmó Alexander.
-Si. Tienes razón... ¡Es un pastel que quién sabe cuántas calorías tiene! -dije alterada.
-Isabelle. Cómetelo. -me ordenó.
-No quiero. -le dije.
-No es que quieras o no, es una órden. -me dijo seriamente.
-¡No me puedes dar órdenes! -le grité.
-Isabelle es por tu bien. -me dijo tranquilamente.
-Esta bien... -dije tragando las calorías.
Me tragué todo el pastel. Todo. Y repasé en mi cabeza:

<Pastel=Calorías=Gorda=Bulimia o anorexia=Vómito o dejar de comer=Problemas de salud=Muerte>. Me recordó mi mente.
<¿Cierto? Si...>. Me dije.

Estaba repasando mi frase hasta que alguien me gritó.
-¡Isabelle!
Volteé y ví a mi madre.
-¿Mande? -grité.
-Vámonos. ¿No ves la hora? ¡Ya son las 1:30 a.m.! -me dijo mi mamá.
-Esta bien.
Me acerqué a Alexander y le dije:
-Adiós. Gracias por todo.
-Hasta luego Isabelle. Gracias por tu sinceridad. Te veo el Lunes en el recreo.
-Claro.
Me despedí de todos los amigos de mi papá y de la familia de Alexander.
Subimos al auto he iba invadida de pensamientos negativos que me asustan y que por cierto, son muy honestos conmigo. Me dicen todos mis defectos. Me gusta saberlos igual...
Llegamos a mi casa y tenía un chingo de sueño. Cené un vaso de agua y subí a mi cuarto. Pensé en vomitar el pastel que había comido en la fiesta y eso hice.

<Espero que baje de peso con tanto vomitar>.

IsabelleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora