Un monstruo muere, un monstruo nace

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Keith lo suelta asustado y este cae al suelo. 

El frente de su cráneo termina apuntando hacia mí, pareciera que echaron ácido en su cara, un
ácido que le quito toda la piel, e incluso deformó sus huesos. No es más que músculo y esqueleto, su piel ha sido completamente devorada... pero aún está viva. O estaba, al menos. 

— ¿Q-qué le sucedió? — 

— ¡No lo sé!, pero tenemos que irnos rápido, lo que sea que le hizo eso... vendrá... por... —
Keith se queda mirando a la entrada de la derecha, que fue el mismo lugar de donde sacaron el cuerpo de Alana. 

— ¿Qué...? — 

Me asomo un poco más, y puedo ver cómo sale reptando un ser extraño. Su cuerpo es humanoide, está cubierto de pelo en algunas partes, su piel es blanca como la seda, tiene una cola igual a la de una rata, sus manos y pies son grandes y poseen garras largas y afiladas; demonios, esa cosa mide fácilmente 2 metros. Su rostro... no lo puedo ver, pero por la cara de
Keith y Rosa, sé que es aterrador. 

Se quedan paralizados por un momento, incapaz de moverse. 

— ¡CORREEEE! — 

Keith toma la iniciativa y empiezan a correr. 

La bestia deja salir un chillido desgarrador, mientras lo que parece ser una segunda mandíbula
sale de su boca. Pero no va en su búsqueda.
Porque... está mirando hacia acá...

· Punto de vista de Keith ·

Ni siquiera me paro a mirar atrás, lo único que me importa ahora mismo, es huir de... esa cosa. 

¿Qué es?, ¿qué es? ¡No lo sé! ¡No lo sé maldita sea! 

Después de quedarme sin aliento, me detengo, Rosa que me estaba siguiendo, hace lo mismo. 

— ¿Ahora qué hacemos?, ¿sabes dónde estamos?, ¿y si esa cosa nos atrapa? — 

Esta perra no deja de decir mierdas. 

— ¡Maldita sea, cállate, no lo sé! — 

Recuerdo que la rescaté porque le hacían Bull ying. No era una acción heroica ni nada. Ahora puedo acostarme con ella y ella me ayuda acostarme con otras. El sueño de todo hombre, ¿no? sólo que últimamente se ha vuelto una molestia, con eso de que no está bien lo que estamos haciendo. 

Quizás... este sea un buen momento para deshacerme de ella. No habrá pruebas, y podría conseguir a otra zorra igual que ella sin problemas. No hay nada más que discutir en ese caso. 

— Oye, creo que sé dónde está la salid... — Cuando estoy al final de la frase, logro ver por el
rabillo del ojo, a una figura acercándose. 

No es ese monstruo, sino nada más y nada menos que el idiota.

— Mira quién es. — 

Antes de que Rosa voltee, voy a paso rápido hacía el idiota. Parece cansado, solo mira al suelo,
cubierto del regalo que le di con puños y patadas. 

— Hey, ¿cómo estás? Pareces en buen estado. — 

Este es el momento perfecto. Mis dos grandes problemas juntos, esperando a ser solucionados. No se lo dije a Rosa pero, sé exactamente donde está la salida. Cuando corrimos,
me aseguré de tomar la ruta que cuando veníamos y ese monstruo no parece estar aquí cerca. 

Seguro hay provisiones en el almacén, todo estará bien una vez termine con la vida de estos dos. 

— Ven conmigo, sé dónde está la salida, ayudémonos entre los 3 para escapar de aquí y de esa
bestia. — 

El idiota solo se queda mirando atrás de mí. Sin alzar la mirada dice: 

— Mutuamente querrás decir, Rosa ya no puede hacer mucho, y tú eres el único que debe escapar ahora. — 

— ¿Qué quieres.... ah? —

Al mirar hacia donde estaba mirando el idiota, veo a esa bestia devorando las entrañas de Rosa. Masticaba los huesos como si fueran palitos delgados, mientras se reía. De una forma
tan macabra, veía la cabeza de Rosa rodar hasta quedar frente a mí. Ni siquiera tuvo tiempo de gritar. Mi mente se paralizó por lo que pareció una eternidad. 

¿Voy a morir? Un impulso de adrenalina me hizo despegar como un cohete, y salí corriendo
hacia el lado contrario al monstruo. 

— No hay donde huir. —
Una voz grave y monstruosa resonó dentro de mi cabeza, diciendo esas palabras. Sin importar nada, seguí corriendo. Todo mi cuerpo temblaba, pero seguía corriendo. 

Por favor, por favor. 

Dejaré de hacer las cosas que hago, me disculparé, me entregaré por mis delitos; pero no quiero morir aquí. 

Lágrimas recorren mis mejillas, caigo y me vuelvo a levantar. Estoy dando vueltas en círculos.

No, no, no, no, no, NO, NO, NONONONONONONO. 

Y al final, un callejón sin salida. 

— Te dije que no había salida. — 

Ni siquiera pude mirar cuando una corriente de sangre mancha las paredes, y yo miro por unos
segundos mi cuerpo desde abajo...

· Punto de vista original ·

Mientras él comía ansiosamente, yo solo lo miraba. Acariciaba su cabeza, pues eso le gustaba.
¿Cuándo se convirtió esto en una rutina? Ah, sí, ese hombre que intenté matar. Fui descubierto, pero él me ofreció una oportunidad de redención... a cambio de servirle de por
vida. 

El hombre que intenté matar... era mi padre. No me cabía duda que se lo merecía y desde ahí empecé a matar por vocación, por deber; pero tampoco me disgusta, te terminas acostumbrando a las vísceras, la sangre y te termina gustando la desesperación. Incluso la tuya propia. Mientras lo acaricio, levanta su hocico, parece que olió algo. Al mismo tiempo, yo
escucho algo. 

— ¿Hay alguien ahí? — 

Esa voz... Al final, si vinieron a rescatarnos... o rescatarlos. 

Lo miro a los ojos, para hacerle la pregunta que ya es rutina. 

— ¿Estás hambriento, mi rey? —

Sembrar Males, Recoger VentiscasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora