Dedicado a SolacilegnaOchoaluja
Reveldía
No me siento orgullosa con lo que pasó después de que Mary se fuera.
Me despojé de mi vestido de viaje, colocándome un vestido azul noche. Me peiné un poco y tras una respiración larga salí de mi alcoba en dirección al Salón de Asamblea, que, dicho sea de paso, no tenía ni idea de dónde esté.
Cómo ya se veía venir, me perdí. Rondé por la masiva estructura por alrededor de veinte minutos. Veía princesas salir de sus habitaciones y perderse por diferentes escaleras y pasadizos. Pensé en seguir a alguna, pero justo cuando me encaminaba tras alguien, otra salía en dirección diferente a la anterior, confundiéndome en el proceso.
Después de un momento de desesperación partí tras un grupo de princesas que se dirigían al patio principal.
Se preguntarán tal vez, cómo es que estudié aquí hace unos cuantos meses y no sé dónde se encuentran las cosas. Pues verán. La Academia tiene la molesta costumbre de reconstruirse cada tres meses y justamente ayer se cumplía el tercer mes de la anterior estructura, renovándose por completo, volviéndose una construcción diferente a la del periodo pasado.
Volviendo a mi persecución. Resulta que las princesas a las que ingeniosamente decidí seguir fueron las únicas a las que se les había ocurrido no asistir a la ceremonia, dejándome a mí más lejos y más perdida que antes.
Resignada y enojada decidí seguir siguiéndolas, pues seguramente no llegaría a tiempo a la reunión y, además, tenía curiosidad de a dónde se dirigían.
A unos cuantos metros se encontraba una pared formada por ramas y hojas, unas cuantas flores alrededor la adornaban. Las princesas hicieron a un lado una porción de las largas ramas que colgaban de los árboles, abriéndose paso por dicha barrera.
Esperé unos cuantos segundos a seguirlas y cuando finalmente crucé, descubrí una especie de laguna rodeada de rosales. Era un lugar majestuosamente bello, en lo alto se abrían paso las copas de los árboles, dejando relucir unos cuantos tramos de luz, cuyo reflejo danzaba en la superficie del agua formando una refracción tornasolada.
Estaba tan deslumbrada que no reparé en lo pequeño y abierto que era el espacio, evidenciándome ante las chicas que decidí seguir, las cuales no se encontraban solas, pues junto a ellas se encontraban dos príncipes. Inmediatamente reparé en uno de ellos, pues era nadie más insolente que el príncipe Keo Belláscopo.
Mi intención era huir rápidamente, esperando que capaz por una vez la naturaleza me escuchara y ellos no me hayan visto.
Claro está que eso no pasó. Y claro está que Keo no iba a permitir que saliera ilesa de este encuentro.
- Pero si es nada más y nada menos que la inigualable princesa Pia de Velaska.
- Belláscopo- mascullé entre dientes con una mirada que desearía pudiera convertirlo en cactus.
- Ese soy, no te equivocas. ¿Qué te trajo a honrarnos con tu- subió y bajó la mirada por sobre mi cuerpo- presencia? – sonrió con malicia digna de un príncipe tan basto como él.
- Me pendí, Keo, y no es tu problema- le dije esperando que se callara de una buena vez. Pero pasé por alto un detalle que lo hizo molestarse.
- No me llames por mi nombre Rosa.
- No me llamo Rosa y lo sabes bien.
- Pia, ¿nos seguiste? – pregunta una de las princesas salvando la incómoda situación.
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Herederos ~ Irene Vilchis
Fantasía- Hace muchos años, cuando no había nada, el Rey Sol bajó a la Tierra y sembró una flor de loto. La cuidó, la regó y le dió un toque de su luz con la punta del dedo. La flor creció y de ella nació un hombre. El primer Rey que pisó la Tierra... El Re...