CAPÍTULO 4

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Walleriana

La señora Stuart confirmó tiempo después la acertada razón que tengo acerca de qué hacemos aquí. Pues al parecer las hadas del aire le informaron de que seis alumnos de La Academia pululaban por la laguna Poulámpei, haciendo que nos buscara de inmediato.

Y aquí estamos, seis herederos de La Alta Corte parados firmes, con las manos entrelazadas y observándonos entre nosotros. Mis ojos vagan desde Irisetta, pasando por Keo y su mirada apática de verde musgoso, terminando por observar la hermosa sonrisa traviesa que me dedica Elio por detrás de la señora Stuart, la cual nos regaña con mucho entusiasmo, diciendo algo sobre ser dignos herederos, a lo que no pongo mucha atención después de visualizar los labios de Elio pronunciar un "te extrañe" bajo su aliento.

— Bien, ya que nadie parece poner atención, supongo esto será de su agrado. Deberán hacerse cargo del vivero en el ala sur por un mes— La señora Stuart termina su monólogo dejándonos completamente consternados.

— No puede— trató de interrumpir Cless, pero la jugada le fue devuelta por la señora Stuart.

—Puedo, y decreto que ustedes harán el trabajo de la señorita Agatha por un mes— la señora Agatha es la encargada de jardinería en La Academia—. Y más vale que completen bien su tarea o sus padres serán sabedores de estas noticias ¿Queda claro?

Los seis emitimos un murmuro colectivo en afirmación. Pero Stuart no se da por complacida con nuestra respuesta.

— Pensé que hablaba con herederos importantes, no con un grupo de vacas mugidoras— nos regaña con un tono de lo más irritante.

— Si, señorita Stuart.

— Bien, empiezan hoy. Mañana mismo confirmaré cual es el valor de su palabra— y sin más que añadir, nos despachó a tomar el resto de nuestras clases, con una lacerante inquietud en mi mente.

Antes de alejarnos, Elio tomó mi mano, dejando un pétalo de rosa color rosado opaco en la palma de esta, escondida de la vista de las demás personas a nuestro alrededor. Me guiña un ojo antes de sonreírme por ultima vez para seguir a Keo—el cual ya caminaba demasiado lejos para solo haber pasado unos cuantos segundos— a tomar sus clases.

Al finalizar mis clases del día, me encuentro caminando agotada por los alrededores de la enorme edificación en el ala sur, donde se supone se encuentra el dichoso vivero donde irónicamente moriré de aburrimiento el resto del mes. Busco cualquier estructura trasparente con plantas, pues no creo haya mucho más en lo que pueda basarme para encontrar un vivero, el problema es que por más que observo, no soy capaz de encontrar absolutamente nada.

Desesperada intento encontrar entonces a alguno de mis acompañantes en este castigo, pero no diviso a nadie y nadie parece querer aparecer en los próximos momentos.

Me siento estresada, este no era el plan, yo no debería estar aquí. Se supone que tengo trabajo que hacer, no, no se supone; tengo trabajo que hacer, y aquí estoy, buscando algo imposible de encontrar.

Suelto un chillido enojado mientras pateo una piedra entre el césped que crece en la tierra que piso, esta piedra vuela por los aires antes desaparecer en el aire, dejándome paralizada y muy confundida.

Esa piedra estaba volando hace un segundo.

No entiendo que pasa, así que empiezo a moverme hacia adelante en busca de la desaparecida piedra. Llega un momento en el que el césped se me antoja eterno y la piedra cada vez más extraña. Levanto la vista al percatarme de la sobra que se encuentra sobre mí.

Brinco en mi lugar al visualizar mis alrededores. Hay un montón de flores de colores y plantas gigantes. Regadores, palas, fertilizantes, bolsas de piedra; todo lo necesario para un vivero ¡Un vivero el cual no estaba aquí!, puedo jurarlo, aquí no había nada más un terreno baldío lleno de césped.

Herederos ~ Irene VilchisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora