LIAM
El golpe en la puerta me saca de mi sueño profundo, y la voz de mamá me hace saltar de la cama. "¡Hijo, apresúrate! ¡Se te hace tarde!" Su grito es como una alerta de emergencia que me pone en acción.
Me echo un vistazo en el espejo y me horrorizo con mi reflejo. Ojeras profundas, piel pálida y cabello despeinado. La falta de sueño y el estrés de la universidad están pasando factura.
Recojo la ropa tirada y la lanzo al cesto, y luego me dirijo al gimnasio improvisado en mi habitación. Las pesas y yo tenemos una cita diaria, y no puedo permitirme perderla. Me pongo a hacer series, sintiendo el sudor y la adrenalina que me recorren el cuerpo.
La ducha es un refugio temporal, un momento para relajarme y prepararme para el día que se avecina. Cuando salgo, mamá ya ha dejado mi ropa planchada y lista. Me visto a toda prisa.
—Ya estoy listo, mamá— digo, mientras me dirijo hacia la cocina.
—Avanza, amor, el desayuno ya está servido— me dice mamá, con una sonrisa cálida que ilumina la habitación.
Se seca las manos en el mandil que tiene puesto y saca algo de su bolsillo. Mi corazón late con emoción al ver el rosario de plata que sostiene en su mano.
—Llévalo siempre contigo— me dice, mientras me cuelga el rosario en el cuello. —Mi Señor siempre te protegerá. Está bendecido. Se lo llevé al padre este domingo.
Me siento conmovido al ver lágrimas en los ojos de mamá. Me pongo de pie y la abrazo fuerte.
—Gracias, ma— le digo, con la voz temblando. —Te prometo que siempre lo llevaré conmigo.
Mamá se limpia los ojos con la servilleta y se va a encender el televisor que le compré con mi primer sueldo. Me siento a desayunar, saboreando los huevos revueltos y el pan fresco que ella preparó con amor.
—Gracias, ma, estuvo delicioso— le digo, mientras me apresuro en alistar todos mis libros. —Ya me voy, llegaré para el almuerzo.
Le doy un beso en la mejilla y me apresuro en salir para tomar el metro.
—Ve con Dios— me dice mamá, antes de que cierre la puerta.
Me siento con el corazón lleno de amor y gratitud hacia mamá. Sé que ella siempre estará allí para mí, apoyándome y protegiéndome.
Llego a la universidad con diez minutos de anticipación, el sol brillante ilumina el campus y el aroma a café fresco flota en el aire. Escucho pasos ligeros que corren hacia mi dirección, y una risa contagiosa resuena en mis oídos.
—¿Adivina quién soy?— Karen pregunta, sus dedos pequeños rozando mis ojos con una caricia suave.
Me vuelvo y la rodeo el cuello con el brazo, su cabello suave y sedoso contra mi piel.
—Un umpa lumpa— ríe, y me da un manotazo en la espalda que me hace reír.
—Muy gracioso, eh— me dice, mientras camino con ella hacia el edificio principal. El sonido de nuestras risas se mezcla con el murmullo de los estudiantes que pasan por nuestro lado.
—Que malo, no te burles de mí— Karen me dice, su voz juguetona y acusadora. —Y tú, ¿Qué serás? Te pareces a Gru por gruñón— ríe.
—Por cierto, ¿Hiciste mi trabajo?— me pregunta, su mirada expectante y llena de esperanza.
—Lo siento, no me alcanzó el tiempo— le digo, fingiendo seriedad y tratando de contener una sonrisa.
Karen me mira con ojos suplicantes, su rostro adorable y preocupado.
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ATRAPADA EN EL AMOR
Romance"Estoy atrapada en este amor que se ha convertido en una llama devoradora, una obsesión que me consume hasta el último aliento. No puedo escapar de su abrazo sofocante, que me ahoga y no me deja respirar. Cada momento sin él es un infierno, cada pen...