CAPÍTULO 2

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EMILY

Me sumerjo en la selección de fotografías para la exposición, y mis ojos se detienen en Liam Brown.
Su presencia es hipnótica. Cada foto es una obra de arte que captura su esencia. Su mirada intensa, su porte seguro, su cabello negro que enmarca su rostro... Es como si la perfección hubiera posado para mí.

Mi corazón late más rápido mientras analizo cada detalle. ¿Cómo puede alguien ser tan bello? Podría trabajar de modelo sin esfuerzo.

Respiro hondo y me concentro en la llamada con Iván Montalver, el director de la exposición.

—Iván, ya tengo todo listo—digo, tratando de contener mi emoción. —Enviaré los cuadros y el álbum esta tarde.

Iván responde con entusiasmo: —¡Excelente, Emily! Estoy ansioso por ver tu trabajo. Recuerda que serás una de los seis fotógrafos que expondrán en 'Sogni e desideri', la mejor galería de París.

Mi corazón se inflama de orgullo y emoción. Esto es un sueño hecho realidad.

"Desde que conocí a Iván, mi carrera como fotógrafa despegó. Su red de contactos parecía infinita, y cada persona que me presentaba era una oportunidad más para mostrar mi trabajo. Los elogios y reconocimientos llovían sobre mí, y mi confianza crecía con cada exposición.

Iván se convirtió en mi representante, y su apoyo incondicional me permitió alcanzar metas que nunca imaginé. Su experiencia y sabiduría en el mundo del arte me guiaron hacia las mejores oportunidades.

Y ahora, aquí estoy, en una de las galerías más prestigiosas de París, rodeada de obras maestras de artistas reconocidos mundialmente. Mi corazón late con emoción mientras contemplo mis propias fotografías que estarán expuestas junto a las de los grandes maestros.

Más Tarde tocan la puerta

—Señorita baje a cenar sus padres la están esperando

—ya bajo Amanda, en cinco minutos estoy ahí

La cena familiar es un campo de batalla. Mamá me mira con desaprobación, sus ojos brillando con crítica. Papá trata de mantener la calma, pero su rostro refleja preocupación.

—Buen provecho—digo, sentándome al lado de papá, intentando romper el hielo.

—Hola, princesa—me saluda papá, tomándome la mano.—¿Cómo te ha ido? Cuéntame, no te veo desde ayer.—

—Ya tengo todo preparado para mañana— respondo emocionada, mi corazón latiendo con anticipación. —¡Será el gran día!—

Papá me aprieta la mano en señal de apoyo, pero mamá no dice nada. Se limpia los labios con la servilleta, su mirada cortante.

—Ayer, Salím se fue muy decepcionado—dice, su voz llena de reproche. —Dijo que fuiste muy mal educada.—

—No hice nada— respondo firme, mi voz sin temblar.—Solo no acepté su invitación a cenar.

Mamá sigue presionándome, su tono cada vez más agresivo. Papá interviene, tratando de calmar la situación.

—¿Amor, podríamos cenar tranquilo, sin oír el nombre de Salím en la mesa?— pide, su voz suave pero firme.

Mamá tuerce la boca, disgustada, y vuelve a su ataque.

—¿Sabes cuántas chicas morirían por ir a una cena con él?

—¡No me interesa Salím!— exploto, mi paciencia agotada. —¡Nunca me va importar!

La habitación se vuelve tensa, el aire cargado de emoción. Papá me hace señas con la mirada para que me calme.

ATRAPADA EN EL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora