Capítulo 2

94 10 0
                                    

Capítulo 2 - Guillermo Pov's
~ Viejas amistades ~

Recapitulación
Me encontraba en la casa de mis abuelos pasando lo que me resta de las vacaciones, celebrando las fiestas junto a toda la "familia" UNIDA.
Si hubiera estado en mi consentimiento esta decisión, no se exactamente que  elegiría, en realidad… no se que es peor, pasar junto a mi dulce hermana y los homofóbicos de mis padres o con mis abuelos fingiendo la felicidad que no tengo. Estaba entre "el jamón del sándwich" y la única opción considerablemente buena era pasar esos días en mi habitación, escuchando música y recordar buenos momentos que en el pasado pensé que se mantendría en un futuro, y que por más que lo intente en estos momentos, me queda lejos… muy lejos. La idea de ser feliz es inalcanzable, es imposible… porque él ya no esta aquí.
Porque nunca conoceré a alguien como él.
Nunca.
En toda la eternidad.
Porque él era único; único e irrepetible. Todos nacemos con un complemento y el mío era él.
Es duro perder a alguien con un significado tan especial, un cariño muy distinto al que se tiene con los demás. Y lo peor…
Es difícil de superar.

Mis mejillas comenzaron a humedecerse, mis ojos ardían, todo era borroso. Sentía una enorme opresión en lo profundo de mi pecho, tan sólo de recordar aquella promesa, aquellas palabras, su expresión al decirlas me rompía en dos.
Lo único que espero de esa promesa es que sea verdad y que se mantenga viva hasta el día en que estemos juntos.
La puerta de mi habitación se abrió bruscamente llevándose toda mi atención, dejando mostrar a mi padre con un aspecto de cabreo que terminaba por asustar.
De manera inmediata me reincorporé sobre la cama sentándome al borde de esta. Me miraba fijamente a los ojos, y pude notar en ellos lo furioso que estaba, eso me alarmó y por instinto me alejé hacia la pared, pero en un rápido movimiento se acercó hacia mi, tomandome por el cuello haciéndome levitar a escasos centímetros de la cama, mis pies seguían tocando esta pero no era suficiente como para mantenerme estable. Estaba tan enojado que podían sentir su aura negativa y llena de ira al rededor de mi cuello.
-Si los abuelos se enteran de nuestro secreto… estas muerto Guillermo.- susurró entre dientes pero lo suficientemente audible como para erizarme la piel.- No iré a prisión sólo porque mi hijo es un mariposon de primera.- agregó.- No vuelvas a dejar a TU familia así en el salón por tus mariconadas.-
Después de haber dicho aquello último, aflojó el agarre de mi cuello dejándome caer de rodillas en la cama.
La puerta se abrió nuevamente y antes de que volviese a cerrarse mencionó.
-Rubén sabe que estas aquí, ve a saludarle y comportate, no querrás a otra persona fuera de este mundo por ser un calentón.- una sonrisa burlona se formó en su rostro.
De repente la puerta se cerró dejándome sumido entre el silencio y miles de preguntas sin respuesta alguna.
Llevé la mano derecha a mi cuello, sobando delicadamente aquella zona maltratada, pero al simple roce entre mi mano y mi cuello un gemido de dolor salió de lo más profundo de mi interior, me producía una irritabilidad insoportable. ¿Tan fuerte había sido el agarre? Al parecer si, pero lo había sentido en menor intensidad, quizá sea la costumbre ya que no es la primera vez que lo hace.
Me puse de pie y me dirigí al espejo, me saque la camiseta  y pude ver muchas cosas que en mi vida había visto.
Todo mi pecho estaba lleno de cicatrices con sangre coagulada, marcas violáceas y otras zonas rojas con marcas distinguibles. Y pensar que todo esto han sido marcas de luchas en nombre del amor. En el que ganamos las batallas pero perdimos la guerra.

En donde lo perdimos todo.
En donde lo perdí todo.
En donde lo perdí a él.

Mi cuello se encontraba de un color rojo llamativo, no me extrañaría que cambiara su color. Agarré la pomada del estante de mi derecha y empecé a frotar con delicadeza la superficie de este y toda la extensión de mi pecho. Al terminar me ducharía e iría a visitar a Rubén. Todas las cosas que tengo que contarle no son fáciles de digerir, el destino ha echo de las suyas y en menos de un segundo me ha arrebatado lo que más quiero; mi felicidad, todo.
Y solo ha pasado un año.
(…)
Había terminado de ducharme y me dirigía a casa de Rubén, pero antes iría a avisarle a la abuela que solo iría un rato y volvería para la cena.
Me encontraba descendiendo las escaleras rumbo a la cocina donde intuí que encontraría a Dalia, mi abuela. Pase por el living y cuando estaba a punto de entrar a la cocina me encontré a mi madre saliendo de esta.
-¿A donde vas?.- preguntó seca.
-Voy a casa de Rubén, papá dijo que vaya a saludarle.- respondí.
Fruncio el seño.
-Vuelve para cenar.- dijo indiferente. Asentí.-Le diré a la abuela que has salido. No creo tener que repetir lo que tu padre te debe de haber dicho.- y sin más desapareció de la cocina.

A Través del Corazón - WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora