~Amatista~

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-Como usted lo pidio, señor - dijo el artesano acercandole la pieza al cliente, quien extendio su mano para tomar la caja abierta en donde estaba la joya.

El hombre de cabellera blanca estaba en el taller del orfebre que había conseguido Ran. Aunque uno de los negocios de fachada que Bonten tenia eran las joyerias, Kokonoi preferia evitar el contacto directo con los trabajadores, manteniendose al tanto de todo desde las sombras. El artesano, diestro en su oficio, había trabajado en el exclusivo pedido de un collar: la cadena estilo bizantina desde donde colgaba una enorme amatista que resaltaba entre los pequeños circonios que le rodeaban. A todas luces la joya debía ser costosa.

La examinó con cuidado, apreciando cada detalle del elegante trabajo realizado, mientras imaginaba lo hermosa que esa pieza se veria sobre la piel del rubio. Cerro la caja de terciopelo azul y la guardo en el bolsillo interior de su traje. Se despidio del orfebre, abandonando el taller y dirigiendose al Ford mustang clasico que le esperaba afuera

-¿En que andas? - Pregunto el mayor de los Haitanis, que se encontraba al volante. Había hecho todo lo que Kokonoi le habia pedido respecto del orfebre, llamandole la atención que el platinado se involucrara directamente en algo, despues de todo era un sujeto que solía trabajar planificando en su oficina.

-Nada, asuntos mios, no te metas - solto dando una penetrante mirada al de cabellos morados y negros, mientras se subia en el asiento del copiloto.

-Esta bien, simplemente trata de no llamar tanto la atención. Y vé con cuidado, recuerda que al final del día el jefe se entera de todos nuestros pasos - soltó en un tono que parecía amenaza, aunque Ran no tuvo esa intención.

-Lo sé, estoy siendo cuidadoso.

El mas alto manejo hasta llegar al edificio principal de la organización, que era el lugar en donde estaba la oficina y departamento de Kokonoi. Subieron juntos en el ascensor hasta llegar al piso en donde estaba la ostentosa oficina. En el lugar, se encontraban el menor de los Hatanis y Kakucho.

-Se demoraron bastante -solto el hombre con heterocromia.

-Ya estamos aca, eso es lo importante - dijo Hajime mientras se dejaba caer en uno de los sillones de cuero, mientras los demas tomaban asiento junto a él. A los minutos la enorme puerta se abrió, entrando unos hombres vestidos con refinados trajes y sombreros, detras de ellos venia el pelirosa, quien se encargo de cerrar la puerta.


-Qué gusto tenerlos por aqui, señores - Solto en un cinico tono el de cabellera blanca

-Esto será breve, no se preocupe - dijo uno de los hombres, tomando asiento en el sillon frente a los ejecutivos de Bonten

Abrieron un maletin, que estaba lleno de documentación, parecian contratos, finiquitos y otra serie de papeles poco relevantes. El hombre dejo estos sobre la mesa que separaba ambos sillones, para sacar un doblefondo que tenia el maletín, desde alli saco unas pequeñas bolsas negras. Vació el contenido sobre la mesa: eran diamantes, esmeraldas y otras joyas preciosas. Los hombres conversaron un poco, realizando el intercambio acordado: los invitados dejaron las joyas en el lugar, llevandose unos cuantiosos fardos de billetes que acomodaron en el maletin. Y abandonaron el edificio, siendo escolatados nuevamente por el de la cabellera rubia.

-Eso fue rapido - soltó Rindou, mientras veía a Koko tomar las bolsitas con las joyas y dirigirse a la caja fuerte tras el cuadro de los querubines - ¿No se los mostraras al jefe?


-No es necesario, ustedes estan de testigos - soltó, mientras la boveda desaparecia tras el lienzo con la imagen de los regordetes niños alados.

-No es necesario, ustedes estan de testigos - soltó, mientras la boveda desaparecia tras el lienzo con la imagen de los regordetes niños alados

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