~Agua Marina~

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Había estado trabajando durante toda la mañana en el taller. Amaba su trabajo, por lo que siempre imbuido en las reparaciones, entre los motores y las tuercas. Pero, esta vez fue diferente. Demoró mas del tiempo habitual en una motocicleta, simplemente por pasar por alto los detalles, debiendo repetir una y otra vez algunas acciones. Trataba de focalizarse, no obstante, se encontraba intranquilo, sintiendo su estomago apretado y la mente como un mar embravecido.

-¿Estas bien? – pregunto preocupado Draken, a la vez que apoyaba su mano en el hombro ajeno.

-Creo que estoy un poco cansado – se excuso el rubio. Sabía que ese no era el motivo real de sus preocupaciones, pero tampoco tenía certeza de que específicamente ocurría con él.

-Deberías aprovechar la tarde para descansar. Si quieres podemos pedir almuerzo para que no tengas que cocinar – propuso el de trenza

-No te preocupes, saldré en la tarde

-¿Con Eric?

El rubio asintió, a lo que el pelinegro le dio un par de palmaditas en la espalda

-Pásenlo bien

Una vez terminado los arreglos de la motocicleta en la que trabajaba y habiéndose cumplido el horario del día sábado, ambos hombres se dedicaron a cerrar el local, tomándose una hora más para realizar el cierre de caja y actualizar el inventario de repuestos.

Bajo el chorro de agua caliente, Inupi trataba de apaciguar sus pensamientos

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Bajo el chorro de agua caliente, Inupi trataba de apaciguar sus pensamientos. Una ducha después de una ardua mañana de trabajo siempre le ayudaba a calmarse, pero esta vez no estaba funcionando. Cerro la llave y salió de la ducha, tomando una toalla para ir en dirección a su habitación. Seco con suaves toquecitos su piel, acercándose al closet para sacar las prendas que usaría. Deslizó sobre sus piernas el boxer negro y con rapidez se colocó una polera del mismo color. Se acerco a la salida de su cuarto, observándose en el espejo que estaba colgado tras la puerta de la habitación. Se miraba una y otra vez, rozando con sus dedos la cicatriz en su rostro y observando con cuidado las facciones de su rostro.

-¡Inupi, te están llamando! -Soltó Draken desde fuera de la habitación.

El rubio había dejado el teléfono en la mesa del living, por lo que no escucho las reiteradas llamadas. Abrió la puerta, dejando asomar el brazo de Draken, quien traía consigo el teléfono

-Gracias – soltó, a la vez que tomaba el aparato para, una vez el de tranza aparto su brazo, cerrar la puerta

-Llevo mucho rato llamándote, pensé que te habías arrepentido -La voz al otro lado del teléfono sonaba algo preocupada

-Me estaba duchando

- Pasaré por ti en 15 minutos

Colgó la llamada y volvió a mirarse, sintiendo el corazón galopante en su pecho y el estómago apretado.

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