Zoe Myers
Lo único que podías observar y oír eran los relámpagos, los truenos, los rayos y el sonido de la lluvia que amortiguaba los quejidos que se me escapaban por estar llorando desconsoladamente.
Estaba completamente empapada y tiritando de frío, pero aun así quería estar aquí de pie, viéndolo.
Solo deseaba estar otra vez entre sus brazos y perderme en el olor de su perfume, pero no sé en qué momento se empezó a formar este muro que había entre nosotros.
Él se encontraba tan perdido en sus pensamientos que ni si quiera notó cuando me acerqué y tomé su mano. —No hagas esto, por favor...
Se soltó de mi agarre lentamente y puso distancia entre los dos.
—Te amo, Zoe. Te he amado desde ese jueves en la tarde cuando nos vimos por primera vez y me saludaste cómo si hubiéramos sido dos viejos amigos que se volvían a encontrar después de un largo tiempo. —Reímos con melancolía al recordar la vez que nos conocimos. Éramos tan solo unos niños que no sabían absolutamente nada sobre la vida o el amor, aunque ahora que hemos crecido seguimos sin comprender exactamente lo que son.
Sabía lo que venía, podía sentirlo en cada uno de mis huesos, pero no quería aceptar que ese sería nuestro final.
Nuestra no debía de acabar así.
—Sé que no volveré a sentir esto por alguien más, —las gotas de lluvia que caían por su rostro se mezclaban con las lágrimas traicioneras que escapaban de sus ojos, —pero mereces tener a tu lado a un hombre que te apoye, te valore, te respete y te ame.
Intenté aproximarme a él para convencerlo de que terminar no era la solución a lo que estaba pasando, pero nuevamente se apartó de mí. —Yo no puedo ofrecerte lo que te mereces, yo no soy ese hombre.
Pude sentir cómo mi corazón se partía en pequeños pedazos después de escuchar sus palabras y darme cuenta de que no había ningún rastro de duda en él.
—Tú estarás bien, Zoe, lo prometo. —Colocó un mechón rebelde de cabello detrás de mi oreja y depositó un beso en mi frente.
Quise alejarme y gritarle todo lo que estaba sintiendo, pero no lo hice. Simplemente ya no tenía fuerzas.
Él me miró directamente a los ojos y luego pestañeó tres veces.
—Olvidarás cada momento que vivimos juntos y el amor que sientes. Nunca nos conocimos, nunca existió un nosotros. —En ese instante todos mis recuerdos sobre Ansel se empezaron a reproducir en mi cabeza para luego ser eliminados uno por uno.
Cada risa, lágrima, caricia, abrazo y beso se evaporaba en mi mente cómo si nunca hubiera sucedido.
—Ansel... —Susurré con temor al sentir mis párpados pesados y mi respiración irregular.
—Zoe, yo...—No pude escuchar lo que me dijo después porque de repente todo se volvió completamente negro.
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Cartas para el amor
Teen FictionJoven, tonto y débil. Podría decir con total seguridad que todos hemos tenido un amor que nos ha hecho sentir de esa manera. Esa persona con la que nos imaginamos miles de escenarios cursis y patéticos como sacados de películas o libros. Esa persona...