Supplément 3

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Corvus y Cygnus Malfoy-Potter, 2 años de edad.

Las cosas entre la pareja de esta historia iban bien. De hecho, muy bien. Claro, tenían pequeñas discusiones como en toda relación, a veces por falta de dinero, falta de tiempo como pareja por los bebés, o la más común: celos.

Draco odiaba de sobremanera como la gente, tanto hombres como mujeres se le quedaban mirando más de un segundo a su novio de ojos verdes centellantes. Y es que Harry había recuperado su figura y, de muy buena manera. Sus caderas y cintura se habían acentuado más, sus piernas se hicieron unos toques más regordetas y definidas, por último, una pequeña pancita adornaba su estómago. Cosa que le daba un ápice más sexy. Draco amaba en demasía el cuerpo del azabache, tanto, que podría pasarse horas, días o quizá semanas admirando el delicioso cuerpo curvilíneo de Harry.

Pero es obvio que ningún noviazgo con hijos es fácil, ni mucho menos perfecto.

Un domingo común, Harry despertó con la cama vacía, sintió raro. Él todas las mañanas se levantaba antes que todos, despertando después a Draco. Hablaban, pasaban tiempo juntos, se besaban, esperando a que sus dos retoños abran los ojitos dando comienzo a un nuevo día.

Una vez ya bien despierto, restregó las manos en su rostro, agudizó su oído y logró escuchar unas voces provenientes de la planta baja de su hogar. Levantándose de la cama, caminó en dirección al armario para sacar un pequeño pantalón de lana. No bajaría con su pequeña ropa interior y la camisa de la fraternidad a la que pertenecía Draco en su universidad, la cual llegaba no más allá de medio trasero ¡Y sí! ¡Hasta los chefs entraban a las fraternidades! No, eso sería de mala educación. Aseó su cara y dientes, ya listo, bajó.

—Buenos días, Harry —saludó Blaise, quien estaba sentado a un lado de la pequeña Lucy.

—Buenos días. ¿Dónde está Draco? —preguntó con tono aún adormilado— ¡Pero mira a quien tenemos aquí! ¡La pequeña Luli! —exclamó con emoción el azabache.

—Fue arriba por los gemelos.

—¡No! —gritó la niña enojada con los brazos cruzados— ¡Luli no peteña!

Harry sintió la envidia en el pecho. No era una envidia mala, al contrario, sentía gusto de que la hija de sus mejores amigos pudiera hablar. Pero era inevitable no sentirla cuando sus hijos eran unos cuantos meses mayores que ella y no hacían más que balbucear. Sus pequeños habían cumplido los dos años tres meses hace unos días atrás. Draco le decía que esperara, que todo venía a su tiempo, y que, seguro cuando los bebés comenzarán a hablar no pararían de parlotear hasta caer tendidos en sus camas.

—Hola, bebé —habló el hombre de cabello platino a sus espaldas, con un mellizo en cada brazo.

Harry sonrió en respuesta y se acercó a Draco para poder tomar a un bebé. Con Cygnus en los brazos, el azabache se sentó en unos de los sillones con su bebé. El mellizo más pequeño se acomodó en el pecho de su padre, cerrando sus ojitos, tratando de conciliar el sueño. Draco dejó a Corvus en la alfombra para que jugará con la hija de Blaise.

Lucy (o Luli para los amigos) era una niña muy activa, no sabía caminar al igual de los gemelos, pero gateaba como una bala, y al momento de juntarla con Corvus eran una bomba, eran casi inseparables. Cygnus era el que no les seguía mucho el juego, había veces en las que Harry notaba que su bebé se intimidaba por lo tan extrovertida que era Lucy.

—¿Cómo es que tienes a Luli aquí, contigo? Casi siempre está con Ron —comentó Draco, distraídamente.

—Hmm, me pidió que cuidara de ella unas horas, dijo que, uh, saldría con alguien.

Babies for Harry's [Extra] ﷼DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora