Capítulo 11

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Los ojos se me querían salir de las orbitas al escuchar las palabras de Santin penetrando mis oídos

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Los ojos se me querían salir de las orbitas al escuchar las palabras de Santin penetrando mis oídos.

Le quise quitar al pequeño Sarcks de los brazos, pero él se giró y no me lo permitió.

—Pero debes dejarte explicar para que entiendas la situación de las cosas.

—No.

—¿No? —Mark se paró frente a mí y se mordió el labio—. No recuerdo haberte preguntado, Yulian. Estamos diciendo que debes dejarte explicar.

—Tú a mí no me das ordenes, pedazo de imbécil —solté llena de ira.

Mark acercó su rostro y puede sentir su aliento compenetrándose con el mío.

—No es una orden, querido ángel mío... es una —humedeció sus labios con la lengua, movió la cabeza de lado a lado y sonrió de medio lado—. No, sí, si es una orden.

Coloqué los ojos en blanco, empujé a Mark a un lado y me caminé hacia Santin. El pequeño Sarcks tenía la cabeza recostada sobre su hombro y dormía plácidamente con la boca entre abierta. Mi pequeño y más preciado tesoro.

—¿Por qué escapabas, Yulian? —preguntó en un susurro.

—No escapaba.

—¿Entonces qué hacías?

—Salí a tomar aire.

—¿En medio de la nada? ¿Lejos de todo? ¿De tu seguridad? Y ¿En la madrugada?

Enarqué las cejas.

—¿La seguridad? ¡Yo puedo cuidarme sola!

—La situación que acaba de pasar nos demuestra qué no —pasó suavemente los dedos por la espalda del bebé—. Ese demonio pudo haber acabado contigo en minutos.

—No.

Mark se paró junto a nosotros y se quedó negando con la cabeza más rato de lo normal.

—Ella no tiene poderes ni fuerza para nada. No quiero imaginar cuánto se desgasta caminando con un cuerpo humano todos los días como si perteneciera aquí.

—¿Acaso no lo pertenece? —pregunté con un notable sarcasmo en mi voz, mientras me cruzaba de brazos.

—Para tu desgracia, querida mía, no. Es un demonio —colocó un cabello detrás de mi oreja y me corrí de golpe—. No pertenece aquí.

—Necesito una explicación de eso ahora mismo.

—¡Ay, no me digas! —Mark comenzó a acercarse nuevamente a mí con sus manos en la espalda—. Ahora si quieres que te demos una explicación, ¿cierto?

Tragué saliva y traté de mantener la compostura.

Tener a Mark tan cerca de mi cuerpo hacia que cada uno de mis nervios perdiera el control. No podía ni mantener la calma; El pulso se me aceleraba y cada uno de los vellos de mi cuerpo se erizaba. Quería salir corriendo, huir de él, pero otra parte quería quedarse plantada ahí y no dejar que se fuera por segunda vez.

Liberada [Libro 2 Amarrada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora