Liberada [Libro 2 Amarrada]

Capítulo 12

Abrí la puerta de golpe y me quedé mirando perpleja a Mark.

—¿Qué acabas de decir?

Mark se había vuelto blanco como el papel, no modulaba palabra alguna. Había girado la mirada hacia Santin buscando ayuda que claramente no consiguió.
Santin me miró y lo único que pudo hacer fue encogerse de hombros.

—¿Qué es lo que acabas de decir? —repetí.

—Yo, yo... —tartamudeó.

—¿Tú, tú...?

—Es lo único que puedo hacer para tratar de enmendar todo el daño que te hice y que seguramente se seguiré haciendo.

—¿Por eso volviste? —pregunté con un poco de curiosidad y una enorme cantidad de decepción.

—Sí.

Mis emociones estaban dividas en ese momento en una gran mitad. Una de las partes estaba emocionada de que volviera para tratar de recuperar a mi hermano, pero la otra parte se sentía decepcionada de que solo hubiera vuelto por eso, ¿dónde quedaba el pequeño Sarcks? ¿Dónde quedaba yo? ¿No éramos una razón más que valida para que el pudiera subir a este mundo? ¿A conocer a su hijo? ¿A verme a mi...? Al parecer no...

—¿Y cómo harás eso? —preguntó Santin.

—Aún no lo sé.

Suspiré mientras reía, era obvio.

Mark nunca tenía un plan, Mark nunca sabía qué hacer. Todo con él era como la vida o las demás personas se lo mostraran.

Ambos entraron a la casa y se sentaron en el comedor mientras yo subía por el pequeño nuevamente. Desde la cocina se podían escuchar sus gritos desesperados, y la verdad es que yo no era capaz de estar mucho tiempo lejos de él; era como si me arrancaran una parte de mí. La parte que respira y vive por mí.

Bajé, Mark se paró frente a mí y tomó al bebé. Pasó mi lado y se detuvo junto en mi oído.

—Voy a buscar la manera de crear un embrujo que haga que no pueda volver a tocarte, ni besarte —susurró—. Voy a crear un hechizo que no te permita amarlo.

—¿Terminaste de perder la cabeza?

—Yo perdí total uso de la razón cuando te conocí —sonrió burlón—, Así que sí, terminé de perder la cabeza, mi pequeña.