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38 semanas de embarazo.

Su corazón palpita, lo siente en sus oídos latir con fuerza haciendo que sea difícil escuchar a la segunda voz allí. Y se siente nervioso, ansioso, el estómago lleno de mariposas que revolotean solo empeoran el pequeño tic de golpear el volante con su dedo índice. Entonces Takemichi pisa el acelerador con fuerza, poco le importan una multa o dos por incumplimiento de leyes de tránsito y velocidad, no cuando la mujer de sus ojos está a punto de dar a luz en Tokio, ¡y él está en Osaka!
 
— Mierda, mierda, mierda...

— Hijo, entiendo que estés nervioso y todo pero...

— ¡Ahora no papá, estoy al volante!

El Hanagaki mayor levanto ambas manos, sonriendo levemente, comprensivo — Está bien, no escuches a este viejo que solo quiere decirte que los partos pueden durar hasta diez horas. — con una sonrisa tan ligera como una pluma, y cabello grisaseo y rizado, que tal vez en alguna foto vieja guardada en algún álbum de fotos olvidado se podría apreciar un lindo cabello negro que ahora envejeció. Aquel hombre tenía unos ojos vivos y azules como el cielo (ojos que Takemichi heredó), claramente ese es el padre del héroe llorón.

— ¡Pero también pueden durar una hora, y yo no estoy ahí! — gimió, y sonó casi como el lloriqueo de un niño pequeños que hizo reír al mayor.

— Llegaremos a tiempo, ¿si? Estarás ahí cuando mí nieta nazca. — el hombre sonrió con confianza, esa que ahora mismo Takemichi carecía y necesitaba, y que viniendo de su padre era simplemente perfecta — Ten fé en tu padre, soy un hombre sabio.

— Si... lo sé, perdón por gritarte.

— Al contrario, ¡estás a punto de ser padre, es una gran razón para gritar! — río.

— Y tu abuelo. — le recordó el Hanagaki menor.

— Si... Realmente no creí que tendría descendencia en este punto. Debí agradecerle a Hinata-chan. — comento por lo bajo, secándose una pequeña lágrima falsa.

— ¡Ey! — Takemichi se quejo, antes de comenzar ahora no reír.

[...]

Hinata respiro profundamente, primero una, después dos, y luego tres veces con la paciencia que no sabía que poseía. Había pasado algunas horas desde que llegó al hospital con Emma, y mucho más tiempo mientras esperaba que su esposo llegará. Estaba en trabajo de parto y él aún no estaba aquí con ella, con ellas, no estaba tomando su mano, no estaba llorando a su lado porque han pasado los meses y aunque su niña se adelantó, finalmente el día que ella nazca llegó. Y él no está, y no sabe si son las hormonas, o el hecho de que ya se está preparando mentalmente para pujar, pero quiere llorar y Takemichi no está ahí para decirle que todo está bien.

— Lo estás haciendo genial, Hinata. — felicito una de las enfermeras — sigue así, sigue respirando. Falta un poco.

Hinata ha sido paciente, ha esperado como se le ha dicho, y esperó, esperó, esperó y esperó otra vez. Y aquí está, finalmente, dónde debería estar, en el hospital, a punto de traer al mundo una de las pocas cosas que ha hecho bien en esta vida. Y ahora Hinata debe esperar otra vez, pero ahora está sola y es abrumador, sigue dando miedo como el primer día, como el segundo e incluso el tercero. Todo este tiempo ha sido aterrador, pero cuando Takemichi llegué, cuando entre por esa puerta de manera dramática, porque sabe que así va a ser, lo conoce lo suficiente para entender que el héroe llega a último minuto siempre, todo encajara una vez más y podrá volver a ser paciente, aunque de miedo. Y nadie nunca se lo dijo en realidad, nadie le dijo lo aterrador que sería está situación: estar allí ya la hace sentir pequeña, pero está bien, Hinata también es fuerte, siempre lo ha sido y puede serlo una vez más, incluso cuando tiene miedo. Porque todo este tiempo se preparó para este día, y finalmente la espera acabó y finalmente su hija va a nacer.

Entonces en retrospectiva, Hinata es feliz. Ni siquiera ha nacido aún, ni siquiera ha escuchado su voz, o ha visto a quien se parece más, si a ella o a él, pero Hinata es feliz. Los años han pasado, ella ya no es una niña y no puede creer lo lejos que ha llegado, y si es sincera, da un poco menos de miedo cuando recuerda en que familia nacerá su hija. No es perfecta, de su parte hay policías, y la otra gran parte son ex-delincuentes, pero todos rebosan amor y eso es suficiente para Hinata. Es suficiente cuando Takemichi entrá por la puerta, agitado, agachándose a su lado y tomando su mano. Hinata entonces comprende que nunca se sintió tan dichosa como ese 7 de junio.

— Perdón por llegar tarde.

— No... llegaste a tiempo.

[...]

Rojo.

Su hija es roja.

Takemichi observa como su hija está cubierta de rojo en manos de la doctora, como la limpian y pellizcan en la espalda, haciéndola llorar haciendo que sus alarmas se enciendan, como un instinto que acaba de descubrir que tiene de querer golpear a quien sea que lastimé a esa niña, su niña. Pero todo es demasiado rápido como para reaccionar, el aún está tomando fuertemente la mano de Hinata mientras ve a las enfermeras correr por la habitación de aquí y allá hasta que finalmente le entregan a su hija envuelta en una manta. Hinata la sostiene con cuidado, la sostiene como ha sostenido ha Alex tantas veces antes, o a sus sobrinos de parte de sus primos. Takemichi observa, está anonadado sobre como ella acaba de parir y aún así tiene fuerzas de sostener a la bebé.

Pronto Takemichi se inclina hacia adelanté, presa de la curiosidad y un cariño inmenso, encuentra el rostro de su hija rojo por llorar (él aún está molestó con la doctora por eso), sus ojos cerrados con fuerzas y parece que romperá en llanto con la más mínima provocación.

Takemichi está seguro de que esos son los genes Hanagaki.

— Es tan linda. — arulla Takemichi, su mano toca con suavidad su pequeña nariz. Takemichi observa con cuidado, tiene un poco de pelo ondulado de cabello castaño, justo como el de Hinata y ya está ansioso de verla con los ojos abiertos porque todavía no lo ha hecho.

Hinata sonrió con algo de cansancio — Si, lo es.

— ¿Matrimonio Hanagaki? — la doctora llama, papel en mano — ¿Podrían decirme cómo se llamará su niña?

Hinata y Takemichi comparten una mirada, nunca hablaron correctamente su nombre. Siempre hubo muchas propuestas, pero jamás llegaron a nada realmente. Hinata apoya su cabeza sobre el hombro de Takemichi, quién se sentó en el borde de la camilla, y observa a su hija, es tan pequeña y linda que jura que no habrá un nombre que le haga justicia a esas características.

— Leah. — Takemichi susurra.

Hinata levanta una ceja, volviéndose hacia su esposo — ¿Leah? — repite, tiene el vago recuerdo de saber que fue uno de los primeros nombres que Takemichi propuso si era niña. Significaba algo sobre la amabilidad, o bondad con las personas, no recuerda bien si es sincera — Leah... — repite, saboreando cada letra e imaginando dirigirse así hacia el pequeño ser en sus brazos — Es lindo.

Takemichi se sonroja — ¡Aún tenemos tiempo! No tiene que ser ese... — murmura lo último.

— Es que, me gusta "Leah". — Hinata sonríe — Me gustan los hombres extranjeros y, no lo sé, creo que me recuerda a ti.

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Hola, hola

Este fue literalmente mí bloqueo más largo, pero ya volví! Voy a editar algunas cosas y volvemos con las actualizaciones, por ahora les dejo ésto

No es lo mejor pero es trabajo honesto y ya quería hacerla Nacer

En fin, ¡espero y les haya gustado!

Family. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora