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No recuerdo cómo fue que terminamos en el ático de la casa de los abuelos de Milene, pero me duelen los pies de tantas horas de baile en el salón. Me siento un poco mal por abandonar a mi mejor amiga, aunque después de hablar con su tía, supe que se había marchado a dormir.
Apoyo mi cabeza en la pequeña ventana que muestra el patio repleto de invitados. De inmediato mis ojos se dirigen hacia una pareja en una esquina, parece desesperada y si no fuera por la cantidad de gente quien sabe cómo terminarían.
ㅡHe vuelto, rubia ㅡEscucho su voz antes de que ingrese por la pequeña puerta en el pisoㅡ Y con un premio.
Saca de una mochila cargada en el hombro una botella de vino tinto, a la que no presto atención porque por más que parezca algo común en una supuesta rubia popular de clase alta, la verdad no sé nada de vino.
ㅡ¿Acaso quieres emborracharme para luego aprovecharte de mí? ㅡPregunto inocente, como si no hubiera tomado ya suficiente.
ㅡ¿Cómo que aprovecharme? ¡Eres tú la que se aprovechó de mí durante toda la fiesta!
ㅡ¡¿Yo?! ㅡMuestro mi rostro ofendido por sus palabrasㅡ Yo sólo aprovecho las situaciones que me favorecen.
Me levanto y dejo la ventana para acercarme ferozmente hacia él, quien para mi sorpresa le tiemblan las manos que sostienen la botella de vino. Ante ese pequeño estremecimiento sonrío satisfecha. A veces podía ser capaz de controlarme cuando recibía esa clase de respuestas a mis acciones, sin embargo, hoy... esta noche no, una emoción despiadada azota mi mente.
En mi corta vida como adolescente había conocido un sinfín de chicos a los que logré llamar su atención con tan solo una sonrisa o un pestañeo angelical de mis pestañas rubias. Pero, a pesar de haberlos conocido y descubrir nuevos universos de emociones en ellos, Lionard me parecía bastante diferente, y no en el punto de ser un bicho raro, sino diferente en el sentido de único.
Deslizo mis dedos: índice y del medio para recorrer sus hombros por detrás como si mis dedos caminaran sobre él. Aprovecho mi corta distancia a su cuerpo para inhalar su cuello de manera acechante.
Bueno, ya he sido bastante directa.
ㅡ¿Ésta es tu forma de aprovechar la situación? ㅡPregunta a manera que busca apartarse de mí.
Y por supuesto que soy más lista cuando sostengo su hombro antes de que se aleje, obligándolo a tomar asiento en el rincón del piso de madera, pues si se mantenía de pie en esa esquina terminaría golpeándose la cabeza por ser tan alto.
ㅡAún no siento el alcohol en tiㅡ Murmuro mientras mi consciencia me reclama por haber sido la primera en aceptarlo.
Luego me pongo de cuclillas frente a él para quitarle la botella de vino, que ya está abierta. Sin esperar su aprobación me la llevo a la boca y trago cinco sorbos enormes sin detenerme.
Al finalizar suspiro.
ㅡNo sabes nada de buenas bebidasㅡ Protesto dejando la botella para que él continúe. Sin embargo, la deja a un lado concentrándose sólo en mí.
ㅡQuizás tengas razón en eso.
Niego.
ㅡNo sólo en eso, hombre ㅡVuelvo a adueñarme de la botella y bebo otros dos sorbosㅡ También... sé que eres hijo único, de seguro por eso eres tan independiente y... ¡oh! ¡Eres la mancha del mantel! No tienes amigos, odias la vida de la provincia, tu familia no está al tanto de ti ¡¿Ahm eso ya lo dije?!
Observo que hace una mueca de obviedad, por lo que descifro un detalle más.
ㅡTampoco te relacionas bien con tu familia, pero como siempre, toda mancha tiene una debilidad.
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70 horas junto A Tí #PGP2022
RomanceSabes exactamente que 72 horas son equivalentes a 3 días y 3 noches; pero ¿Qué sucede cuando el tiempo que acabas de deducir lleva a tan sólo 70 horas? Amy Raldoom no es la chica más inteligente en su escuela, de hecho podría describirse como la peo...