Capítulo 1.

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Y ahí estaba Juliana una vez más mirando a la rubia, la cual estaba recargada en la pared del gimnasio, con su típico cigarrillo entre los labios.

Clarke no había asistido a la escuela ese día, así que no había nadie que la ayudara a reprimir sus impulsos de querer ir y hablarle a aquella linda chica.

Y sólo siguió sus instintos y de un momento a otro ya estaba en frente de la ojiazul quien le miraba con una ceja levantada, mientras retiraba el cigarrillo de sus labios y ahora lo sostenía entre sus largos dedos, pero sin alejarlo de sus labios.

—Eh... hola... ¿me regalarías uno? —fue lo primero que Juliana pudo sacar de entre sus labios.

—¿Un qué? —respondió la rubia con otra pregunta.

—Un cigarrillo... o bueno ¿me lo vendes? ¿o podrías darme una pequeña calada del tuyo? —Juliana quiso darse un golpe al darse cuenta de que estaba jugueteando con sus dedos.

—¿Fumas? —volvió a preguntar la más alta y al ver a Juliana con tal grado de nerviosismo esbozó una sonrisa burlona.

—No realmente, pero yo... bueno, quería intentarlo y veo que tú tienes cigarrillos y sí, eso...

La rubia asintió aún con esa sonrisa en sus labios y le dio la vuelta a su cigarrillo para que quedara frente a los labios de Juliana.

—Una calada, vamos. No te daré uno completo si después resulta que no lo toleras.

Juliana sintió que sus piernas temblaban al tener la intensa mirada de la más alta sobre ella, directamente en sus ojos. Juliana se inclinó levemente, haciendo que el cigarrillo quedara entre sus labios y sin despegar su mirada de la rubia, jaló aire a través del cigarrillo y sintió que su garganta quemaba, así que se alejó rápidamente y comenzó a toser como nunca había tosido en su vida, expulsando todo el humo por su boca e intentando recuperar el aliento desesperadamente. De pronto una leve y melodiosa carcajada inundó sus oídos. Volteó hacia arriba y sintió que su corazón se detuvo abruptamente, para que después se estrellara una y otra vez contra su pecho. La linda rubia sonreía ampliamente, dejando ver sus lindos y grandes dientes, las comisuras de sus ojos se fruncían, mientras estos mismos se mantenían cerrados.

«Mierda, Clarke tiene razón, estoy muy enamorada de está idiota» Se dijo Juliana.

—Inténtalo otra vez —aún mantenía el cigarrillo frente a sus labios, así que Juliana volvió a dar una calada y sintió humo en su boca, pero se obligó a no toser estrepitosamente.

La mirada de la más alta le calaba más que el humo en la garganta, pero se negó a despegar su propia mirada. La ojiazul sonrió levemente al ver que tosió sólo un poco menos de lo que anteriormente lo había hecho y que sacaba todo el humo de golpe.

—Cariño, creo que no sirves para fumar —dijo la rubia y redirigió el cigarrillo casi completamente consumido y dio una calada. Juliana admiró la manera tan "profesional" en la que exhaló el humo sin atragantarse como ella. Pensó en lo genial que se veía la rubia, mientras ella debía de haberse visto ridícula.

—No, no, prometo que lo haré bien ahora —dijo la morena en un tono rozando en la desesperación.

La más alta retiró nuevamente el cigarrillo y lo acomodó entre los labios de Juliana, a lo que esta intentó imitar la mamera en la que la otra lo había hecho anteriormente y por poco lo logró.

—Bien, vas agarrando la maña —dijo la mayor mientras relamía sus labios y tiraba el cigarrillo al suelo, para luego pisarlo y sacar su cajetilla, tomar otro y colocarlo entre sus labios—. ¿Gustas más?

Juliana no pudo siquiera contestar, pues el sonido del timbre indicando que el receso había finalizado le interrumpió.

—Creo que lo dejaremos para otra ocasión —contestó Juliana y sin más se dio la vuelta, dispuesta a irse.

Comenzó a caminar, alejándose cada vez más, aferrando sus libros a su pecho.

—¡Espera! —gritó la ojiazul, haciendo que Juliana detuviera su andar y se girara a verla expectativa—. ¡Me llamo Valentina!

—¡Lo sé! —gritó levemente Juliana, de igual manera, para que la mayor pudiera escucharla por sobre el estruendo de las demás personas que se dirigían a sus clases. La sonrisa en su rostro hizo que Valentina sonriera al instante—. ¡Yo me llamo Juliana! —y esta vez sí caminó hasta quedar fuera de la vista de Valentina y dejando a esta última con cierta sensación cálida en su pecho.

Cigarrettes |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora