Capítulo 2.

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Juliana iba retardada a su clase y eso sí que le ponía de nervios... Aunque bueno, no es como que fuera del todo tarde, pero tenía los minutos exactos para llegar a la escuela, llegar a su salón y sentarse en su lugar antes de que el maestro llegara.

Pero algo le detuvo, o, mejor dicho, alguien. Valentina estaba en el costado de la escuela, el humo salía lentamente de su boca y sus ojos estaban cerrados. Sus largos dedos dirigieron el cigarrillo encendido a sus labios y dio otra calada, lo retiró y expulsó el humo mientras con su pulgar daba unos cuantos golpecitos en el extremo del cigarrillo para tirar la parte ya consumida. Juliana se sintió embelesada ante tal imagen. De pronto, Valentina alzó la mirada y Juliana sintió que todo en ella se alteraba.

—¡Hey, Juliana! ¡ven! —llamó la rubia y la mencionada sintió que había escuchado mal hasta que vio a Valentina haciendo un movimiento de cabeza, incitándola a acercarse. Juliana caminó insegura.

Una semana había pasado desde su primera conversación, desde el primer cigarrillo de Juliana y desde ese día no se habían vuelto a cruzar la palabra, sólo se limitaban a simples miradas y pequeños asentimientos de cabeza a manera de saludo, pues la mayor parte del tiempo se encontraban con sus respectivas amigas.

Pero ahora estaban ahí, solas, únicamente ellas dos. Eso hacía que los nervios aumentaran en el cuerpo de Juliana.

—Hola, Juls —saludó Valentina.

—ho-hola, Valentina. Vamos tarde a clase, apurémonos —fue el saludo de Juliana.

—¿Cuántas faltas tienes con ese profesor, cariño? —preguntó Valentina tirando su cigarrillo al suelo y pisándolo para que así se apagara y dirigió su mirada a la linda y bajita chica frente a ella.

—Dos. ¿Por qué la pregunta?

—Porque necesitaba saber qué tan culpable me sentiría, pero ahora veo que no lo haré, porque no arruinaré la asistencia perfecta de una linda chica al pedirle que se quede conmigo.

—¿Quedarme contigo? —preguntó con un hilo de voz, sintiendo que su corazón saldría de su pecho en cualquier momento por la rapidez con la que latía y su rostro se tiñó de un leve tono carmesí.

—Sí. ¿Quieres que vayamos a algún lado o simplemente quieres que nos sentemos aquí? —preguntó Valentina, sin dejar de mirarla.

Juliana miró nerviosa la entrada de la escuela y cómo muchos entraban corriendo para llegar a sus respectivas clases. Ella tendría que estar haciendo lo mismo. Miró a Valentina mordiendo su labio. Sólo tenía dos faltas, una tercera no podría afectar mucho ¿verdad?

—¿Si yo me quedo a perder esta clase contigo, entonces tú entras y tomas la siguiente conmigo? —sugirió, dudosa y nerviosa por la respuesta que daría Valentina.

—¿Para qué querrías que hiciera eso?

—Bueno... quiero que pases de año, no me gustaría que reprobaras y tuvieras que repetir el curso y ya sabes... me gusta cuando estás en la clase, porque eres inteligente y siempre debates todo de una manera coherente, me gusta cómo te ves cuando te concentras y no te comportas como una imbécil por seguirle la corriente a tus amigas, me gusta igual cuando muerdes tu pluma levemente cuando lees y...—Juliana detuvo su hablar al notar que Valentina la miraba con una ceja levantada y una sonrisa burlesca. Sus mejillas se tiñeron de un color carmesí al instante—. Simplemente me gusta ayudar a las personas cuando están en peligro de reprobar —añadió, intentando que con eso sonara más desinteresada en la ojiazul.

—Pues entonces que sea un trato... tú te quedas en ésta y yo iré contigo en la próxima clase e intentaré no reprobar el año para quedarme contigo en el próximo ¿bien? —extendió su mano hasta Juliana y está la tomó indecisa a manera de sellar el trato.

Cigarrettes |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora